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sábado, 10 de marzo de 2012

Monos, Guineos y la Resistencia al Cambio



Un grupo de científicos decidieron encerrar a cinco monos dentro de una jaula, colocando una escalera en el centro y sobre ella, un montón de guineos.

Nada más entrar, uno de ellos subió las escaleras buscando el alimento. En ese momento, los científicos castigaron a los monos que se habían quedado en el suelo lanzándolos chorros de agua fría.

Así, cada vez que uno de los monos subía las escaleras en busca de los guineos, los que permanecían abajo sufrían un desagradable baño de agua helada.

No tardaron mucho en relacionar las subidas por la escalera con la ducha helada, de tal forma que, cuando alguno hacía intención de trepar, el resto se lo impedía y entre todos le daban una paliza para disuadirlo.

En este punto, los científicos sustituyeron uno de los monos de la jaula por otro nuevo. Evidentemente, nada más entrar, al ver los plátanos, intentaba subir las escaleras, recibiendo la paliza con la que el resto de monos pretendía evitar el castigo del agua helada.

El resultado era que el novato no volvía a hacer intención de subir las escaleras.

De nuevo, los científicos sustituían un mono antiguo por otro novato que, irremediablemente intentaba subir a por los plátanos, recibiendo la paliza del resto, incluido el primer mono sustituido, que además participaba en el castigo de forma vehemente.

Un tercero fue cambiado, repitiéndose de nuevo la misma situación. El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por monos nuevos.

Llegó un momento en el que, dentro de la jaula había un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta los guineos.

Si en ese momento pudiéramos preguntar a alguno de los monos porqué golpeáis a quien intenta subir por la escalera, la respuesta, seguramente, sería algo así como: "no sé, aquí las cosas siempre se han hecho así..."

domingo, 6 de marzo de 2011

Agentes de Cambio


Las comunidades son entes vivientes.  Algunas con como el cangrejo, que van pa’trás; otras como la ameba, maleables y adaptables; otras como un fosforito, se prenden y apagan rápido; otras como las olas del mar que suben y bajan según la marea; otras como un cohete, se elevan tanto hasta que ya no se ven; otras son como un pozo de agua, hay que tirar el cubo bien profundo para sacar algo; y otras son como un paisaje finamente orquestrado, con valles y montañas, con ríos y lagunas, con playas y humedales, con amaneceres y atardeceres inspiradores y con un constante pulsar de desarrollo y progreso.

Las comunidades progresistas y desarrollistas son ciudades inteligentes, no sólo en su capacidad tecnológica sino también en su capacidad humana.  Al mismo tiempo, la única manera de promover y preservar el desarrollo continuo es mediante la presencia de estándares de desempeño y mediante la aplicación de normas que ayudan en la ejecución de esos estándares.  Cuando no hay ni normas, ni estándares ni inteligencia tenemos un caos continuo, o sea, un desempeño atolondrado, como vacas sueltas en la calle.  

El salto del caos al desarrollo constante y permanente es complejo, pero es posible gracias a la acción de un elemento fundamentalmente poderoso en toda comunidad:  el agente de cambio.  El agente de cambio es el individuo, hombre o mujer, interesado en la transformación profunda de las cosas.  Es la persona cuya visión está orientada hacia la transformación por medio de ideas, talentos, habilidades, destrezas y recursos en sí mismo o en otros, poniéndolos a favor del servicio y del bien común.

Un agente de cambio no es la persona que habla mucho sin aportar nada significativo, aunque posea grandes bienes o esté encumbrada en una posición social o política.  Tampoco lo es la persona que resuelve con parchos los problemas complejos en la comunidad. Tampoco lo es la persona impasiva, inerte, que le deja a otros la búsqueda de soluciones o la ejecución de planes y proyectos.

Por naturaleza, el agente de cambio no tiene todas las respuestas, ni todos los recursos, ni todas las ideas.  El agente de cambio no ES el cambio en sí, sino que fomenta y auspicia la comunión de energías entre personas diversas pero interesadas en el bien común.  El agente de cambio utiliza la experiencia y el conocimiento que pueda tener para empujar y para provocar al análisis de situaciones preocupantes, confiado en que otros puedan tomar “al toro por los cuernos”, ya sea porque poseen mejores cualidades o recursos más factibles.  El propósito central detrás de las acciones del agente de cambio es la transformación.

