miércoles, 6 de mayo de 2020

Rafaelito y Margarita


Soliloquios—8
Por José R. Bourget Tactuk




          Margarita es una chica algo agria, enfadosa y narcisista.  A todos los que quieran escucharla les dice las tres verdades que todo el mundo conoce sobre Margarita: “soy la chica más jevi,” “soy la niña linda del barrio” y “soy lo mejor que ha salido de aquí”.  Con semejante perfil no era de extrañarse que todos, sin excepción, pensaran que estaba turuleca o, mejor dicho, que tiene flojo un tornillo.

            Nadie le hacía caso a Margarita hasta que la familia Peralta se mudó dos casas más abajo.  Los Peralta llegaron del sur profundo, donde se habla con la R en el desayuno, en el almuerzo y en la cena.  Desde que abrían sus bocas al despertar Luisa María, la vecina de al lado, comenzaba a reirse a carcajadas porque lo primero que decía el Sr. Peralta al levantarse de la cama era “vor par baño, que nadie se meta.” Peralta era un tipo grande y robusto, con una voz sonora y completa que se escuchaba de lado a lado.  Luisa María lo acechaba para reirse con el “vor par baño” y poco a poco el barrio se enteró de la razón de sus carcajadas.

            Rafaelito era un tipito de 13 años y medio, con una cicatriz en el lado derecho de la frente supuestamente de una caída de bicicleta, pero todo el mundo sabe que fue una pedrá en la escuela.  Era el niño menor de la familia Peralta.  Margarita tenía exactamente trece años y medio, cumplidos en febrero pasado mientras que Rafaelito era apenas una semana más viejo que Margarita.  Como sucede a menudo, Margarita estaba más “desarrollada” que su vecino Rafaelito, al que se le podía confundir con un carajito de apenas 10 años.

            El hecho es que Rafaelito comienza a echarle el ojo a Margarita quien no era la que ustedes se imaginan.  Era medio bica, pesaba 200 libras y metía el pie izquierdo de tal forma que parecía que se iba a tropezar a cada paso que daba. Pero esos eran detalles cosméticos, Margarita seguía siendo “la más chula del barrio” con unos pechos salvajes y un nalgatorio espectacular. Rafaelito prontamente descubrió que la mejor manera de acercarse a ella era piropeándola con aquello de que “oye chula, las habichuelas pa’ese concón les pongo yo el sazón.”  Margarita se moría de la risa, nadie antes la había comparado a un concón con habichuelas.

            Bueno, era martes 13 y de luna llena, una de esas noches cuando es mejor quedarse trancado en casa a tener que hacerle frente a cualquier disparate que se presente en el barrio.  Margarita estaba en la galería de su casa y Rafaelito se acababa de bañar.  “Vor par barrio”, le gritó a su mamá, quien le respondió “abur, cambio y fuera”.  Está demás decir que la mamá privaba en tineyer.

            Cuando Rafaelito vió a Margarita en la galería se le paró al frente con una miradita coqueta y le susurró para que todo el mundo oyera, “Etúvamoacaminarporaí.”  Margarita quedó estupefacta o, mejor dicho, el plátano de la cena se le atrabancó en el cocote.  Nunca antes le habían prestado tanta atención.  Salir a pasear!!  Diantre, la verdad era que estaba de acabar, pensaba ella.  “Vor pa’llá” alcanzó a decir ella y a los dos minutos estaba en la calzada con un viaje de perfume barato por todo el cuerpo. Rafaelito casi se desmaya pero el mensaje era claro:  “toi cojía.”

            Lo demás es historia.  Hicieron juntos la secundaría, se fueron juntos a la universidad.  Se graduaron de ingenieros los dos.  Tuvieron dos hijos y una hija y hoy son los dueños de la cadena de supermercados ParSur, con el monopolio más grande de venta de plátanos barahoneros y mangos banilejos en toda la pení nsula.  Margarita había rebajado 100 libras yluego se convirtió en Miss Barrio Playa 2013 mientras que Rafaelito estudió francés, ingles, italiano, alemán y creyol y se la lucía en un programa de radio titulado “Global Beat.”  Losdos eran unos duros.  Bien duros.

