Por
diez años consecutivos el vertedero ha sido la fuente de grandes y
profundas frustraciones en la población. En los últimos días la
frustración ha alcanzado niveles estratosféricos, incluyendo a
turistas que abandonan sus estadías, a extranjeros residentes que
comienzan a mudarse a otras localidades, al igual que a un amplio
espectro de residentes locales y nacionales, tanto en el pueblo como
en la loma.
El vertedero es una espina en la carne de todo alcalde. Es como un hijo vicioso, malcriado, maleante y pipero que constantemente te hace enfogonar. Te causa problemas con los vecinos, con los afectados por sus acciones y te trae problemas con el barrio, con las autoridades y contigo mismo. Te hace maldecir el día en que nació y te hace maldecir muchas otras cosas, pero sigue siendo tu hijo. El que no quiera tener un hijo así que no se meta a alcalde, o alcaldesa.
El
humo tóxico que nos rodea de día y de noche tiene efectos parecidos
a los del smog, afectando a todas las personas pero, particularmente,
a los asmáticos, a los que padecen de enfermedades crónicas y
respiratorias, a los fetos que le faltan tres meses de gestación y a
las personas con problemas cardiovasculares. El humo del vertedero,
además del C02, contiene dioxinas que son cancerígenas y como
proviene de la quema de todos tipos de materiales como el PVC y otros
plásticos, al igual que materiales industriales y químicos, se
convierte en una amenaza para la vida del feto, de los niños, de los
ancianos, de los aquejados de salud y de toda persona normal. Afecta
igualmente nuestra ropa, los equipos electrónicos y nuestra
actividad diaria.
Ni
José Alexis ni Marianita resolvieron el problema del vertedero, como
tampoco lo podrá resolver Alex. La verdad es que no hay solución
permanente a lo que hay a menos que sea a través de una
transformación profunda y sumamente costosa. El vertedero es un
problema que supera todos los escenarios y convierte a cada alcalde,
los que han sido, el que es y los que serán, en totales ineptos
(Inepto: “Que
carece de aptitud para cierto trabajo o función.”)
Además
de ser un problema de salud, social y económico, el vertedero es un
problema técnico. Nada puede evitar que el metano combustione en el
seno de esa enorme montaña de basura y no hay suficiente caliche
para eviter que explote de vez en cuando. El caliche es un mitigante
y adecuadamente manejado puede contener las combustiones automáticas
por cierto tiempo, pero no por siempre. Mover el caliche al tope del
vertedero y usar máquinas para esparcirlo adecuadamente cuesta y
bajo las condiciones actuales su costo supera la capacidad de
cualquier ayuntamiento para manejarlo.
Hay
varias soluciones a corto y largo plazo para buscarle salida a la
situación actual:
Declarar
la condición del vertedero como estado de emergencia y autorizar el
uso de recursos no presupuestados para mitigar la situación actual.
Cualquier fondo o prioridad que pueda tener la alcaldía
actualmente debe ser, en mi opinión, secundaria a la de preservar
la salud de sus habitantes, sobretodo cuando comienza a tener un
profundo impacto económico para este municipio de vocación
turística. Muchos turistas y residentes aguantan los hoyos en las
calles, las basuras en contenes, calzadas, cañadas y en todas
partes, aguantan los ruidos y todas las excentricidadas que se
pueden encontrar en este pedacito de suelo. Pero no aguantan
envenenarse con sustancias letales flotando en el aire durante el
día y mientras tratan de dormir, sobretodo si tienen problemas
respiratorios.
Después
de mitigar la situación actual, la alcaldía debe encontrar que el
CEIZTUR proporcione los fondos para mantener al vertedero bajo
control HASTA QUE se encuentre una solución definitiva. Ese quiere
decir que cada dos semanas hay que darle mantenimiento al vertedero
y que cada mes habrá que hacerle una intervención mayor. Eso
probablemente cueste 250,000 pesos cada mes, mínimo. Yo especulo
que de no mitigar la situación actual el municipio perderá un
millón de pesos al mes en pérdidas de ventas de habitaciones, en
alquileres de condominios, en la ausencia de clientes en
restaurantes y bares, sin tomar en cuenta el impacto negativo a
largo plazo para el destino y para la empresa turística.
