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sábado, 26 de septiembre de 2009

La Impunidad

El líder corrupto es capaz de llevarnos a todos al matadero.

"Independientemente de si se trata de países con altos o bajos ingresos, el desafío de controlar la corrupción exige instituciones sociales y de gobierno que funcionen adecuadamente. Los países más pobres suelen sufrir las nefastas consecuencias de un Poder Judicial corrupto y un control parlamentario ineficaz. Los países ricos, por su parte, muestran señales de reglamentación insuficiente del sector privado, en lo que respecta a superar el problema de los sobornos que estos pagan en el extranjero, así como un control débil de las instituciones y operaciones financieras." Fuente: Transparencia Internacional.


La Impunidad
Usted escucha a su vecino dándole golpes a su mujer y usted se queda callado y no hace nada. Eso es impunidad. Usted sabe que su compañero de trabajo le está robando dinero al negocio donde usted trabaja y usted no hace nada al respecto. Eso es impunidad. Usted ve cómo a un oficial del gobierno lo cancelan por corrupto y hasta lo votan del partido, pero usted se hace como si nada hubiera ocurrido y lo deja que siga “vivito y coleando”, disfrutando los beneficios de sus actividades corruptas. Eso es impunidad.
Y si usted sabe que hay muchas otras irregularidades en los gobiernos municipales y nacionales (sin importar el partido que los dirija) pero usted simplemente permite que sigan ocurriendo “porque así son las cosas en este país” entonces usted favorece a la impunidad.

La impunidad es simplemente dejar sin castigo al que está haciendo lo malo y mientras exista la impunidad seguiremos “fumándonos el tabaco” de la corrupción, de la ineficiencia, del clientelismo político, de la prepotencia entre aquellos en posiciones de poder y los sistemas, procesos y funciones claves en la vida ciudadana seguirán mal porque, bueno, “así son las cosas.” (izquierda, Radhamés Segura).

En tiempos recientes la prensa nacional ha revelado situaciones cuestionables bajo la administración de Héctor Rodríguez Pimentel en el INDRHI, de Radhamés Segura en la CDEEE, Franklin Beltré de la OTTT y del PRA. Igualmente el ex-síndico de Constanza, José Elías Quezada Ortiz, fue acusado de malversar RD$5 millones de un presupuesto anual que no supera los RD$30 millones y el ex-síndico de San José de Ocoa, Alexis Mateo Díaz, es acusado de sustraer RD$5 millones de una obra que manejó y que costaba RD$12 millones. En muchas instancias estas acusaciones han sido investigadas hasta por la Cámara de Cuentas sin mayores consecuencias, o sea, han permanecido impunes. (Izquierda, Franklin Beltré).

No es de extrañarse entonces que en las encuestas recientes hechas por Transparencia Internacional se revela que menos del 22% de los dominicanos creen que la corrupción se puede eliminar (1 de cada 5 personas), mientras que sólo un 27% (1 de cada 4 personas) mantiene una actitud de total resistencia a delitos de corrupción. Igualmente revelador es que sólo el 38% de los dominicanos (cerca de 1 de cada 3) percibe que se está luchando contra la corrupción. (Izquierda, Héctor Rodríguez Pimentel).

Lo peor quizás es que en el puntaje mundial de condiciones generales la República Dominicana aparece con una puntuación de 3 equivalente a una corrupción rampante. Cuando se les preguntó las razones que ayudarían a reducir la corrupción, los dominicanos indicaron cuatro factores principales:
a) Respeto o derecho de los demás (61.5%)
b) La convivencia pacífica (48.8%)
c) Mantenimiento del orden social (40.1%)
d) Por temor a la autoridad y para evitar castigos (19.6%).

Lo más revelador de esa información es que el 19.6% o cerca de 1 de cada 5 personas, piensan que los van a descubrir o que se les aplicará alguna ley. En otras palabras, 4 de cada 5 personas piensan que no hay que temer a la ley y que no serían castigados si se les haya culpable de corrupción. (Izquierda, José Alexis Martínez).

Me pregunto si aquí en Las Terrenas nos preocupa la corrupción o si pensamos que no hay nada de malo, que no van a castigar a nadie y que la misma es lo más normal del mundo. De ser así revelaría que vivimos en un ambiente de impunidad, una situación sumamente peligrosa porque impide que los recursos que pertenecen a todos realmente lleguen a todos y, en consecuencia, no habrán mejores servicios y programas, habrá más pobreza y una menor calidad de vida.

La corrupción y la impunidad van mano a mano.

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