            En el caso de esta parejita se cumple lo de aquel dicho campesino, “debajo de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán.”  En este caso las apariencias engañaron y de qué manera.  Nosotros, que nos jartamos dizque de lo que creemos que somos, debemos estar atentos porque a veces los que menos aparentan son a los que mejor les va.

Ramón Antonio


Soliloquios—7
Por José R. Bourget Tactuk





El joven Ramón Antonio me confiesa que está cansado, hastiado, desencantado de la vida.  Para una persona de apenas 22 años es mucho para decir, habiendo sucumbido ante la desesperanza y la obsesión por el bien vivir, inalcanzable para él. Su compañera se le fue, me dijo que ella le dijo hace dos noches que aunque es buen muchacho y de buen corazón “no sirve pa’na”, no consigue trabajo, no puede hacer nada, no tiene cuartos y no puede ofrecerle nada.

Ramón Antonio me confiesa que su compañera es muy bonita, “muy sersy”, con ojos claros que alumbran un rostro de nariz aguileña, labios llenos y mejillas levantadas.  Cuando vi su foto comprendí lo que decía, Luisa se veía de lado, sonrisa a flor de piel, juguetona en sus ojos y con esa aura de entrega que puede volver loco a cualquier amante que se le acerque a dos pulgadas de distancia. 

Harta de pasar hambre salió unas noches antes a uno de los bares donde van turistas, “pa’verlo que aparece” y se le apareció un tipo que la engalanó, la sedujo y le ofreció lo que Ramón no podía darle:  una buena cena, una cama cómoda y sexo impredecible, sorprendente, cautivante y prohibido.  Y dos mil pesos en la cartera.  Descubrir tantas cosas en una sola noche era más de lo que podía soportar su pobre corazón de 17 años y desde ese momento descubrió que tenía vocación para sentir placer, dar placer y ganarse la vida haciéndolo.  A partir de ahí no había camino de regreso, el sendero oculto de la vida se le hizo claro, pernicioso y ganancioso. 

La  vida es amplia, compleja y, hasta cierto punto, infinita.  Sus secretos se convierten en descubrimientos estrafalarios, sus guaridas son impredecibles, sus cuevas y escondrijos pueden ser indescriptibles y hasta nefastos.  Como en muchas otras instancias de la vida, a veces es mejor vivir en ignorancia que delatar los secretos que pueden hacernos felices. Luisa y Ramón Antonio descubrieron vidas diferentes, una llena de desesperanza y la otra, llena de placeres y sorpresas.

Vivimos vicariamente las experiencias de trabajadores sexuales que vemos a nuestro alrededor.  Nos preguntamos cómo es porque ya entendemos el por qué.  Yo admiro profundamente a los y las personas que se buscan la vida ofreciendo placer a cambio de dinero.  No me atrevo a levantar un solo dedo de condena ni de acusación, porque con qué virtudes propias puedo criticar la realidad más evidente de todas:  hay que vivir y hay que ayudar a vivir a los que amamos.  Si tu arte es ser plomero, vive de tu plomería; si es ser carpintero, vive de tu carpintería; pero si es tu arte es seducir y conquistar, ofertando placeres de otra forma inalcanzables para algunos, regalando fantasías, sueños bacanales y mentiras piadosas, entonces vive de tu arte.

Yo sé, muy dentro de mi, que si estuviera en iguales circunstancias probablemente estaría haciendo lo mismo para vivir, para que mis hijos vivan, para mantener a mi madre, para ayudar a mi familia.  O, simplemente, porque me da placer, independencia y control.  No señores, se merecen respeto, aunque en el fondo sintamos la inevitable sospecha de lo prohibido, del sendero oculto que avistamos como autodestructible.

