Volvernos ciegos significa que la pobreza ni nos importa ni es culpa nuestra. En nuestra ceguera comemos, bebemos y dormimos pretendiendo que todo sigue normal, que nuestro mundo está protegido y que nuestros bienes, ensueños y vida son parte esencial de nuestro paraíso, al que ni los pobres ni la pobreza pueden alterar. Nos podemos quejar de muchas vainas: de la luz y del agua, de la basura y del ruido, del gobierno y de los mosquitos, de los precios y del cambio del dólar y de los euros; pero, al fin y cuentas, todas las realidades de una sociedad pobre, incompleta y frágil, nos corren sobre la piel como lluvia sobre el techo, empapando el ambiente pero sin mojarnos.
Actuar ante lo que vemos implica reconocer el costo social en nuestro diario vivir. Usted sabe que en cualquier momento la persona que le ayuda en la casa
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Vivir ciego o tener visión revela la naturaleza de las personas. Yo estoy convencido de que nuestra comunidad tiene muchas personas de gran visión. Son personas que ayudan y que están comprometidas con la gente y con el pueblo. No sólo viven en su paraíso sino que ayudan a que otros también disfruten de lo mismo. Yo doy gracias cada día por las muchas personas, nacionales y extranjeras, que tienen visión y que ayudan a que nuestra comunidad mejore y a que eche pa’lante.
Lamentablemente hay muchas otras personas que son totalmente ciegos y viven completamente dentro de la burbuja de su apatía. Los escucho decir atrocidades de los dominicanos, de los extranjeros, del gobierno y de todo lo que existe aquí. Sin importar su nacionalidad se amparan bajo la crítica constante. Pero, ¡carajo! ¿qué hacen aquí? Váyanse para Santo Domingo, Nagua, San Francisco, París, Roma, Frankfurt, Madrid o de donde diablos sea que vinieron. Si sólo vinieron a existir dentro de su burbuja no añaden nada, sólo gastan el aire que respiran y la arena que pisan.
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Las Terrenas necesita urgentemente de hombres y mujeres, de iglesias y de pastores, de gerentes y empresarios, de educadores y de profesionales que no estén dormidos ante las profundas transformaciones sociales que nos impactan.
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La raíz del problema es compleja y no está en un solo sitio sino en todas partes. Por eso es que hay que comenzar a ver y a actuar. Las Terrenas clama por hombres y mujeres de visión que estén dispuestos a cubrir el costo social en nuestra comunidad, antes de que nos lleve la mismísima ciguapa de la descomposición social total.