sábado, 24 de marzo de 2007

Primavera

Esta semana se celebró el equinoccio de primavera, o sea, el comienzo de la primavera, la estación de lluvias, de flores y de siembras. En muchas tradiciones culturales y religiosas en otras partes del mundo el año no empieza el 1ro de enero, sino en el primer día de la primavera. Este año el equinoccio tomó lugar exactamente a las 7:07 pm del 20 de marzo, o sea, el pasado martes.

En la antigüedad la celebración de los ritos de la primavera marcada un nuevo comienzo no sólo en el ciclo de siembra y cosecha, sino también en lo personal y en lo espiritual. La palabra "equinoccio" se origina en "euqus" (igual) y "nox" (noche), indicando que tanto el día como la noche tienen igual número de horas ya que el sol se encuentra en su trayecto del hemisferio sur al hemisferio norte y en el primer día de primavera cruza el ecuador. Lo opuesto ocurre en el equinoccio de otoño cuando el sol "desciende" al hemisferio sur y para nosotros en el hemisferio norte los días comienzas a hacerse más cortos.

Para un buen número de religiones cristianas y no cristianas el equinoccio de primavera se relaciona con tres creencias básicas: 1) concepción y embarazo para dar a luz en el solsticio de invierno; 2) victoria de los dioses de la luz sobre los poderes de las tinieblas; y 3) los dioses bajan a lo profundo de la tierra por tres días para luego resucitar y volver a la vida.

Otras prácticas y creencias de alrededor del mundo son muy interesantes:
· Para los chinos el festival de primavera es el más grande e importante en su calendario.
· Los antiguos habitantes megalíticos anteriores a los británicos, celtas y sajones tenían grandes festivales de primavera. Ostara, la diosa germana de la fertilidad, coplaba con el dios sol el primer día de la primavera para dar a luz a su hijo Yule el primer día del solsticio de invierno, diciembre 21.
· Los Mayas celebraron por cientos de años un festival similar y la torre conocida hoy como Chichen Itzá (arriba) fue el centro de la celebración.
· Desde hace 6,500 años los zoroastros de la antigua Persia (hoy día Irán) celebran el festival de Norooz, en el cual se encuentran importantes paralelos a los conceptos de infierno, cielo, resurrección y la llegada de un mesías mucho antes a que el cristianismo o el islamismo los establecieran.
· Los celtas, sajones y británicos realizaban grandes festivales y construyeron numerosos monumentos de piedra como templos para sus celebraciones.

Claro está el cristianismo, judaísmo, paganismo y las tradiciones espirituales de muchas culturas indigenistas, incluyendo los indios norteamericanos, preservan festivales y días especiales relacionados con el inicio de la primavera.

Sin importar la orientación religiosa que usted pueda tener, lo más importante es beneficiarse de esta ocasión para establecer un nuevo comienzo en su vida. Este comienzo puede ser algo profundamente espiritual, personal o profesional enmarcados en el contexto de que si la tierra comienza en un nuevo ciclo de nacimiento y desarrollo usted puede también hacer lo mismo.

Curiosamente, en muchas culturas se "estrena" ropa nueva el primer día de primavera, para simbolizar esos nuevos comienzos e igualmente podemos hacerlo nosotros.

Ya que vivimos en un lugar donde se nota muy poco el cambio del ciclo solar nos resulta a veces difícil valorar el significado de un nuevo comienzo en la naturaleza. Para poder sentirlo y valorarlo tenemos que verlos con una visión espiritual y con los ojos de la reflexión, principalmente dirigidos por un momento de profunda reflexión y por un deseo de mejorar nuestras vidas y las de aquellos que nos rodean. ("Oceánica", de Fernando Ureña Rib, a la derecha)
PRIMAVERA
Pablo Neruda

temible,
rosa
loca,
llegarás,
llegas
imperceptible,
apenas
un temblor de ala, um beso
de niebla con jazmines,
el sombrero
lo sabe,
los caballos,
el viento
trae una carta verde
que los árboles leen
y comienzan
las hojas
a mirar con un ojo,
a ver de nuevo el mundo,
se convencen,
todo está preparado,
el viejo sol supremo,
el agua que habla,
todo,
y entonces
salen todas las faldas
del folaje,
la esmeraldina
loca
primavera,
luz desencadenada,
yegua verde,
todo se multiplica,
todo busca palpando
una materia
que repita su forma,
...
el hombre
ciñe
el amor de su amada,
y la tierra se llena
de frescura,
de pétalos que caen
como harina,
la tierra
brilla recién pintada
mostrando
su fragancia
en sus heridas,
...
Primavera,
muchacha,
te esperaba!
Toma esta escoba y barre
el mundo!
(...)
cuando
tú, primavera,
entres
te amaré sin pecado,
a todas
las casas de los hombres,
desordenada dalia,
acacia loca,
amada,
contigo, con tu aroma,
con tu abundancia, sin remordimiento.
(...)
entra
en todas las casas,
adelante,
trabajaremos juntos
en la futura y pura
fecundidad florida.

lunes, 5 de marzo de 2007

Nacer Para La Paz

Hay pocas cosas en este mundo capaces de despertar la pasión y la fuerza que se sienten cuando nace una nueva vida. Me acordé de estas cosas filosofando sobre la benevolencia de la vida al concederme en el espacio de dos semanas el nacimiento de una hija, Ana Evelyn Eysha (nacida el día de San Valentín, a la derecha con su hermanito Kiran) y una nieta (mi primera) Sophia Grace (nacida el 28 de febrero, abajo con su padre y abuelo). Dos niñas, dos vidas, dos esperanzas, dos realidades y dos empeños más en apenas dos semanas.

