miércoles, 2 de junio de 2010

Transgresiones

No hay cambios sin transgresiones.

El artista es un transgresor. Altera la realidad conocida por la mayoría de nosotros y la presenta visualmente de manera alterna, diferente, provocativa, alterada, transformada; o sea, transgredida. Si no tuviéramos transgresores como Cezanne, Renoir, Dalí, Picasso, Hashigushi Goyo, o como Charlie, Esteban o Moiseau entonces la realidad sólo sería en blanco y negro o en colores pasteles. Los pinceles, los acrílicos, las navajas, el taladro, la guitarra o simples piedras ayudan al artista a transgredir el espacio simple y monótono, creando para el mundo nuevos espacios, nuevas emociones y nuevas experiencias. El artista nos ayuda a explorar los tabús, a veces profundizándose en lo prohibido y ayudándonos de esa manera a comprender de manera diferente nuestra realidad. Sin esas transgresiones todo estaría en un máximo de dos dimensiones y limitado a los siete colores del arco iris.

El educador es un transgresor. No me refiero al que se para en un aula para vomitar lo que se tragó, sino al que llega a un aula con la intención consciente de crear una revolución por medio de cada lección. Si los alumnos salieron del aula como llegaron perdieron una preciosa oportunidad de cambiar el teclado de sus mentes, la combinación numérica de sus corazones. El educador transgresor hace del aula un taller de la revolución, fomentando el que sus alumnos desafíen las realidades conocidas, alteren la apatía creada por el consumismo y provoquen alteraciones forzosas en la manera en que se conduce la sociedad. La falta de educadores transgresores y de educandos transgredidos ha ayudado a crear entre nosotros una sociedad de vacas que van camino al matadero.

Los niños son transgresores. No aceptan los espacios, ni las órdenes, ni las reglas, ni la manera en que funcionan las cosas. Los forzamos a que se pongan ropa, a que no se enloden, a que hagan estrictamente lo que le decimos y a que crean nuestras mentiras; pero pronto descubren que hay muchas maneras de hacer las cosas y que les voceamos para encubrir nuestra falta de lógica y nuestra ignorancia. Cuando los niños se convierten en espejos de nuestras conformidades dejan de transgredir y se convierten en adultos chiquitos: morosos, aburridos, ignorantes y malhumorados.

El político es un anti-transgresor por naturaleza y por necesidad. Codicia la conformidad y fornica diariamente con las musas de la pobreza. Ama a los pobres porque son los desempoderados y puede hacer con ellos lo que les plazca y lo que le place es que todo siga como es. Por eso no transgrede, para no cambiar las cosas. Concreto, contenes, obras, corrupción, impunidad y manipulaciones son los artificios del político para dejar las cosas como son, para que el engaño continúe. Hacer buena política, la del servicio, la de la honestidad, sería transgredir demasiado y por eso no tiene ni la capacidad ni el deseo de trangredir. El político transgresor sería un suicida. Por eso no conocemos de ningún político que se haya suicidado.

Los capitalistas son anti-transgresores por obligación. El capital es una maldad maléfica aunque desgraciadamente necesaria. Su antítesis es la transgresión provocada por el capital con equidad social. Necesitamos capitalistas transgresores, los que trabajan para la equidad y la sostenibilidad, para que haya una mejor redistribución de la riqueza y mejores garantías de un futuro mejor. El capitalista común, explotador y depredador, se cree dueño de su capital y de los recursos que lo crearon, tratando al componente humano dentro del esquema de explotación como una utilería más, dispensable, cambiable y abandonable. Por otro lado, el capitalista transgresor invierte igual o más en el desarrollo humano y en la equidad económica que se atreve a poner en riesgo a los capitalistas tradicionales, desenmascarando sus sistemas de explotación. Hay muy pocos capitalistas transgresores porque los capitalistas explotadores se encargan de hacerlos desaparecer.

