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lunes, 14 de junio de 2010

Vida y Muerte

Cambios en la vida comienzan con la muerte

Para entender la vida hay que entender a la muerte. La mejor manera de empezar sería imaginándome muerto, dentro de un ataúd, la puerta cerrada sobre mi rostro, sin respirar, sin moverme y sin pensar en nada. Lo hice una vez dentro de un ataúd y una segunda vez dentro de las entrañas de una caverna, 20 metros bajo tierra, cuando apagué mi linterna y no se veía nada, ni se oía nada y casi no se sentía nada. Oigame, ¡esa fue una experiencia del cachimbo!

La verdad es que comencé a morirme desde antes de nacer. No muerto completo sino muerto a pedacitos. Mis células y hasta organismos completos dentro de mi comenzaron a aniquilarse a sí mismos por el beneficio que causaban a otras partes del todo. Eso tiene un nombre, se le llama apoptosis, un mecanismo de autodestrucción existente en cada organismo multicelular. Por ejemplo, mi mano tiene cinco dedos porque las células que existían entre mis dedos murieron cuando era todavía un embrión. Un embrión, aún desde su etapa de 8 a 10 células depende de la muerte de algunas células (el espermatozoide que penetra al óvulo constituye una primera unidad celular, luego se divide automáticamente en dos células, luego en cuatro, luego en ocho y así hasta alcanzar su madurez genética). En otras palabras, si no fuera por esa muerte nunca hubiera llegado a estar vivo.

Aún de adulto no podría vivir sin la muerte. Sin la apoptosis me moriría completamente cubierto de cánceres. Mis células están constantemente desarrollando mutaciones que podrían producir un caos celular. Pero un sistema interno de vigilancia, como el mantenido por una proteína conocida como p53 (llamada el "guardian del genome") detecta tales errores celulares y les ordena a que cometan suicidio celular masivo.

Esas muertes celulares programadas me mantienen vivo. También permiten que en lo más profundo de mis intestinos las células se regeneren, permitiendo el procesamiento de alimentos y desechos. Igualmente mi piel cambia totalmente cada ocho días, así que nuevas celulas ocupan el lugar de las células que se han suicidado. Si después de levantarme en la mañana tomo las sábanas y las sacudo voy a ver un polvillo en el aire. No es el caliche de la calle sino mi piel muerta, desechada por el cuerpo y recogida por la sábana. Mi colchón, está llenito de células muertas que mi piel desechó, y ese olor peculiar de mi colchón y de mi almohada es de esas células muertas, podridas, apestosas y sucias. Si alguna vez encuentro cucarachas o insectos pequeñitos en mi colchón es porque están buscando a esas células muertas para alimentarse de ellas.

De igual manera, cuando mi cuerpo ha terminado de combatir a una infección y se encuentra repleto de células blancas obsoletas, todas ellas cometen suicidio como si estuvieran obedeciendo una orden militar, para que así la infección e hinchazón subsanen. Si las células blancas no perecen la hinchazón sería permanente. Pus es nada más y nada menos que células blancas muertas.

Ahora cierro mis ojos por un momento y me imagino que dentro de mi cuerpo, ahora mismo, en este mismo instante, hay células que se están muriendo, o suicidándose, para que el resto de mi pueda seguir viviendo. Yo, que pensaba que todo lo que hacía era vivir, me doy cuenta que también me estoy muriendo. No muriendo para morirme, sino muriendo para poder vivir.

Ahora observo a todas esas chicas tan hermosas (derecha), lindas, fragantes, elegantes, eróticas, con el vaivén de sus cadencias, con sus rostros hermosos y sus sonrisas picarezcas, con todas sus promesas y todas sus ofertas (lo mismo se puede decir de los hombres). Se están muriendo. Cada día, cada hora, cada instante, se están muriendo. Partes de ellas se mueren para que el todo de ellas pueda vivir.

Como sé que me estoy muriendo por dentro…para poder vivir, voy a aprovechar al máximo ese sacrificio supremo que han hecho mis células para mantenerme vivo. Ellas quisieron que siguiera vivo para que disfrutara mi vida. Voy a ayudarlas tomando decisiones sabias y honestas en cuanto a mi mismo y a los demás, en cuanto a mi familia, mi ambiente, mis seres queridos, mis amigos y mi comunidad. Y sé que tomando decisiones sabias y sensatas en cuanto a mi mismo, todas las demás personas y la comunidad resultarán beneficiadas.

Te invito a que hagas lo mismo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Transgresiones

No hay cambios sin transgresiones.

