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lunes, 10 de noviembre de 2008

La Pela

Cuando tenía 9 años me fui de la casa a tiguerear con unos amiguitos. Era sábado de tarde y ni perdí permiso a mi mamá ni le dije a nadie dónde iba. Nos fuimos a un aserradero cercano, donde había un derricadero lleno de aserrín. Nos pasamos toda la tarde saltando al vacío y haciendo todo tipo de piruetas en el aire. Yo usaba espejuelos y me los había quitado y guardado debajo de un árbol.

Al comenzar a anochecer dejamos de saltar y yo fui a buscar mi espejuelos y no aparecieron por ningún sitio. Llegué a mi casa, no cené, me acosté medio a escondidas y no supe de mi hasta la mañana siguiente cuando mi mamá comenzó a llamarme. Dos tigueritos de los que andaban conmigo habían venido a traerle a mamá mis espejuelos, por lo que ella les dió 25 cheles, que en moneda de hoy debieron haber sido como 500 pesos. Los malvados lo habían escondido para luego pedir dinero. Para colmo de males, mis tíos paternos habían venido de visita desde la capital y como yo no había dicho dónde estaba mi mamá mandó gente a buscarme por todo el pueblo, con la vergüenza de que no me encontraron.

Me acuerdo como ahora que mi mamá le dijo a Monga, una de las señoras que nos ayudaban en la casa, que le buscara una varita de cayena. Yo ví con mis propios ojos cuando mi mamá le quitó las hojas una por una, luego me mandó a meterme bajo una llave de agua en el patio y cuando estaba bien mojadito me cogió y me dió la madre de todas las pelas. Nunca nunca se me han borrado de mis oídos el eco de mis gritos ese domingo de mañana y aunque era monaguillo por esa boca mía salieron más malas palabras que yo ni sabía dónde las pude haber aprendido.

Situaciones extremas ameritan tratamientos extremos. Situaciones comunes se manejan según se presentan. Yo no creo en el tipo de disciplina que usó mi madre en aquél entonces, pero también pienso que a los niños se les debe disciplinar. Y a los adultos que incurren en faltas familiares y sociales, ¿cómo se les disciplina? ¿Se les pela una varita de cayena para darle una pela? Alguien podría decir que al adulto se le aplica el peso de la ley. Bueno, si eso es así, parecería que muchos de nosotros adultos andamos como chivos sin ley, porque hacemos lo que nos venga en gana cuando nos dá nuestra santa y bendita gana.

Yo creo que en el caso del adulto lo mejor y lo más deseable es la autodisciplina. Yo les puedo asegurar que después de esa pela que me dio mi mamá que yo no me volví a desaparecer de la casa sin permiso. Aprendí mi lección y me autodisciplina. El adulto no tiene que necesariamente hacer lo malo para entonces hacer lo bueno. Uno piensa que un adulto tiene la capacidad para la reflexión, para pensar las cosas y no actuar como burro rialengo en luna llena.

Nuestro pueblo, nuestra patria necesita de hombres y mujeres que reflexionen, que se autodisciplinen y que actúen con responsabilidad. Comience por su casa, con sus seres queridos y usted verá cómo la autodisciplina lo beneficia a usted y también a la comunidad.

No se haga el chivo loco, cumpla con su deber. Si no, váyase preparando que esa varita de cayena pelá nos llega a todos de una manera u otra.

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