La transgresión es una experiencia social y espiritual. Los que la viven han revelado obtener profundas recompensas personales y grandes sacrificios materiales. En el mundo se escasean los Nelson Mandela, los Mahatma Gandhi, las Madre Teresa, los Martín Luther King, los Grameen Shakti, los César Chávez, las Arundhati Roy, los Paulo Freire, los Muhammad Yunnus, los Malcom X, las Rigoberta Menchú, los Juan Bosch.

Los transgresores son ejemplos civilistas. Uno de nuestros más grandes transgresores, Francisco Alberto Caamaño Deñó, le tocó ser presidente de la república en sustitución, por acto del Congreso Nacional, al electo Presidente Juan Bosch, derrocado en un golpe de estado. En un acto multitudinario en la Torre del Homenaje el transgresor Caamaño renuncia a la presidencia el 3 de septiembre del 1965 con las siguientes palabras:
Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el Honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Y tengo fe en que así será.”
Transgresores así hacen mucha, mucha falta.
Comenzando desde arriba: Martin Luther King, Arundhati Roy, Grameen Shakti, Paulo Freire, Nelson Mandela, Mohammen Yunnus, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Juan Bosch, Madre Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Malcolm X, Mahatma Gandhi, Ché Guevara, César Chávez.

Paciencia

La vida es el cambio que nos ofrece cada día. Aunque a veces parezca imposible la vida sigue el curso de cada día, de sus horas, minutos y segundos, marcando una pauta de avance hacia otro nuevo día mientras nos añejamos esperando que el de hoy pase para que llegue el que sigue. Aunque muchos desearían que los segundos y minutos suspendieran su agitado tronar por el espacio humano, la verdad es que todo sigue sin parar bajo el cielo que todos compartimos.
Paciencia.
A la vida no se la puede agarrar por los moños y forzarla a seguir un sendero pre-escogido o cuidadosamente seleccionado. Aunque nos aflijamos, aunque no podamos dormir, aunque se nos revienten las úlceras estomacales, los días siguen el fluído eterno del universo, el viento entona su cantar a través de ramas y flores, el sol descansa su ardor sobre la arena y la lluvia canta su eterna metamorfosis de agua-gas-agua. Las cositas que pensamos que son resultado de nuestro control son bromas que nos juega el universo para que no nos resulte tan pesado descubrir que, a fin de cuentas, no controlamos nada.
Paciencia.
Millones vienen y millones van, pero si nos elevamos en la atmósfera lo suficientemente alto al fin y al cabo todo se verá tan pequeño! Todo, absolutamente todo, puede terminar en un breve segundo. Si no, pregúntenle a José “el Mambo” Lima, quien con apenas 37 añitos y en el curso de una excelente carrera como pelotero no pudo hacer nada para impedir que su corazón le dijera “basta ya.”
Paciencia.
No sólo es asunto de morir. Es mayormente asunto de vida. Cada aspecto de la existencia sigue el designio perfecto de la física y de la química. Nada se destruye, todo se transforma. Nosotros, los seres humanos; todos los seres vivos desde árboles hasta los microorganismos invisibles dentro de nuestras orejas, se mueven al compás de un ritmo que nadie puede ni avanzar ni parar como le plazca. Por más canas que nos halemos de entre los cabellos que nos quedan, el cielo seguirá donde está, el mar seguirá yendo y viniendo y la arena de hoy entre nuestros dedos terminará siendo la arena de otro lugar, de otra playa y hasta de otros dedos.
Paciencia.
El mal es la enredadera que chupa la sangre de cualquier pared, árbol o casa. Como ente vivo al fin, la enredadera se ve creciente, expansiva, engañosa en su frondosidad y en la complejidad de su telar. Pero la corrupción corrompe y debajo de la aparente vida hay muerte y dolor. Las cosas y las personas se destruyen y otras se autodestruyen bajo el amparo de la corrupción. Es sólo asunto de tiempo.
Paciencia.
El bien es una gota capaz de penetrar la roca más dura. La vida es la esperanza narrada en cada pincelada de nuestro aliento. Hacer el bien es el canto que ofrecemos al pasado y al futuro, es la sonrisa ofrendada al presente, es saber decir que hay una mejor forma de vivir. Sin importar los costos el bien siempre resultará más barato, porque dando el bien se da vida y dando vida nos enriquecemos más. Cuando todos somos ricos todo cuesta menos. Es cuando la maldad nos empobrece que todo nos sale mucho más caro.
Paciencia.
El amor es recostar la cabeza sobre la arena debajo de un almendro y contemplar al sol moverse entre las hojas. Hacer el amor es el momento esperado, cuando las hojas se mueven para dejar pasar el ardor de una estrella incansable. Hay más disfrute en esa espera imposible que en mil fosforitos prendidos al azar. En esa espera hay imágenes y sueños, hay toques y susurros, hay abrazos y consuelos. Más que nada hay pasión, pero no como la describe el sonado regatón. Eso lo puede hacer cualquiera, hasta una máquina. Amar en la paciencia de la espera es el vaivén del mar, la lección de nubes que se transforman cada segundo, haciendo que el azul del cielo sea la película que nunca cansa, que nunca entristece, que siempre permanece.
Paciencia.
¿Cuánto habrá que esperar para que en Las Terrenas más gente pobre viva mejor? ¿Cuánto tendremos que rezar para que el amor al prójimo sea el norte de toda actividad? ¿Cómo podremos motivar a los que tienen poder y recursos para que más de ambos sea compartido equitativamente? ¿Cómo invitamos a los intrépidos ignorantes, vaqueros de la soberbia, buzos de la iniquidad, payasos en la tragedia teatral política, a descubrir la fortaleza y la sabiduría que se obtiene del servicio honesto y solidario hacia los demás?
Paciencia.