El artista es un transgresor. Altera la realidad conocida por la mayoría de nosotros y la presenta visualmente de manera alterna, diferente, provocativa, alterada, transformada; o sea, transgredida. Si no tuviéramos transgresores como Cezanne, Renoir, Dalí, Picasso, Hashigushi Goyo, o como Charlie, Esteban o Moiseau entonces la realidad sólo sería en blanco y negro o en colores pasteles. Los pinceles, los acrílicos, las navajas, el taladro, la guitarra o simples piedras ayudan al artista a transgredir el espacio simple y monótono, creando para el mundo nuevos espacios, nuevas emociones y nuevas experiencias. El artista nos ayuda a explorar los tabús, a veces profundizándose en lo prohibido y ayudándonos de esa manera a comprender de manera diferente nuestra realidad. Sin esas transgresiones todo estaría en un máximo de dos dimensiones y limitado a los siete colores del arco iris.

El educador es un transgresor. No me refiero al que se para en un aula para vomitar lo que se tragó, sino al que llega a un aula con la intención consciente de crear una revolución por medio de cada lección. Si los alumnos salieron del aula como llegaron perdieron una preciosa oportunidad de cambiar el teclado de sus mentes, la combinación numérica de sus corazones. El educador transgresor hace del aula un taller de la revolución, fomentando el que sus alumnos desafíen las realidades conocidas, alteren la apatía creada por el consumismo y provoquen alteraciones forzosas en la manera en que se conduce la sociedad. La falta de educadores transgresores y de educandos transgredidos ha ayudado a crear entre nosotros una sociedad de vacas que van camino al matadero.

Los niños son transgresores. No aceptan los espacios, ni las órdenes, ni las reglas, ni la manera en que funcionan las cosas. Los forzamos a que se pongan ropa, a que no se enloden, a que hagan estrictamente lo que le decimos y a que crean nuestras mentiras; pero pronto descubren que hay muchas maneras de hacer las cosas y que les voceamos para encubrir nuestra falta de lógica y nuestra ignorancia. Cuando los niños se convierten en espejos de nuestras conformidades dejan de transgredir y se convierten en adultos chiquitos: morosos, aburridos, ignorantes y malhumorados.

El político es un anti-transgresor por naturaleza y por necesidad. Codicia la conformidad y fornica diariamente con las musas de la pobreza. Ama a los pobres porque son los desempoderados y puede hacer con ellos lo que les plazca y lo que le place es que todo siga como es. Por eso no transgrede, para no cambiar las cosas. Concreto, contenes, obras, corrupción, impunidad y manipulaciones son los artificios del político para dejar las cosas como son, para que el engaño continúe. Hacer buena política, la del servicio, la de la honestidad, sería transgredir demasiado y por eso no tiene ni la capacidad ni el deseo de trangredir. El político transgresor sería un suicida. Por eso no conocemos de ningún político que se haya suicidado.

Los capitalistas son anti-transgresores por obligación. El capital es una maldad maléfica aunque desgraciadamente necesaria. Su antítesis es la transgresión provocada por el capital con equidad social. Necesitamos capitalistas transgresores, los que trabajan para la equidad y la sostenibilidad, para que haya una mejor redistribución de la riqueza y mejores garantías de un futuro mejor. El capitalista común, explotador y depredador, se cree dueño de su capital y de los recursos que lo crearon, tratando al componente humano dentro del esquema de explotación como una utilería más, dispensable, cambiable y abandonable. Por otro lado, el capitalista transgresor invierte igual o más en el desarrollo humano y en la equidad económica que se atreve a poner en riesgo a los capitalistas tradicionales, desenmascarando sus sistemas de explotación. Hay muy pocos capitalistas transgresores porque los capitalistas explotadores se encargan de hacerlos desaparecer.

La transgresión es una experiencia social y espiritual. Los que la viven han revelado obtener profundas recompensas personales y grandes sacrificios materiales. En el mundo se escasean los Nelson Mandela, los Mahatma Gandhi, las Madre Teresa, los Martín Luther King, los Grameen Shakti, los César Chávez, las Arundhati Roy, los Paulo Freire, los Muhammad Yunnus, los Malcom X, las Rigoberta Menchú, los Juan Bosch.

Los transgresores son ejemplos civilistas. Uno de nuestros más grandes transgresores, Francisco Alberto Caamaño Deñó, le tocó ser presidente de la república en sustitución, por acto del Congreso Nacional, al electo Presidente Juan Bosch, derrocado en un golpe de estado. En un acto multitudinario en la Torre del Homenaje el transgresor Caamaño renuncia a la presidencia el 3 de septiembre del 1965 con las siguientes palabras:
Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el Honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Y tengo fe en que así será.”
Transgresores así hacen mucha, mucha falta.
Comenzando desde arriba: Martin Luther King, Arundhati Roy, Grameen Shakti, Paulo Freire, Nelson Mandela, Mohammen Yunnus, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Juan Bosch, Madre Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Malcolm X, Mahatma Gandhi, Ché Guevara, César Chávez.

sábado, 6 de marzo de 2010

Paradigmas

Un paradigma es un modelo, un cuadro mental que nos permite seguir las cosas según concepciones premeditadas o inconscientes.