Me gustaría encontrarme con Luisa, dejarme seducir por sus ojos claros, por su sonrisa coqueta, por sus besos plenos de placer. Quisiera me abrazara en sus cabellos, me apretara con sus manos y me hiciera disfrutar lo prohibido.   ¿No es eso lo que buscan todos?  Siento pena por Ramón Antonio, por ese pobre diablo que no puede hacer nada para cambiar su destino.  Es muy tarde para él cuando apenas amanece para Luisa.

Así es la vida, nos trae sorpresas en cada esquina. Si ven a Luisa por ahí, por favor díganle que quiero conocerla, que si desea platicar con un viejo calvo, rechoncho y aburrido que yo soy un buen candidato, que deseo me ayude a descubrir el sendero oculto que sólo ella me podrá develar.

Ciguapeo

Soliloquios—6
Por José R. Bourget Tactuk





La próxima vez que ustedes vayan a mi pueblo de Las Terrenas acérquense al solar vacío entre la Residencia Caribe y la discoteca Nuevo Mundo.

En la esquina de la Residencia Caribe hay una mata de coco y, a su lado, un basudero. Unas noches atrás, a eso de las diez, estaba todo oscuro por causa de un apagón y yo me dirigía a mi casa. Al cruzar frente a la mata de coco, entre el coco y el basudero, se me apareció una maldita ciguapa. No, señoras y señores, no era una sankipanki sino una ciguapa.

Yo sé que era una ciguapa porque tenía pelo largo y los pies estaban virados pa'trás. Los ojos eran lindísimos, lo único era que parecían de fuego. Yo me sentí medio hipnotizado y no me podía mover. ¿Ustedes saben lo que me dijo? Esa maldita tenía una vocecita tan linda, tan dulce, tan sensual, tan atractiva, que yo me comenzé a hacer pipí ahi mismo. La malvá me dijo las mismas palabras del famoso merengue de la década del 70: "ven acá bola'e fuego," "ven acá dame gu'to."

Yo les puedo asegurar que yo quería salir huyendo más rápido que de carrera, pero mis pies no se podían mover. Entonces ella se me comenzó a acercar y yo les aseguro que no hay cosa más tenebrosa que unos pies caminando al revés. Y cuando se me acercaba comenzó a levantar los brazos como si me fuera a abrazar.

Yo estaba sembrado en esa oscuridad, mi respiración paró y un sudor frío comenzó a llenar todo mi cuerpo. Miré a la izquierda y miré a la derecha y no veía a nadie; quería comenzar a gritar, "socorro, ayúdenme" pero no me salía ni un gritico de la garganta. Y entonces la malva ciguapa me abrazó, me dió un besote en la boca y entonces, bueno, ¿alguna vez alguna malvá ciguapa le ha dado un beso en la boca a usted?

Miren, yo sentí como que un fuego me llenaba toda la garganta por dentro. El estómago se me sintió como una batidora haciendo batida con pedacitos de piedra, la boca me sabía a polvo de caliche y por la nariz me comenzó a salir un humo con sabor a carbón, como el que echan los motoconchos por la calle. Me entró una tembladera que parecía un merengue mal entonao y entonces, cuando comencé a sentir un saborsito a orines en la boca comencé a temblar.

Señores, yo eso no se lo deseo a nadie. El beso de una ciguapa es como tragar agua salada cuando uno se está muriendo de la sed. O cuando uno le dá una mordida a un mango y le salen cuchocientos mil gusanos. Es un beso duro y seco, como comerse un plátano trasnochao a las 5 de la mañana. ¿Ustedes saben lo malo que es comerse un pedazo de piña to' podrido?

Señores, yo temblé tanto y sentía tanto asco. De repente escuché otra voz que me dijo, "José, José, ¿que te pasa?" Era mi mujer, que me despertaba de tan terrible sueño y me decía, "estabas temblando y gritando como si en medio de una pesadilla." Amigos y amigas, yo quiero decirles que me hice pipí en la cama; pero cuando mi mujer me despertó experimenté un remedio tan grande que no lo puedo describir. Me sentí tan bien como después de una hartura del mejor sancocho del mundo. Se me llenaron los pulmones de felicidad, le di un abrazo tan grande a mi mujer que casi se le rompieron las costillas.