El Gran Desafío

El cambio del dólar en el día de hoy ronda en los 36.6 pesos. Alrededor del mundo hay 1,200 millones de personas que subsisten con 36 pesos cada día, o sea, con un dólar por día. En ese mismo mundo hay 854 millones de personas que pasan hambre y 114 millones de niños y niñas en edad escolar que no van a la escuela (la mitad de ellos son niñas). Cada día mueren 30,000 niños y niñas en su mayor parte por causa de enfermedades fácilmente tratables, para las cuales existen medicinas buenas y baratas. Lamentablemente 1400 mujeres mueren cada día durante la maternidad o dando a luz y, como si fuera poco, un tercio de las personas en el mundo, o sea, una de cada tres personas, no tiene acceso a agua potable.
Cuando hablamos del “mundo” enseguida se piensa en otras personas, en otras ciudades y en otros países. Lo colocamos en lo remoto, en lo extraño, en lo ajeno a nosotros, pero no debiéramos hacerlo así. Aquí mismo en Las Terrenas hay miles de personas sin acceso al agua potable, una gran cantidad de niños y niñas no van a la escuela, muchos de esos niños y niñas padecen de enfermedades fácilmente curables pero no tienen acceso a ese cuidado. Al mismo tiempo hay muchas personas que pasan hambre y una gran cantidad de hombres y mujeres no tienen fuentes ni seguras ni permanentes de empleo. Otro número significativo de familias viven en habitaciones, casas y chozas que no son aptas para una vida sana y decente, careciendo muchas de ellas de servicios sanitarios adecuados.
¿Por qué?
Raramente se puede identificar la causa de un problema de manera sencilla y directa. La mayoría de los problemas sociales se derivan de situaciones complejas y algunas condiciones no se pueden cambiar o mejorar ni rápida ni totalmente. La búsqueda de soluciones a problemas sociales generalmente requieren de tres procesos indispensables.
El primero es el diagnóstico de la situación. Un diagnóstico implica identificar, describir y definir una situación social. Por ejemplo, la situación es “hogares sin servicios sanitarios.” El diagnóstico busca contar e identificar el lugar donde dichas casas, contándolas e identificándolas en diversas maneras. Según el último censo, la cantidad de hogares sin ningún tipo de inodoro, retrete o sanitario es 14%, lo que quiere decir que si en Las Terrenas hay 5,000 hogares entonces habrán 700 de ellos en esa condición. El promedio provincias es de 3.8 personas por hogar, lo que implica que habrían cerca de 2,600 personas en esa situación. ¿A quién le duele que hayan tantas personas yendo “al monte” a hacer sus necesidades sanitarias?
Lo segundo es una estrategia de cambio. La meta podría ser la de reducir en un 50% la cantidad de hogares sin facilidades sanitarias dentro de los próximos 3 años. En esos 3 años 350 hogares o 1,300 personas mejorarían su calidad de vida en ese aspecto. Una estrategia de cambio adecuada identifica los recursos que harían posible la mejoría deseada.
Lo tercero es la definición y ejecución del plan con su requerido monitoreo y evaluación. Primero se determina qué facilidad sanitaria se va a proveer (ejemplo, retretes ecológicos), qué áreas del municipio serían beneficiadas, cuántos retretes ecológicos se construirán cada 3 meses y cómo se instruirá a los miembros del hogar en el uso y mantenimiento de los mismos. Aunque simples e incompletos, estos detalles nos dan una idea de lo posible.
Para el mundo existe una estrategia de cambios sociales denominada como Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los Objetivos incluyen erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; y garantizar el sustento del medio ambiente.

