Mostrando entradas con la etiqueta honestidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta honestidad. Mostrar todas las entradas

domingo, 13 de julio de 2014

La Pregunta Más Importante


Alguien me hizo ayer la pregunta equivocada.  La pregunta fue, “¿cuál piensa que sería el mejor candidato  a síndico de Las Terrenas?”  Mi respuesta fue, “ninguno”.  Esa también fue una respuesta equivocada, pero enseguida añadí la idea de que más que pensar en quién podría ser el próximo alcalde (o alcaldesa) en Las Terrenas debiéramos enfocarnos en lo que deseamos ver en Las Terrenas en los próximos 20 años.  Nuestra idea de comunidad para la generación presente y futura es lo que debiera determinar el alcalde o alcaldesa que merecemos.

Hasta ahora hay dos categorías de candidatos o de candidatos potenciales:  a) los probados, o sea, los que han tenido función pública en el marco local, como Mario Yunior Anderson, Guillermo Alcéquiez, Porfirio Rosario (Alcibíades), Juan de Peña, Agustín Tavarez y la actual incumbente interina, Mariana Vanderhorst, entre otr@s; b) y los no probados como Eduardo Esteban (Willy) y JMC Castillo (Pi).  Hay otros no mencionados aquí que son aspirantes o podrían llegar a ser aspirantes y caerían igualmente en una de esas dos categorías.

El primer indicador de posible desempeño en el futuro es el desempeño que han tenido en el pasado.  Generalmente, en términos de perfiles humanos, la conducta anterior es el primer vaticinador de la conducta futura, por lo que el análisis de cualquier candidato potencial debe llevarnos a una ponderación de su conducta anterior y, como en Las Terrenas nos conocemos todos, creo que hay amplias y variadas informaciones de las cuales partir para intentar vaticinar lo que sería una eventual gestión de los ya “probados”.  Todo ciudadano políticamente activo, partidista o no, debe hacerse la pregunta, “Si miro a la conducta anterior de fulano de tal, ¿cómo sería su gestión como alcalde/alcaldesa en el municipio?”  Nadie puede responder por nadie, sino que cada uno de nosotros con nuestro conocimiento y nuestras conciencias (algunos con sus estómagos) tendremos que elegir.  En el caso de los “no probados”, nadie crece o se desarrolla en un vacío, por lo que esa pregunta aplica a ellos también.


El segundo indicador de posible desempeño es la edad.  Con la excepción de la Dra. Vanderhorst, ese campo de candidatos está medio verde.  Con los años entran una serie de cualidades indispensables para un buen desempeño público y, aunque no se cumple en todos los casos, la edad provee más capacidad de reflexión, menos impulsividad, más sopeso en la toma de decisiones y, además, más paciencia y sabiduría.  Una cualidad de la madurez es saber decir “no”.  Algunos pre-candidatos se les conoce como incapaces de saber escoger entre un “sí” y un “no”, con sus temibles consecuencias para ellos y para los demás.  Prometer es barato.  Por eso creo que a una buena parte de esos precandidatos le hace falta por lo menos cuatro añitos más de pulimiento, de servicio público desinteresado, de intenciones y acciones manifiestas, de madurez y de probatoria ante la presión del público, para que demuestren su capacidad no de decir “sí” sino de saber cuándo decir “no”.  Algunos ya se han quemado prematuramente y en lugar de cualidades humanizantes vemos en ellos simples caricaturas de lo que pudieran haber sido y garabatos de lo que verdaderamente son.


El tercer indicador y el más importante es la honestidad.  No tengo ninguna base para calificar la honestidad de ninguna de esas personas, pero cuando mi amigo me hizo la pregunta sobre el mejor candidato para el 2016 lo que afirmé de manera más específica fue, “lo que más necesitamos en Las Terrenas es un candidato honesto, alguien que con su honestidad siente las pautas para los próximos 20 años, el que con su honradez nos ayude a superar las torpezas del pasado y nos empuje hacia un futuro promisorio”.  La honestidad no depende ni del partido, ni de la edad, ni de las experiencias, sino de las cualidades intrínsecas en la persona.  Le hice referencia a Pepe Mujica, presidente de Uruguay, quien en los últimos años se ha convertido en un paradigma de servidor público.  Lo admiramos y lo deseamos porque vemos en él más que cualquier otra cosa a una persona honesta, o sea, a una persona decente, justa, razonable y honrosa, cuya integridad identifica cada uno de sus pasos y que cumple con sus palabras; o sea, una persona cuyas acciones reflejan su decir y su pensar sin dejar dudas sobre sus cualidades humanas y sobre su vocación de servicio.  Pero no nos engañemos. Pepe Mujica no se auto eligió, los uruguayos lo eligieron por mayoría.  Para nosotros elegir a alguien honesto el pueblo tiene que demandar honestidad de sus candidatos y entonces votar por la honestidad.