Lo que yo les puedo decir es que el beso de una ciguapa es como una cosa terrible, no hay por donde escapar, se le echa a uno encima, lo rellena a uno de un bajo indescriptible y la degracimá no te quiere soltar. Eso es como vivir en un pueblo donde nadie se ocupe de nada, donde cada uno le cae encima a uno para abrazarlo pero es para clavarle el puñal; es sentirse atrapado en suciedad, corrupción, violencia, indignidad, persecución, enfermedad, podredumbre, cautivo de la desesperanza y de la impotencia. Es sentirse lleno de un polvo constante, de un ruido que no para, en la oscuridad, en la dejadez, en la incompetencia, en la corrupción.

Para despertar de ese beso maldito hace falta que uno despierte, que uno adquiera conciencia de algo mejor. Señoras y señores no hay nada mejor que imaginarse que es posible vivir mejor, que hay alguien a quien uno le pueda dar un beso y un abrazo sin temor a que lo llenen a uno de bajo. No hay nada mejor que vivir en confraternidad, en un ambiente de mutuo respeto, de cortesía, de bondad. Vivir sabiendo que no le están robando a uno lo que es de uno y de todos.

Que bueno es vivir en un pueblo donde las gentes se respeten los unos a otros y donde todos trabajemos por el bien común DE TODOS, no sólo de algunos pocos que reciben una mensualidad y se nutren de lo que debiera ser de todos, no sólo de unos pocos. Eso es civismo, vivir en sana convivencia pensando y actuando por el bien comón.

Despertemos de la pesadilla y abramos nuestros ojos a un mundo nuevo. El mundo nuevo empieza contigo. Sueña grande, sueña limpio, sueña lindo.

Don Pablo


Soliloquios—5
Por José R. Bourget Tactuk





Francamente es casi imposible saber cuándo le va a tocar a uno morirse. 

Por ejemplo, miren lo que ocurrió a don Pablo. Conocí a don Pablo hace exactamente 30 años cuando yo internaba como capellán en un hospital en Mayaguez, Puerto Rico. La esposa de don Pablo, doña María, estaba muy enferma y cada mañana a las 8, cuando hacía mis rondas, iba primero a su habitación. Eran una parejita lindísima. Siempre encontraba a don Pablo peinando la larga cabellera gris de su esposa. Lo hacía con tanto amor y cuidado, como si el cabello hubiese sido de perlas preciosas y frágiles a las que sólo se podían tocar con sumo cuidado.

Me acuerdo como ahora que era martes en la mañana, el día en que don Pablo se iba a San Sebastián, donde vivían, a lavar la ropa de su esposa. El salía justo al momento cuando yo llegaba a la habitación y lo último que le escuché decir a doña María fue, "ya regreso amorcito, tan pronto termine ya regreso." A mi me susurró, "yo no quiero dejarla pero regreso ya mismo." Don Pablo subió al ascensor y desapareció piso abajo.

Mientras don Pablo iba a lavar la ropa su esposa murió. Me llamaron las enfermeras y enseguida les indiqué que tan pronto sintieran que don Pablo llegaba al piso que me llamaran. Desde mi oficina que quedaba al final del corredor ví cómo, exactamente a la una de la tarde, don Pablo salió del ascensor y rápidamente se dirigió a la habitación de su esposa con la ropa limpia en las manos. Y así como entró de rápido así mismo salió. Yo llegué a la estación de enfermeras justo cuando don Pablo, sus ojos llenos de lágrimas y temiéndose lo peor, le preguntaba a las enfermeras, "¿dónde está nanita, dónde está nanita? Así llamaba cariñosamente a su mujer.