En el año 2000 147 países, incluyendo el nuestro, firmaron un documento en las Naciones Unidas sobre estos Objetivos del Milenio. La República Dominicana recibe ayuda de un grupo de organizaciones internacionales en la búsqueda de esos cambios y ha identificado metas específicas con sus indicadores. Hoy en día sin embargo, el pais está muy por detrás en TODOS los objetivos del milenio y no podrá cumplirlos para la fecha límite que es el 2015.

A nivel municipal no tenemos objetivos tales para mejorar la calidad de vida en base a los objetivos del milenio dentro del municipio, algo que sería responsabilidad de la administración municipal. A manera de contraste, yo estimo que a raíz de las recientes elecciones municipales los partidos políticos gastaron en este municipio entre 20 y 40 millones de pesos, pero ni un solo peso fue dedicado a cambiar las condiciones que crean las terribles condiciones sociales que hemos descrito.

Es una terrible ironía social el que se invierta tanto en un sistema político que prácticamente hace demasiado poco para cambiar las terribles condiciones sociales entre las mismas personas que eligen a los políticos.
Por eso es que, al empezar un nuevo y largo período de gobierno municipal, sería bueno que todas las personas con conciencia social en el municipio, nacionales y extranjeros, hiciéramos lo posible para atacar la pobreza y la desigualdad, con la meta de que para el 2016 hayan menos personas viviendo mal y, por ende, más personas disfrutando de una mejor y mayor calidad de vida.

Eso sí que sería una buena política.

martes, 11 de mayo de 2010

Lo que vió el ladrón

Me pregunto qué vió el ladrón. Hace casi dos meses uno o más ladrones rompieron unas ventanas en la Biblioteca Anacaona y entre otras cosas se llevaron un abanico, mi sierra eléctrica y un taladro nuevecito. Las pérdidas no fueron extremas, excepto una nueva pérdida de la inocencia y del sentido de seguridad. Fue un gran choque para las 7 voluntarias y voluntarios del exterior que trabajan con niños y niñas en la biblioteca. La pregunta obligada era, ¿pero por qué robar a la biblioteca, esto es un lugar de servicio a la comunidad?

La semana pasada, mi señora y yo junto a 7 voluntarios y voluntarias llevábamos a 28 niños, niñas y adolescentes de 5 barrios de Las Terrenas a la Feria del Libro en Santo Domingo. Mientras regresábamos a Las Terrenas se metieron en mi casa. Rompieron una puerta de hierro, la ventana de madera y anduvieron por todas las habitaciones. Se llevaron la computadora portátil, la proyectora usada el día anterior en la presentación en el Hotel Aligio de la Carrera de Las Terrenas 10K. También nuestra cámara de video familiar y dos cámaras digitales, una vieja y dañada y la otra la cámara que usamos en la familia y para la Fundación. Cargaron con un dinero que no pude depositar en el banco el día anterior por falta de tiempo.