Aunque puede serlo, el político tradicional no es, por naturaleza, un buen agente de cambio porque tiende a ponerse en el centro de todo.  Tampoco lo es el líder tradicional, autocrático, amparado en una posición política, social o religiosa.  El mejor agente de cambio es un promotor de las ideas, fortalezas, recursos y habilidades en los demás, buscando formas de canalizarlas, a veces mediante la provocación causada por una idea o por una posiblidad, otras veces mediante la búsqueda de respuestas a condiciones extremas y complejas causadas por las incapacidades e ineficacias del sistema imperante.  Más que todo, el agente de cambio a veces inicia algo y lo deja en manos de los más conocedores y capaces, porque el verdadero cambio, la transformación profunda, no está centrada en las acciones de una persona sino en la conjunción de las mejores ideas entre las personas más capaces y más conocedoras.  

            Una comunidad sin agentes de cambio se queda en manos de oportunistas y demagogos, o se ata a un derrotero autodestructivo.  Las comunidades, al igual que la mayoría de las cosas, cuando son dejadas a su propia suerte tienden a degenerarse, no a mejorar.  Cambiar el curso de las cosas requiere de la acción continua de buenos agentes de cambio.  Hoy, más que nunca, Las Terrenas necesita de agentes de cambio visionarios, valientes y veraces.

miércoles, 2 de junio de 2010

Transgresiones

No hay cambios sin transgresiones.

El artista es un transgresor. Altera la realidad conocida por la mayoría de nosotros y la presenta visualmente de manera alterna, diferente, provocativa, alterada, transformada; o sea, transgredida. Si no tuviéramos transgresores como Cezanne, Renoir, Dalí, Picasso, Hashigushi Goyo, o como Charlie, Esteban o Moiseau entonces la realidad sólo sería en blanco y negro o en colores pasteles. Los pinceles, los acrílicos, las navajas, el taladro, la guitarra o simples piedras ayudan al artista a transgredir el espacio simple y monótono, creando para el mundo nuevos espacios, nuevas emociones y nuevas experiencias. El artista nos ayuda a explorar los tabús, a veces profundizándose en lo prohibido y ayudándonos de esa manera a comprender de manera diferente nuestra realidad. Sin esas transgresiones todo estaría en un máximo de dos dimensiones y limitado a los siete colores del arco iris.

El educador es un transgresor. No me refiero al que se para en un aula para vomitar lo que se tragó, sino al que llega a un aula con la intención consciente de crear una revolución por medio de cada lección. Si los alumnos salieron del aula como llegaron perdieron una preciosa oportunidad de cambiar el teclado de sus mentes, la combinación numérica de sus corazones. El educador transgresor hace del aula un taller de la revolución, fomentando el que sus alumnos desafíen las realidades conocidas, alteren la apatía creada por el consumismo y provoquen alteraciones forzosas en la manera en que se conduce la sociedad. La falta de educadores transgresores y de educandos transgredidos ha ayudado a crear entre nosotros una sociedad de vacas que van camino al matadero.

Los niños son transgresores. No aceptan los espacios, ni las órdenes, ni las reglas, ni la manera en que funcionan las cosas. Los forzamos a que se pongan ropa, a que no se enloden, a que hagan estrictamente lo que le decimos y a que crean nuestras mentiras; pero pronto descubren que hay muchas maneras de hacer las cosas y que les voceamos para encubrir nuestra falta de lógica y nuestra ignorancia. Cuando los niños se convierten en espejos de nuestras conformidades dejan de transgredir y se convierten en adultos chiquitos: morosos, aburridos, ignorantes y malhumorados.

El político es un anti-transgresor por naturaleza y por necesidad. Codicia la conformidad y fornica diariamente con las musas de la pobreza. Ama a los pobres porque son los desempoderados y puede hacer con ellos lo que les plazca y lo que le place es que todo siga como es. Por eso no transgrede, para no cambiar las cosas. Concreto, contenes, obras, corrupción, impunidad y manipulaciones son los artificios del político para dejar las cosas como son, para que el engaño continúe. Hacer buena política, la del servicio, la de la honestidad, sería transgredir demasiado y por eso no tiene ni la capacidad ni el deseo de trangredir. El político transgresor sería un suicida. Por eso no conocemos de ningún político que se haya suicidado.

Los capitalistas son anti-transgresores por obligación. El capital es una maldad maléfica aunque desgraciadamente necesaria. Su antítesis es la transgresión provocada por el capital con equidad social. Necesitamos capitalistas transgresores, los que trabajan para la equidad y la sostenibilidad, para que haya una mejor redistribución de la riqueza y mejores garantías de un futuro mejor. El capitalista común, explotador y depredador, se cree dueño de su capital y de los recursos que lo crearon, tratando al componente humano dentro del esquema de explotación como una utilería más, dispensable, cambiable y abandonable. Por otro lado, el capitalista transgresor invierte igual o más en el desarrollo humano y en la equidad económica que se atreve a poner en riesgo a los capitalistas tradicionales, desenmascarando sus sistemas de explotación. Hay muy pocos capitalistas transgresores porque los capitalistas explotadores se encargan de hacerlos desaparecer.