Yo lo abrazé y le pedí que me acompañara a mi oficina. Habían menos de 100 pasos entre la estación de enfermeras y mi oficina y durante cada uno de esos pasos don Pablo susurraba entre sollozos "ay, mi nanita; ay, mi nanita." A mí se me partía el alma. Yo había visto morir a mucha gente ese verano, recuerdo todos los muertos de cáncer, incluyendo a la hermosa Josefina, una jóven de apenas 14 años con un cáncer duodenal irremisible; a los cuatro hijos de la familia Suárez, gente muy rica, que llegaron hechos pedacitos por causa de un accidente automovilístico; a Márgara, cuyo bebé falleció en el parto; y a don Ricardo, fallecido a consecuencia de un infarto fulminante. También me acuerdo de aquella pierna, fuerte y saludable, que me enseño el patólogo mientras me decía sosteniéndola en sus manos, "una pierna tan fuerte y tan bonita, y desperdiciarla así." Se trataba de un accidente de motor sufrido en la bajada de Bella Vista. Yo me las pasaba toda porque era a mí a quien le tocaba compartir las malas noticias con los familiares y hacer los últimos arreglos de lugar.

Pero ninguna de esas increíbles situaciones se me pareció a la de don Pablo. Tan pronto llegamos a la oficina el hombre se me tiró en el piso, comenzó a patalear, a darse en el concreto sólido con la cabeza mientras gritaba "yo quería irme primero, yo quería irme primero." En esos momentos a uno se le entra una cosa que no se puede parar. Abandonando mi rol formal y especializado, yo lo cogí en mis brazos, lo abrazé y llorando juntos le decía "se nos fue llena de su amor, don Pablo, usted le dió su amor como un tesoro y ella se nos fue llenita de amor." En unos minutos se quedó dormido en mis brazos.

Cuando despertó fuimos a la morgue a ver a su nanita. Ya parecía más consolado, todavía la miraba como si por los ojos se pudieran transmitir 70 años de felicidad compartida. Nanita murió a las 88 años y don Pablo tenía 86. Se casaron cuando ella tenía 18 y él 16 y nunca se habían separado el uno del otro. Procrearon 11 varones y adoptaron 3 niñas. Ocho de sus hijos habían muerto primero que ellos.

Don Pablo me regaló algo muy especial. La peineta que había usado esa mañana para peinar la cabellera gris y sedosa de su nanita. La peineta estuvo 20 años conmigo hasta que se desapareció en una de mis mudanzas.

Yaribel


Soliloquios—4
Por José R. Bourget Tactuk





Nada ni nadie puede decirnos “no” cuando todas las fuerzas de nuestro ser interior quieren decirnos “sí”.          

Yaribel no podía creer que en esos mismos momentos estaba al frente de una de las más grandes decisiones de su vida, pero es difícil soltarse de brazos que aprisionan y más difícil aún es decirle que no a esa pasión interior cuya curiosidad supera en creces a la razón, a los consejos, a la iglesia, a los maestros y a las experiencias de otros.  Mil veces se había dicho que no le sucedería a ella pero ahora, en sus brazos, se dió cuenta de que todo había sido un engaño y que ahora ella sería una más, una adolescente más cargada con la obligación de un embarazo para el cual estaba pobremente preparada.

No podía ser tan malo, razonaba dentro de sí, después de todo su mamá la tuvo a ella a los 17 años y su abuela tuvo a su mamá a los 15.  Parecería que para la gran mayoría de las mujeres en este pueblo el quedar embarazada siendo una adolescente era lo más normal del mundo, es como si fuera casi una obligación, un premio a ser normal, la medalla que te dice que eres como todas las demás.  No importa si afecta la escuela, no importa si crea severos problemas económicos, lo que importa es cargar a ese paquetico de carne y hueso en los brazos, sentir como el muñeco de plástico se convierte ahora en un ser vivo de verdad lleno de mocos, orina, pupú, gripe, diarrea y noches enteras gritando y molestando.  