No tenemos a un Pepe Mujica en Las Terrenas, ¿pero sería demasiado pedir que encontremos a alguien que por lo menos despliegue un 10% de sus cualidades humanas, de su integridad y de su honestidad?  Mujica está entrado en años y tiene un historial de lucha innegable y ejemplar.  Yo sueño con que dentro de 10 años Las Terrenas pueda producir a alguien como él.  Por el momento, no lo encuentro en nuestro medio, lamentablemente, pero eso no quita los deseos de que hagamos lo posible para que en nuestro medio nazca, florezca y se despierte el más profundo deseo de que nuestro futuro gerente municipal sea, más que cualquier otra cosa, una persona cabalmente honesta.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Mentira y Verdad


Todos decimos mentiras.  Según estudios recientes una persona promedio dice 9 mentiras al día, ó 63 a la semana, ó 1900 al mes, ó 23,000 al año.  Cuando cumplimos 45 años ya hemos mentido un millón de veces.  Esos estudios también revelan que las mujeres mienten la mitad de veces que los hombres.  Las mujeres tienden a mentir para que los demás se sientan mejor, mientras que los hombres mienten para ellos mismos sentirse mejor.

Sin importar quién somos, ni de dónde venimos, la verdad es que cada uno de nosotros en algún momento de nuestras vidas deseamos ser diferente a lo que somos, o deseamos que las cosas sean diferente a lo que son, por eso nos decimos mentiritas “blancas,” o pretendemos, tan sólo por un breve momento, que las cosas no son como son realmente, sino como deseamos que ellas sean.  

La mentira más común es “estoy bien, gracias”, seguida por “¡qué bien te ves!”  Pero la mentira que más escuchamos es “todo está bien y estará mejor”, al igual que “vamos a hacer ésto y aquéllo”, ambas cayendo en labios de politicos y de personas que desean que el público acepte lo que están diciendo.

Una de las consecuencias más poderosas del asunto Wikileaks es que revela cuán lejanas están las verdaderas realidades políticas en este mundo.  Nos ayuda a entender que un gobierno o el líder de un pais puede estar diciendo una cosa mientras hace otra.  El caso del ex-secretario de turismo, Felucho Jiménez, es francamente estrambótico en la manera en que él aspira a defender su “honor.”  Algunas personas no entienden que el honor lo perdieron hace tiempo.  O, cómo, en el caso de los Estados Unidos, todo ese pais es llevado a la guerra, la que trae la muerte de miles de soldados norteamericanos (oficialmente 4,430 soldados muertos, 33,000 heridos, aunque la cantidad real se estima en cerca de 100,000 heridos) y de cientos de miles de iraquíes (extra-oficialmente unas 108,312 personas), la gran parte de ellos víctivas civiles e inocentes, y todo por una mentira del gobernante y de los que le acompañaron en esa acción insensata y vulgar.

No todas las mentiras se dicen, a veces basta con callar la verdad, como en el caso de nuestro pais en el que es obvio que hay corrupción y robos a diestra y siniestra por partes de líderes politicos, pero nunca ha habido la más minima penalización y mucho menos admisión de lo que ocurre (aunque una encuesta reciente reveló que el 82% de la gente dice que la corrupción es rampante).  

Todo sabemos lo que realmente está ocurriendo, pero todos somos participes de una mentira compartida que cuando es tan generalizada y aceptada se convierte en una fibra de la cultura y de la identidad nacional.  En otras palabras, sabemos que nos mienten y aceptamos que nos sigan mientiendo.

Recientemente le dije a un líder local que no creo en nada de lo que dice ni en nada de lo que hace.  No importa lo que diga ni cómo lo diga creo que la persona en cuestión vive una patología de la mentira 24 horas al día, tanto es así que la persona seguramente se cree sus propias mentiras.  Cuando uno llega a ese punto es difícil soltar la mentira y vivir auténticamente.  Unas cuantas mentiras eventualmente se convierte en un patrón de mentiras y, eventualmente, se asimila dentro de la misma fibra del ser.  Es un peligro para el alma del individuo pero, peor aún, es trágico para los que tengamos que vivir bajo el liderazgo de esa persona.

El mayor desafío para nuestros líderes es dejar la postura de una verdad cuando se sabe que es una mentira.  La postura es crear la apariencia de que se habla y se actúa verazmente, cuando en realidad ellos y algunos otros saben lo que hay.  Aunque vivir verazmente todo el tiempo, o decir siempre el 100% de la verdad es humanamente imposible, lo que sí es deseable es que hagamos los intentos de vivir más auténticamente y que, en el caso del destino de un grupo de personas, pueblo o nación, que sus líderes sean mejor conocidos por decir mayormente la verdad que por decir mayormente la mentira.

Al empezar este nuevo año propongámonos hacer un cambio transcendental en nuestras propias vidas:  atrevámosnos a decir menos mentiras y provoquémosnos a demandar más verdad de parte de nuestros líderes.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...