Por ejemplo, la mayoría de las mujeres viven bajo el paradigma de que ella son las que deben ocuparse del hogar, del cuidado de los niños, de la comida y de la salud familiar. La mayoría de los hombres viven bajo el paradigma de que ellos son los principales proveedores, los que se buscan el pan en la calle, los “padres de familia” que son responsables de mantener la casa. Otro ejemplo de una condición social paradigmática son los servicios del gobierno.

En el caso dominicano, a manera de ejemplo, se espera que el estado provea servicios de salud y de educación gratuitos, tal como lo manda la Constitución y las leyes, lo que hace malamente pero lo sigue haciendo aún. En un aspecto relacionado, el paradigma tradicional promueve el que los líderes políticos tiendan a ser autoritarios, que manden y trazen pautas de manera centralizada y por ello la gente espera que el líder político “resuelva,” porque para eso es jefe.

En estos tiempos ocurren “cambios paradigmáticos,” como la mujer que decide que no va a vivir bajo el modelo tradicional, que no va a vivir dependiendo del esposo, que no se va a quedar en la casa, que sale a trabajar fuera y que maneja su propio dinero y toma sus propias decisiones.

Para el marido tradicional esta mujer es una “rebelde,” para sus amigos y amigas es también una “rebelde” y no faltan quienes la puedan acusar de malatender a los niños, al marido y a la casa. Los religiosos tradicionalistas dirían igualmente que esta mujer rebelde no sigue el precepto de Dios de estar sujeta al marido y de atender a su casa “como Dios manda.”
En el aspecto político los cambios paradigmáticos fomentan un concepto del liderazgo menos centralizado, más participativo, más orientado al empoderamiento de la gente para que resuelvan en gran parte sus propios problemas. Las tradiciones paradigmáticas y los cambios paradigmáticos entran en conflicto cuando la gente no está preparada para los cambios de modelo o de paradigma. Si el marido o la sociedad no están listas para una mujer “liberada” entonces habrán conflictos; si la sociedad o la comunidad no está preparada para un líder político participativo entonces habrán conflictos.
En los modelos tradicionales a la gente no les importa que sus líderes sean corruptos, que roben, que gobiernen de manera centralizada y que beneficien sólo a unos pocos, porque creen que ese es el modeloel paradigmaa seguir. Es lo que han visto antes, es lo que tienen ahora y es lo que esperan en el futuro.
En los negocios y en las profesiones funcionan varios modelos o paradigmas. Un ingeniero que conozco me dijo hace un tiempo que él es un depredador. Lo que quiso decir es que a él no le importa construir donde tenga que construir, destruyendo lo que tenga que destruir y alterando lo que tenga que alterar, con el fin de hacer el trabajo deseado, al menor costo y con los mayores beneficios. Todo lo demás que se vaya “a la porra.”
Un cambio de paradigma implicaría construir una obra de ingeniería haciendo caso a las condiciones imperantes de tal manera que se destruya lo menos posible y se preserve lo máximo mientras se realiza el diseño de la obra de manera adecuada y eficiente. Un paradigma dice “métete por ahí sin importarte más nada,” mientras que otro modelo o paradigma dice “construye de manera sostenible.” (figura a la derecha, ¿puedes ver las dos figuras, una joven y una vieja?)
El modelo de sostenibilidad es un nuevo paradigma, el que invita a conservar lo que existe en el presente para que se beneficien igualmente las generaciones futuras. O sea, usa los recursos pero no para explotarlos o desperdiciarlos, sino preservándolos de tal manera que esos mismos recursos estén a la disposición de las generaciones futuras.
Los ventarrones políticos que se avecinan y que continuarán hasta Mayo 16 ofrecen amplias oportunidades para evaluar los paradigmas existentes. Si usted está conforme con las cosas como son entonces usted vive bajo los viejos paradigmas. Si usted ve la necesidad de cambios entonces usted busca nuevos paradigmas, nuevos modelos. Todo cambio trae conflictos, pero los resultados a mediano y a largo plazo prometen beneficios superiores a los actuales.
No todos los cambios son buenos, pero muchos son necesarios. Cambiar por cambiar no es razonable, pero cuando es obvio que las cosas podrían ser mejores entonces es tiempo de vivir bajo nuevos y mejores paradigmas.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...