La transgresión es una experiencia social y espiritual. Los que la viven han revelado obtener profundas recompensas personales y grandes sacrificios materiales. En el mundo se escasean los Nelson Mandela, los Mahatma Gandhi, las Madre Teresa, los Martín Luther King, los Grameen Shakti, los César Chávez, las Arundhati Roy, los Paulo Freire, los Muhammad Yunnus, los Malcom X, las Rigoberta Menchú, los Juan Bosch.

Los transgresores son ejemplos civilistas. Uno de nuestros más grandes transgresores, Francisco Alberto Caamaño Deñó, le tocó ser presidente de la república en sustitución, por acto del Congreso Nacional, al electo Presidente Juan Bosch, derrocado en un golpe de estado. En un acto multitudinario en la Torre del Homenaje el transgresor Caamaño renuncia a la presidencia el 3 de septiembre del 1965 con las siguientes palabras:
Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el Honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Y tengo fe en que así será.”
Transgresores así hacen mucha, mucha falta.
Comenzando desde arriba: Martin Luther King, Arundhati Roy, Grameen Shakti, Paulo Freire, Nelson Mandela, Mohammen Yunnus, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Juan Bosch, Madre Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Malcolm X, Mahatma Gandhi, Ché Guevara, César Chávez.

jueves, 9 de octubre de 2008

El Ombligo de la Vida

Señores y señoras, el más feo, el más lindo, el más pobre, el más rico, el más comparón, el más retrasao, el más sucio y el más limpio, todos, sin excepción, tienen un ombligo.
Un niño, con una infección severa del ombligo llamada “onfalitis” se puede morir.
Un gordo, tan gordo y tan panzón, puede que no se pueda ver el ombligo (entre otras cosas que no se puede ver en sí mismo).
Y los antiguos griegos dicen que el rey de todos los dioses, queriendo encontrar al centro del mundo, mandó a dos aguilas a volar y a darle la vuelta al mando, y al lugar donde el vuelo de ambas se cruzó allí lo llamaron “onfalón”, que quiere decir ombligo.
En algunas culturas alrededor del mundo se guarda parte del ombligo después de nacer. Yo sé que mi mamá tiene el mío y el de mi hermana.
Hoy en día se guarda la sangre y el tejido contenidos en el ombligo para uso futuro y para investigaciones clínicas.
Hoy en día el ombligo es la parte del cuerpo más popular. Párese en la calle y de cada 10 mujeres que usted ve 5 van enseñando el ombligo. Y señores, cuando usted ve a Shakira meneando su ombligo en uno de sus videos musicales, ahí se paran las aguas. A mi me ha estado al dar dos ataques al corazón observando al ombligo de Shakira por TV.
A algunas gentes que se creen más que todo el mundo se les dice “se creen el ombligo del mundo.” Aquí en Las Terrenas hay varias de esas gentes que se creen que son el papaupa de la matica y que saben más que el diantre; o sea, que son el ombligo de Las Terrenas.
Algunas gentes se hacen cirugías dizque para que se le vea el ombligo más chiquito, o más parado, o más vertical. Lo que no se puede hacer es hacer desaparecer el ombligo. A unos pacientes se lo cubrieron de piel y le tuvieron que hacer la cirugía otra vez porque sin el ombligo se sentían desorientados.
Y es porque el ombligo marca el centro de nuestros cuerpos. En algunos círculos se dice que del ombligo pa’arriba todo es santo y bueno; y que del ombligo para abajo por ahí es que manda el diablo. Yo no tengo la menor idea de por qué dicen eso, pero así dicen.
Lo que el ombligo sí hace, para todos, es recordarnos la vida fetal, ese momento en que estábamos apegados a la vida de otra persona, de nuestra madre. Sin estar pegado de la madre no podíamos vivir. Y eso gesto de dependencia indispensable crea en nosotros una deuda que nunca se podrá pagar. Es la deuda de la vida y el ombligo nos recuerda que no nacimos solos, que nacimos de alguien, que le debemos nuestra vida a otra persona, es una deuda eterna mientras tengamos vida y sea grande, chiquito, feo o bonito, el ombligo nos dice “le debemos la vida a otra persona.”
Y por eso es que el ombligo, el ombligo de la vida, es una buena metáfora para el medio ambiente.