Ninguna de esas molestias importan cuando se les compara al peso de la realidad de Luchi, Mencía, Yessica, Milagritos, Yenni, Luz, Pili, Mina, Yanni, Esther, Rubia, Tomasa, Carmen, Rodriga y Francisca quienes habían pasado por lo mismo y ahora ella sería una más en la lista.  “Claro que sí, soy una más, soy como las demás, quiero ser como las demás.”

Para qué castigarse con la culpa y las preocupaciones cuando lo que importa ahora es este momento, este encuentro, este espacio de tiempo en que te sientes deseada, valorada, no escuchando más las voces que te dicen que no sirves para nada sino la voz interior que te produce cosquillas en tus partes íntimas y que a gritos exclama que eres mujer y que para el que te abraza eres lo más importante ahora.  

Tu escuchas sus gemidos, su deseo animal, su fuerza y sus movimientos, ves sus ojos cerrados, ves la expresión en su rostro y cada una de esas cosas te hace sentir deseada, profundamente deseada, algo que ninguna amiga, amigo o familiar te ha hecho sentir.

Ay, si las adolescentes en brazos de otros adolescentes pudieran comprender que en ese preciso momento hay una sola cosa que le importa a ese muchachón y esa sola cosa ya está dentro de ella y una vez termine su trabajo ahi se acabó y que ese trabajo dura unos solos minutos comparado a los años que dura criar o mal-criar a un muchacho desde el vientre hasta que se despega de uno.

Pero la vida es dura y las lecciones se aprenden después que nos pasan las cosas.  Alguien me decía que la experiencia era lo más inútil en la vida, que cuando no la tenemos de nada nos sirve y que cuando finalmente la obtenemos ya es demasiado tarde.  Yo hubiera deseado algo mucho mejor para Yaribel.

El amor me encuentra

Soliloquios 2
Por José R. Bourget Tactuk



Nadie sabe cuándo lo encuentra a uno el amor. 

Es fácil para un bebé, es instantáneo, automático, incuestionable, irrefutable e inevitable porque desde el vientre hasta los brazos, la madre lo es todo y “amor” es sólo otro nombre para “madre”. 

Para un niño el amor no existe, sólo la necesidad de comer, dormir, jugar y recibir todo lo que quiere o desea.  Viven su vida esperando lo que le van a dar, o esperando que le den, o deseando que le den.  Entre jugar y joder la paciencia se van los 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 años.

Un adolescente comienza a ver el amor desde dentro hacia afuera, sus hormonas impulsando reflejos desconocidos, inaguantables e irremediablemente inseguros.  El amor se siente hacia cualquiera que toca esos sentimientos y cuando se mezclan la carne con el espíritu entonces cualquiera es bueno o buena para el momento.  El adolescente siente amor por todo lo que se mueve, lo que se siente, lo que se mira, lo que se aprieta, lo que se besa y, bueno, lo que se adentra.

Por otro lado, hay muchos adolescentes que se cansan de que los jodan tanto en la casa, se desesperan y entonces se juntan para reproducir sus inquietudes e infelicidades en la carne de los carajitos que procrean.

Uno deja la adolescencia creyendo que la persona que uno ha escogido es el todo y responsable de todo y culpable de todo, desde el sentimiento de confianza hasta amueblar la casa, desde vestir hasta tener un orgasmo dos o tres veces al día, o más.  La gente se une o se casa joven para evitar pensarlo demasiado, porque si de verdad lo piensan no se casan.  

Por eso la gente en sus 30 y pico se aguantan tanto, lo piensan tanto y luego razonan que está mejor así.  Por eso es que el que quiere casarse tiene que hacerlo en sus veinte para poder decir que se volvió loco, que la razón no importa, que sólo la pasión, el placer y la profunda convicción de que nos merecemos lo mejor del mundo bastan para vivir con otra persona.