Nos dejaron sin la tecnología necesaria para hacer parte de nuestro trabajo, casi todo de uso en la Biblioteca Anacaona y para los fines de la misma. En la computadora teníamos el listado de los libros y otros archivos. La proyectora la compramos para usarla en los talleres y actividades del nuevo Centro de Protección a los Derechos de la Niñez y la Adolescencia. Ahora tampoco tenemos cámara digital para tomar fotos para nuestro sitio Web.

Lamentablemente, hace dos semanas también se metieron en Casa Paz, nuestra residencia de voluntarias, robándole el dinerito de la comida a una de nuestras voluntarias que viene de Alemania y tiene 3 meses aquí trabajando con los niños y niñas terreneras.

Han sido duros golpes, inusitados y frustrantes. Estamos empobrecidos y limitados en el trabajo. Uno a veces tiene que reirse de esas cosas. A veces, entre sueño y velar despierto, me pongo a pensar en lo que pueda significar. Dos meses y tres robos. En 7 años de vivir aquí nunca nos había ocurrido semejante cosa. ¿Qué propósitos pueden existir ocultos? ¿Serán la misma gente? ¿Qué están tratando de hacer? Como soy aspirante a síndico por un partido independiente uno tiene que pensar en las posibles motivaciones políticas, sobretodo en base a las declaraciones que hacemos sobre condiciones y situaciones en Las Terrenas. A nuestro aspirante a regidor, César Mieses, también le robaron en su casa, hace 6 semanas. Pero no tengo pruebas de ningún plan funesto y todo se queda en el burbujeante ciclo de las especulaciones.

Constantemente me persigue una pregunta, ¿qué vieron los ladrones cuando entraron en casa? Quizás se pararon a ver la foto de mi familia: mi madre, mi esposa, mi hijo mayor, José René, con su esposa e hijos, su hermano Salim, ambos viven en USA, también Kiran y Ana Evelyn. ¿Tomaron tiempo para ver la foto o sólo les preocupaba lo que se iban a llevar? Si vieron la foto, ¿qué pensaron?

Igualmente me pregunto si vieron los juguetes de la niña en el piso, el pequeño pianito, la pelota de fútbol de Kiran, su colección de corales. Cuando entraron a mi oficina, ¿se llevaron uno de mis libros? ¿Por qué se llevaron una computadora y dejaron la otra? Quizás porque la mía, desde la cual escribo estas líneas, está toda despintada, no le funcionan todas las techas y está llena de polvo y manchada. Tengo todos mis archivos de mis clases universitarias en esta computadora, qué bueno que no se llevaron la viejita!

Subieron a los aposentos, caminaron entre las camas de Kiran y de Ana Evelyn. Vieron sus libros, sus juguetes, los regalos de los abuelitos. Me pregunto si vieron el microscopio de Kiran o la cortina que le tejió su abuela con una media luna y un bebé durmiendo. La niña tiene una colección de peluches, regalos de sus tías. ¿Vieron al caballito rosado con quien le gusta dormir? Abrieron todas nuestras gavetas, vieron mi ropa interior, mis medias y mis camisetas, al igual que algunos libros sobre la mesita de noche. Probablemente se preguntaron, ¿qué quiere decir “Three Cups of Tea”? Ese es el libro que leo actualmente, sobre el trabajo de Greg Mortenson contra viento y marea, construyendo escuelas para niños en la Pakistán rural.

A mi esposa le rebuscaron los aretes y, hasta donde sepamos, no se llevaron ninguno. Anduvieron por sus gavetas, su ropa interior y la dejaron toda bien arregladita.

Me imagino que bajaron por la misma escalera y quizás tocaron la alfombra de Turquía que cuelga de la pared. Salieron por donde mismo entraron, se llevaron dos maletines repletos de tecnología y dejaron atrás muchas miradas. Claramente se fijaron en todo, vieron todo, tocaron todo. A la policía no vale la pena ir, aunque los llamé.

La pregunta que me concierne sigue siendo qué vieron, qué sintieron. Quizás no sintieron nada. Es posible que los ladrones no tengan alma. Conozco otras personas que tampoco la tienen.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...