Damas y caballeros, el ombligo de la vida es la naturaleza que nos rodea. El aire limpio provee de las hojas de los árboles, las que absorben la contaminación y despiden entonces aire purificado. El agua sin la cual no podríamos vivir proviene del ciclo de evaporación del agua del mar, que sube y se convierte en nubes y luego desciende a bañar toda la superficie terrestre, haciendo posible la vida de las plantas, que luego nos nutren y producen lo necesario para nosotros comer y subsistir.
Mucha gente viven tan ocupados y tan preocupados con simplemente vivir, o sea, tienen que pasarse el día buscándose la vida, que entonces se olvidan de dónde proviene la vida. La vida proviene de ese ombligo que se llama la naturaleza, la madre tierra. Sin esa naturaleza no podríamos vivir. Lo que le hacemos a la madre naturaleza se lo hacemos a la vida. Tratamos bien al ombligo de la vida y eso ayuda a preservar la vida; tratamos mal al ombligo de la vida y eso trae sus resultados negativos para nuestra existencia.
En un pueblo como el nuestro, aquí en Las Terrenas, la naturaleza es espléndida. En Las Terrenas hay árboles, cañadas, pozos, tierra, campo, lluvia, aire y bellezas naturales por doquier. Yo creo que si hay un sitio en el mundo al que le corresponde que se le llame “el ombligo del mundo,” es aquí en Las Terrenas. Aquí hay tantas cosas bellas, hermosas, inolvidables. No solamente la gente, aquí en Las Terrenas hay gente bonita, hermosas, aquí hasta los más feos son bonitos, porque aquí hay una mezcla increíbles de personalidades, de diseños físicos, de corazones, de sentimientos; pero también muchísimas cosas liadísimas en la naturaleza que nos rodea. En el medio de toda esa belleza natural, de ese ombligo de la vida natural y permanente, hay también problemas. Hay ciertas cosas que han puesto en gran riesgo al ombligo de la vida terrenera. En los últimos años ha habido depredaciones increíbles en el medio ambiente. En casi seis años que he vivido aquí me ha dado pena ver cómo han desaparecido humedales, árboles antiquísimos, las colinas de Cosón la han depredado como se depreda un lechón en nochebuena. La tala de árboles, camiones llenos de mierda de pozos sépticos echándolos en las cañadas de la loma, permisos otorgados para cortar árboles, para talar montañas, para cegar humedales. Aquí ha habido y las hay, ahora mismo, compañías constructoras e inversionistas, que tiran plásticos y basura al subsuelo y luego lo cubren, como si eso no importara. Los platos de comida de todos sus trabajadores son plásticos y en lugar de buscar alternativas, o de recogerlos y disponer de ellos adecuadamente, simplemente lo dejan ahí o lo siembran en el subsuelo donde van a durar 500 años antes de reintegrarse a la naturaleza.
Aquí prácticamente nadie supervisa adecuadamente para que ese ombligo de la vida no se maltrate tan malvadamente y esa onfalitis, o sea, la infección del ombligo que puede matar, la causan no solamente los depredadores mismos, como los dueños de camionetas y camiones que recogen basuras en restaurantes y hoteles y luego las tiran en las esquinas de las carreteras, como la nueva carretera a Limón, que es un basurero abierto; sino que también la han causado y la siguen causando autoridades a todos los niveles quienes demuestran no solamente ser ignorantes y desfachatados, sino que no le tienen el menor respeto al ombligo de la vida.
En medio de la magia de este lugar, el centro del mundo, el ombligo de la belleza de este pais, da pena que hallan charlatanes que no cumplan con sus obligaciones para preservar y cuidar del ombligo de la vida.
Pero el peor de los depredadores es, ¿saben quién es? Saben quién es el peor abusador del medio ambiente, el charlatán más grande, el salvaje más cruel, vil, el que merece que lo agarren ya ustedes saben por dónde y le arranquen lo que tiene y lo que no tiene? ¿Quiéren saber quién es?
Aquí y ahora mismo se los voy a decir y voy a dar la evidencia.
El peor de los depredadores del ombligo de la vida aquí en Las Terrenas he sido yo. Sí, damas y caballeros, yo. Yo, cuando no he hecho caso al hermoso mundo que me rodea. Yo, que cuando llueve aprovecho a tirar mi basura al Caño Seco para que se la lleve al mal. He sido yo, con el humo excesivo de mi vehículo. He sido yo, echando baterías y pilas cargada de mercurio. He sido yo, echando los pañales desechables o pampers inadecuadamente (los pampers son una de las fuentes más grandes de contaminación química y no solamente por lo que recogen de los niños). He sido yo, cuando no me preocupo por el manejo de la basura en mi casa, en mi barrio, en mi ciudad.