Algunos y algunas en sus 20 y tanto descubren tanto de su cuerpo que se quedan estancados ahí.  Ya tuvieron sus hijos y ya conocen lo que pueden y no pueden hacer.  Descubren que si no lo buscan no lo consiguen.  A muchos el amor no les llega muy lejos, se les queda estancado entre el vientre y el cuello.  Y como ese tipo de amor necesita variedad (porque hasta el azúcar empalaga) muy pronto descubren que pueden saltar y brincar hasta más no poder.  Si no me creen, paren a cualquiera en sus veinte y pregúntenle, varón o hembra, que cuántas veces ha brincado.

Ya en los trenta uno se da cuenta que todo sigue funcionando bien, pero uno comienza a moverse con un poco más de calma, saboreando cada momento para que dure un chin más.  En lugar de tirarse dos o tres veces en media hora uno busca uno que dure media hora.  ¿Quién puede decir cuál es mejor?  Lo bueno es que en esta etapa además de hacerlo uno habla un chin y comienza a descubrir cosas que ni uno sabía que pensaba o sentía.

En los cuarenta y después, bueno, ni vale la pena escribirlo, porque es tanto, tan complejo, tan diverso, tan colorido y, también, a veces tan confuso.  Ya lo superficial y lo superfluo es más obvio, las preguntas son más certeras, los riesgos más grandes pero con conocimiento, las lujurias más largamente intensas, los errores más lastimeramente trágicos, las decisiones más fáciles pero más imperfectas y las mentiras se vuelven más sofisticadas, más ocultas, más perfectas, como cuando nos decimos que no nos estamos poniendo viejos.

El amor nos encuentra bajo el cocotero, bajo las sábanas, en los sueños, en un poema, en un dolor, en un beso y en ilusiones que no fueron más que el engaño procreado día a día.  Con el tiempo esos mismos engaños se vuelven pesados, tan pesados que arrastran con ellos a todas las cosas que amamos, hasta a nosotros mismos. 


Encontrarnos con el amor es la aventura de cada día, el laberinto en el que nos perdemos en cada giro del pensamiento.  Muchos sienten ese amor con total certeza, otros pensamos que nunca lo hemos tenido.  Nos toca el malogro de un gran engaño para descubrir que lo que pensamos tener fue tan escapista que ni la brisa en su turbio trayecto trajo el perfume de las flores por donde cruzó.


sábado, 2 de mayo de 2020

Rosssy


Soliloquios—1
Por José R. Bourget Tactuk

Si pudiera ser sincero contigo te diría que no estoy segura.

La certeza es la cualidad de los aburridos, por eso prefiero nunca acomodarme con nada porque de esa forma la vida se me va llenita de sensaciones, todas cambiantes, coloridas y pasajeras.  Cada hora es un nuevo comienzo y cada día es un paquetón de sorpresas.

Ah, caray, perdona que no te he dicho mi nombre, me llaman Rosalinda, pero prefiero Rosy por el simple hecho de que cuando me dicen “Rosy” se tiene que arrastrar la “s” como diciendo Rosssssssssy y eso me llega!!

Si no te has dado cuenta soy muy impulsiva pero la mejor de mis cualidades no tiene nada que ver con mi temperamento sino con mi sonrisa.  La gente que me acaba de conocer, o la que ya me conoce, o la que me ve por la calle, siempre, quiero decir siempre y siempre, me mira dos veces, primero para ver mi sonrisa y segundo para ver mi sonrisa.  Tengo la carita más dulce del mundo y todo el mundo quiere verla dos, tres, cuatro y hasta doscientas veces.

Es una gran bendición.  Es también una gran maldición, porque hay tanta gente que no entiende que la mayoría de las veces es sólo eso, una sonrisa y nada más.  Pero, te confieso, aprovecho cada instante de poder que me da mi sonrisa para meterme en el bolsillo a cualquier persona que quiera.  Cuando sonrío se me levantan las cejas y se me alargan los ojos y cuando eso ocurre no hay nadie que no me quiera para sí.  Por eso tengo y posee a quien quiera y no me hace falta nada porque me lo dan todo.

Mi sonrisa me permite mantenerme flotando en el espacio sideral, moviéndome de persona en persona como una pajita flotando en el río que ni se sale ni se hunde.  Tengo una destreza magistral para no meterme muy profundo, sólo a flor de piel, sin dolores ni consecuencias, pero disfrutándolo todo.

