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lunes, 6 de abril de 2009

Cuida y Alimenta

Lavando mondongo en el barrio Caño Seco.

http://imaginalasterrenas.blogspot.com/

EN RESUMEN: para los que conmemoran la semana santa y la ven como una oportunidad para la reflexión, basta recordar que una de las ideas centrales entre Jesús y sus seguidores era la del servicio. Este artículo (perdonando su extensión) arguye que la mejor manera de recordar este evento y continuar las enseñanzas recibidas es en el servicio comunitario desinteresado.

Una de las celebraciones de semana santa es la commemoración de la cena en el aposento alto, el lugar donde según las creencias cristianas Jesucristo participó de su última cena con los discípulos. Eso quiere decir que el jueves santo se verá la luna llena y también que los Judíos estarán celebrando en el mismo día lo que se denomina como la Pascua.

La pascua cristiana celebrada hoy tiene sus orígenes en la pascua judía y ésta tiene su origen en tradiciones nómadas del medio oriente, aunque para el creyente no es así, sino que es algo que su Dios instituyó en Egipto, cuando un ángel enviado por Dios para matar a todos los primogénitos en la tierra del Faraón egipcio no entraba a los hogares marcados con sangre de cordero en el dintel. De esa manera los primogénitos de los judíos (y otros) fueron salvados y Moisés luego comandó a todos los judíos a conmemorar el evento de su “salvación” celebrando la Pascua.

Según las escrituras cristianas Jesucristo la noche de la pascua judía (la primera luna llena después del equinoccio de primavera que ocurre el 21 de marzo) celebró lo que hoy es conocido como “la santa cena” y allí compartió con sus discípulos pan y vino, llamándolos “mi carne y mi sangre”. “Haced esto en memoria de mi,” dijo él según los evangelios. Algunos cristianos en las primeras décadas recordaron el mandato pero no fue hasta el 325 D.C. cuando la iglesia Católica Romana adoptó al evento como una de las fiestas eclesiásticas oficiales.
Halando moñitos en la Calle El Carmen.

Muchas cosas de alto sentido simbólico ocurrieron durante la cena y, una vez acabada la misma, Jesús y sus discípulos salieron al Monte de las Olivas. No bien habían llegado cuando él les dijo que esa misma noche ellos negarían ser sus discípulos. Pedro, el colérico Pedro, el más vocal, el más directo, el más violento (en unos minutos le cortaría la oreja a un soldado), el más líder entre los líderes, enseguida ripostó: “aunque todos te nieguen yo no lo haré,” lo que provocó la respuesta de Jesús diciendo, “de verdad te digo que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces” (Mateo 26:34).

Según Lucas el apóstol Pedro fue el primero en ser escogido discípulo (Lucas 6), fue también el primero en caminar sobre el agua y tendía a ser el primero en hablar, el primero en dirigir y el primero en meterse en problemas. Era un líder nato y era también impulsivo pero muy fiel. Nadie recibió más atención que Pedro, el único entre los discípulos a quien Jesús le cambió el nombre. La Iglesia Católica Romana lo coloca como la figura eclesiástica por excelencia. La “silla de Pedro” es la silla del Papa romano. El término P-A-P-A proviene de la primera letra de cuatro palabras latinas Petrí Apostolis Potestatem Accipiens y se traducen como “el que recibe la potestad del apóstol Pedro.”
"Buzos" viviendo del vertedero municipal en Las Terrenas.

Y fue a ese Pedro a quien los evangelios identifican como el único de los discípulos que definitivamente negó a su Maestro tres veces, antes de cantar el gallo un jueves de noche, de luna llena.