El
empresariado turístico debe, de una vez por todas, unirse bajo un
propósito común e invertir recursos financieros, humanos y tiempo
para lograr la mitigación temporal y la solución definitiva de
este problema. Toda gestión efectiva costará dinero, si no que
nos pregunten a los que duramos años invirtiendo tiempo, vehículos,
dinero, energía y nuestra seguridad personal luchando por el fin
del monopolio eléctrico en Las Terrenas. Aunque decenas de
millones de pesos forman parte del ahorro causado por el fin del
monopolio nadie ha salido para recompensar a los activistas
sociales, quienes no lo hicieron esperando recompensa sino justicia
en el servicio eléctrico. Ahora les toca a esos empresarios
turísticos jugar su rol e invertir en la búsqueda de la solución
que bajo las circunstancias actuales no se encuentra en la alcaldía
sino en el gobierno central.
Hay
que hacer una marcha en protesta contra las condiciones actuales,
pero después de la marcha, ¿qué? Se necesita una estrategia y
persistir en ella. Se necesitan recursos que deben ser utilizados
transparentemente. Se necesita hablar menos y hacer más y se
necesita utilizar la energía y las capacidades existentes para
enfocarlas en la dirección correcta.
La
solución no es trasladar el vertedero y crear el mismo problema en
otro sitio dentro de la provincia. La solución es clara pero
compleja, realizable pero no a corto plazo, demostrable pero
profundamente dependiente de un cambio en la conducta humana que es
una de las cosas más difíciles de lograr. La solución es REDUCIR
LA BASURA, CLASIFICAR PARA RECICLAR y COMPOSTAR EL MATERIAL
ORGANICO. Cada uno de esos pasos implica cambios de conducta a
mediano y largo plazo y recursos para hacerlas posible.
Lo
anterior tranformará el manejo del desecho sólido pero no hará
desaparecer el vertedero actual, por lo que hay que intervenirlo o
seguirá combustionando hasta el fin del universo. Esa intervención
implica sellar los espacios y contener el lisiviado. Implica
introducir tuberías especiales para canalizar el metano y atraparlo
en tanques. Ese metano puede utilizarse para la producción de
energía eléctrica. Otra solución es ir desmontando el vertedero,
separando su contenido para diversos usos, pero eso no impide que
explote a menos que se capture el metano de manera adecuada. La
intervención someramente descrita aquí es altamente técnica e
implica una inversión de decenas de millones de pesos que la
alcaldía no tiene y que sólo el Ministerio de Turismo a través de
CEIZTUR podría hacer sin costo alguno a la comunidad.
En
lo que el hacha va y viene, ¿qué hacemos? Necesitamos definir lo
que deseamos, organizarnos para lograrlo y ejecutarlo de manera
objetiva y persistente. La alcaldía es inepta y el alcalde es
inepto y no necesariamente porque sean malévolos sino porque carecen
de los recursos humanos, técnicos y de maquinarias para lograrlo.
Peor que todo, el municipio no produce los recursos para convertir su
ineptitud en capacidad porque nosotros, los ciudadanos, no pagamos lo
que cuesta para hacer posible que la alcaldía, que históricamente
ha sido un centro de ineptitudes, se transforme en un centro
transparente de excelencia en la gerencia operativa.
Por
eso propongo tres revoluciones: primero, una revolución ya sea a
través de una marcha, o de una reunión con el Concejo Municipal y
con el Alcalde, para exigir la mitigación inmediata de las
condiciones, ya sea mediante la declaración de un estado de
emergencia por el Concejo Municipal que permita el uso de recursos
para “apagar” el vertedero y darle a la comunidad un descanso del
veneno tóxico que nos rodea por lo menos por las próximas dos
semanas; segundo, la revolución más profunda que sería que cada
casa en el municipio de manera voluntaria pague por el servicio y
exija y monitoree el uso adecuado y transparente de tales fondos, de
tal manera que se creen zonas de manejo de desechos sólidos, se
promueva la reducción, el reciclaje y el compostaje, se compren
camiones de diversos tonelajes, se entrene el personal y todos
aprendamos que la basura es el mejor negocio del municipio, el mayor
desafío, pero también la mejor opción para empoderarnos de los
resultados que deseamos ver; y la tercera, es convencer al gobierno
central, por todos los medios necesarios, para que intervenga al
actual vertedero tal como fue descrito arriba, trayendo los técnicos
y recursos necesarios para lograrlo. Si no hacemos ninguna de las
revoluciones tendremos humo tóxico por siempre.