Y digo que soy yo porque aunque tuviéramos la mejor oficina de medio ambiente del pais, que no la tenemos; aunque tengamos al mejor ayuntamiento del pais, que no lo tenemos, yo creo que tenemos una de las peores administraciones edilicias del pais y la peor que ha tenido Las Terrenas en toda su historia; aunque tengamos 50 camiones que recojan la basura; aunque tengamos un vertedero que dure para toda la vida; aunque tengamos todo un sistema eficiente y perfecto; aún así, si yo, yo el individuo, yo la persona, yo la ama de casa, yo el estudiante, yo el profesional, yo el marchante, yo el ventorrillero, yo el vendedor de frutas, yo el lavador de carros, yo el dueño de gasolinera, yo el ministro de iglesia, yo el dueño de bar, yo el médico, yo el maestro, yo soy el principal responsable de mantener al ombligo de la vida sano y saludable. Nadie puede hacer por mi lo que yo debería hacer por mí mismo.
Señores, nosotros preservamos cuidadosamente a nuestros ombligos. Lo mantenemos limpio y aseado. No hay cosa más fea que un ombligo asqueroso. Y si tomamos tanto cuidado con nuestro ombligo, con el centro de nuestros cuerpos, a ese punto central de nuestro físico que si pudiéramos hacerlo nos pasaríamos el día dándole besos, así como llenamos de besos ardientes, cálidos, quisquillosos, lujuriosos, al ombligo de nuestras esposas, de nuestras amantes; porque nos gusta, porque es hermoso, porque es limpio. Y así como nos gusta y así como cuidamos de nuestros ombligos debemos preservar al ombligo de la vida, a la naturaleza, sus aguas, sus ríos, sus árboles, sus calles, sus veredas, sus playas, sus montes, sus valles y su aire.
Si quieres preservar la vida entonces cuida del ombligo de la vida. Yo sé que puede ser difícil, cansador, sacar esa fundita de basura para llevarla al zafacón, pero cuando lo haces ayudas a preservar al ombligo de la vida. Gracias a Hervé Brousset, un ciudadano francés preocupado por el problema de la basura, en los últimos 4 años se han colocado cerca de 500 tanques de basura en todo el pueblo. ¿Se imaginan cómo sería Las Terrenas sin esos 500 tanques donde uno puede echar la basura? Porque sin esos tanques, ¿adónde iría a parar la basura? Gracias a él y a muchos donantes, comerciantes y particulares, la basura se recoge un chin chin mejor en esos tanques. Y ya que los tenemos, caminemos el poquito de espacio hacia uno de ellos y echemos la basura adentro. Luego, prendámosle 50 velas a San Miguel y roguemos que el ayuntamiento haga el trabajo al cual lo obliga la ley y para el cual recibe dinero del presupuesto nacional, o sea, que recoja la basura en todas partes. La gente cuando ve basura echa más basura. Pero por eso es que yo, yo y yo, soy el responsable y yo, yo y yo, puedo cambiar las cosas en mi entorno inmediato.
Yo confío, terrenero, que el amor hacia el ombligo de la vida sea mucho mayor que el amor a la apatía, al no hacer nada, al no hacer nuestra parte individual, a no ser responsables de preservar al ombligo de la vida. Sí, es más fácil echarle la culpa a otros, es más fácil decir que es culpa del ayuntamiento, o de cualquier otra entidad. No es fácil echarnos la culpa a nosotros mismos.
Lo que yo te pido no es que te eches la culpa. Lo que yo te pide es que tú te conviertas en el dueño de tu ombligo, del ombligo de la vida, de la naturaleza. En que tú seas un agente de cambio para ayudar a preservar la vida. Que hagas lo posible TU, y nadie más, para que ese ombligo de la vida sea preservado y cuidado. Cuando te pongas a lavar tu motor en el río, piensa en el ombligo de la vida. Cuando tu muffler hace ruido y echa humo, piensa en el ombligo de la vida. Cuando la fundita de basura se llenó, piensa en el ombligo de la vida. Antes de cortar ese árbol o de tumbar ese monte, piensa en el ombligo de la vida. Acuérdate que tienes una deuda de por vida con la que te dio la vida, estás pegado por el ombligo a la que te dio la vida. Y así estés igualmente pegado al ombligo de la naturaleza, a su aire, su agua, sus árboles, sus frutos, su mar, sus ríos, sus humedales, sus cañadas, sus cuevas y sus colinas. No maltrates a la que te dio y a la que te preserva la vida.
Terrenero, enamórate de tu ombligo, enamórate de la vida, protege al medio ambiente.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...