Hace 40 años los eruditos Dr. Lawrence J. Peter and Raymond Hull publicaron un libro titulado “El Principio de Pedro” en el que argumentaban que en una jerarquía cualquiera los empleados tienden a ser elevados a su nivel de incompetencia. O sea, después de trabajar y ascender por la jerarquía organizativa se les nombra a una posición muy por encima de sus capacidades. Si volvemos al caso del apóstol Pedro (de donde provine el título del libro) vemos que el apóstol más cercano, el más leal y el más destacado fue el que primero y más fácilmente ascendió al nivel de negación imcompetente. A la hora del none se volvió una etcétera. A la hora de la verdad se mostró incompetente de confesar su fé en su Maestro. El que se sentaba a la derecha de Jesús, el que daba las órdenes a otros, el que comandaba autoridad e iniciativa, ese fue el que se mostró más incompetente de todos.
Viviendo en hacinamiento en el Barrio La Granja, Las Terrenas.

Lo que le ocurrió a Pedro me revela lo que ocurre en la vida real y moderna cuando organizaciones y partidos políticos escogen a personas, encumbrándolas a posiciones de franca incompetencia. Muchas veces son personas no probadas por el fuego del liderato efectivo y en el servicio a la comunidad. Hartas veces se encumbran no porque son capaces sino porque saben decir lo que hay que decir, saben moverse entre los demás, saben qué palabras escoger y qué movidas hacer y es por eso que llegan hasta la mano derecha del poder. Cuando llega el momento de confesar la lealtad que deben dispensar—al pueblo—esos mismos "líderes" se vuelven una etcétera total.

Al “principio de Pedro” se le conoce también como el “principio del pozo séptico” porque la mierda flota hacia el tope.

Después de la infausta noche de traición los evangelios dicen que Jesús resucitó y luego se apareció a sus discípulos tres veces. La primera fue al grupo en general. Luego ante Tomás y, finalmente, se les acercó en la playa después de una larga noche sin pescar. Desde la playa le gritó al pescador más cansado y desilusionado, el que lo había intentado todo y logrado nada, diciéndole “echa la red hacia la derecha.” Y la pesca fue tan maravillosa que la red se rompía.

Fue Pedro el que recibió el mensaje, el que parado en la punta del bote tiró la red, el que pensó que Jesús se había olvidado de él después de dos apariciones sin contacto directo alguno y el que enseguida comprobó que habían tantos peces que parecía que la red se rompería. Entendió que era su Maestro quien lo llamaba y no esperó, sino que impulsivamente se tiró al agua para llegar a la playa mientras los otros seguían en bote. Ese era Pedro, el colérico, el impulsivo, el líder. En la red contaron 153 peces (Juan 21). Y después de desayunar el Maestro restaura a Pedro preguntándole tres veces “¿me amas?” Tres veces Pedro lo había negado en su incapacidad y tres veces Jesús lo restauró haciéndole la misma pregunta.
Cuidar y alimentar significan crear esperanza.

Lo que Jesús le dijo a Pedro debe ser una lección para todo aquél que se crea líder, ya sea político, eclesiástico o comunitario. Jesús pedía después de cada una de las declaraciones de amor de Pedro “cuida de mis ovejas” y “alimenta mis ovejas.” No hay ni siquiera que ser cristiano para reconocer que esto es un llamado al servicio, no al servicio interesado y demagógico sino al servicio a favor de otros.

¡Ay! ¿Cómo sería si cada pastor de iglesia en lugar de construir emporios, villas y castillas dedicara más tiempo al servicio en la comunidad?

¿Cómo sería si cada iglesia mirara más hacia afuera que hacia adentro?

¿Cómo sería si cada empresario dedicara al servicio una limosna de lo que se gana?

¿Cómo sería si cada político encumbrado (como se encumbra la M en el pozo séptico) prestara un mejor servicio a su comunidad y al pais?

¿Cómo sería si cada individuo dedicara un tiempo a la labor voluntaria al servicio de los demás?

En esta así llamada “semana santa” vamos a recordar que podemos subir como la M, o bajar como le pidió Jesús a Pedro, a cuidar al pueblo.


(a propósito de servicio comunitario, déle un vistazo a http://fundacionmahatmagandhi.com/centro.html).

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