Sophia nació en Chicago (USA) justo dos semanas después del nacimiento de su tía Ana Evelyn en Hillsboro (Oregón, USA). Por una de esas cosas de la vida a las 4 de la mañana del 28 de febrero le cambiaba el pañal a mi hija Ana en la costa pacífica de los Estados Unidos y a las 4 de la tarde del mismo día le cambiaba el pañal a mi nieta Sophia en el centro norte de los Estados Unidos. Entre excreta y excreta, entre sueño y cansancio mi cuerpo y mi alma se regocijaban al poder tomar en mis brazos tantas esperanzas, tantas emociones y tantos buenos deseos.

Todo padre al ver al ver el fruto de su esperma piensa aunque sea por un momento lo que implica traer a la vida otra vida y, por obligación, piensa sobre lo que significa la paternidad, el reconocimiento de que “carne nuestra” quiere también decir “responsabilidad nuestra”. A mi se me ocurren varias cosas.

Primero, que por encima de todas las cosas lo que más deseo para estas criaturas es salud. No hay cosa más terrible que ver a una criatura enferma y sentir que uno no puede hacer nada. Yo quisiera que esa gripe, que ese golpe, que ese pinchazo, que esa caída me hubiese ocurrido a mi, como si de esa manera pudiera evitarles el dolor, el llanto y el sufrimiento. Es algo inflado, ¿no?, porque eso es lo mismo que decir que nosotros podemos soportarlo todo [y en realidad no es así], cuando en realidad los mismos niños vienen equipados con capacidades inmensas.

Segundo, se me nace un deseo inmenso de que haya paz. No quisiera que mi criatura sufriera la tortura de la guerra, de la intranquilidad social, de la inestabilidad causada por circunstancias mortales. Y al hablar de paz hablo de la no violencia, de la ausencia permanente de causas que puedan provocar la afrenta de un ser humano contra otro ser humano, sea con pistola, palo o mano, sea en palabra, pensamiento u obra. Matamos hasta con el deseo, hacemos del odio el pan nuestro de cada día, pero yo quisiera que estas criaturas vivieran sin tener que pensar en desearle algo mal a alguien ni que nadie les desee mal a ellas. En el sentido universal de las cosas la mayor necesidad entre los seres humanos es la paz.

Finalmente, no puede haber paz sin equidad y tampoco podrá haber paz sin justicia. Por eso deseo para mi y mi esposa, para mi hijo mayor y su esposa, el poder crear equidad y justicia, el poder trabajar para crear lo necesario para dar y recibir lo que necesitamos; pero, sobretodo, trabajar para que otros puedan vivir en igual dignidad, porque esa es la mejor garantía para que estas niñas recién nacidas crezcan en paz. Conozco que la principal y mayor fuerza interna de todo ser humano es la de vivir para sí, la de sobrevivir, la de rodearse de lo esencial para la vida y la de buscar—aún a costa de la vida de otros—lo que es importante en nuestras vidas. Pero sé también que si existimos solamente con la preocupación de nuestras propias satisfacciones entonces no habrá paz ni en nuestras casas, ni en nuestras comunidades, ni en nuestros países y tampoco en el mundo.

Me pregunto qué pasa por la mente de una criatura recién nacida. Hablo metafóricamente, porque un recién nacido no ha desarrollado aún su potencial cognoscitivo para poder razonar. Lo que quiero decir es que luego del trauma del parto (e igualmente antes del mismo) este nuevo ser comienza a percibir su mundo en diversas maneras. Escucha, siente, palpa, huele, ve y quién sabe cuántas cosas más es capaz de experimentar. Ese pequeño cerebrito comienza a almacenar información tanto a través de los cinco sentidos como también a través de la percepción, de la intuición, de las ondas eléctricas y emocionales que existen en su ambiente. Esas cosas “pasan” por la mente de la criatura y dejan grabada en ese pequeño cerebro una enormidad de informaciones e impresiones, huellas que sólo se pierden en la muerte.

Por eso decía que una nueva vida ayuda a renacer una vida ya existente, porque eso mismo que deseo para ellas lo deseo para mi mismo, y lo deseo para ti, y lo deseo para todo el mundo. Abrazo a mi hija y abrazo a mi nieta y en ese abrazo también abrazo al mundo, el que se merece todo el amor, toda la paz, toda la justicia y equidad de la que seamos capaces darle. Viva la vida, viva la paz, viva la justicia. Bienvenidas al mundo, Ana y Sophia.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...