¿Cómo sería si todo el mundo fuera así como yo?  A veces me pregunto qué hacen las otras chicas, las que no levantan ni el polvo del callejón, las que no provocan ni un ladrido del perro del vecino, las que no reciben ni siquiera la mirada inicial y mucho menos la pintura final.  ¡Ay!  Yo no sé qué haría en esa situación, pero no me gusta pensar en esas cosas, lo importante es seguir disfrutando de los beneficios de mi sonrisa.


No me malentiendas, tengo mis momentos en que prefiero cerrar los ojos y olvidarme de que estoy aquí.  Son esos momentos cuando me pregunto si hay algo más, si puedo conseguir mucho más, si es posible sentir más, hasta dar más.  Pero mi sonrisa me ha permitido conocer a tantos que ya he dejado de creer que es posible que haya más porque, después de todo, los que más me miran son los que ya están con otras.  Entonces, si hubiera algo más, ¿cómo es que ellos están tan listos para dejar lo otro para venir a saborearme a mi y a mi sonrisita? 

¡Ay!, no sé, mejor no pienso en esas cosas.  Después de todo aún soy joven y tengo toda una vida por delante.  No quiero ser como mi madre querida del alma, toda cansada, pesarosa y aguantá donde está porque no hay nada más.  Me pregunto que si ella hubiera tenido mi sonrisa dónde estaría ahora porque, te digo la verdad, siento mucha pena por mamá, ni siquiera en sus cuarenta y ya está enchonclá y sin esperanza de salir de ahí.

Mejor me voy a pasear un chin, cuando me monto en mi pasola parezco una reina y mis contactos en WhatsApp tienen cuchocientas fotos de mis sonrisas en todas las poses habidas y por haber.  Pasola, teléfono, poder y mi sonrisa.  Mi sonrisa eterna, mi sonrisa irresistible, mi yo. 

“Rosssssy…!!!!!”

viernes, 1 de mayo de 2020

Renacer


Soliloquios—3

Por José R. Bourget Tactuk

Al doblar la esquina casi le pisa la mano a Culeco, el limpiabotas más conocido del pueblo.  Aunque ni siquiera le rozó el meñique, Culeco le tiró una salvaje maldición “por si acaso”, “por distraída”, “por turuleca” y, más que cualquier otra cosa, por el notable nalgatorio que la acompaña, o como bien lo dijera Culeco, “pero muchacha’erdiantre, ¿de dónde saca’te esa’ aplanadora’”?  Culeco es muy elocuente en sus expresiones, como ya pudieron ver.

Culeco no tiene nada de extraordinario, lo único es que mientras limpia los zapatos (la mejor limpieza en toda la bolita del mundo) se pone a decir cuentos picantes que harían sonrojar hasta a Pepito, por eso todo el mundo lo conoce por los cuentos y de ahí viene su nombre “culeco” (como la gallina que culequea sus huevos).
 
“Cuántas cosas aguanta uno en la vida!!” pensó la Chana, cuya cédula la identifica como Ana del Rosario Ventura, pero nadie la conoce por ese nombre, sólo Chana.  Hay dos cosas que tiene Chana que todo el mundo le conoce.  Primero, tiene un lunar justo al lado del ojo derecho, opuesto a la nariz, pero no es cualquier lunar, es tan rosadito y robusto que parece un clítoris facial y, por consiguiente, la relajan con eso ofreciéndole todo tipo de “masajitos orales” para calmarle el lunar.  La segunda cosa es que Chana es un solo pegote de 250 libras de belleza en 52 pulgadas de estatura.  “La gorda más sexy del barrio”, según ella.

Sus 19 años son toda una acumulación de insultos, burlas y cherchas por sus libritas de más.  No tiene ni una sola memoria que no sea la de palabras feas y denigrantes, de quejas y desaires, de sobrenombres, apodos y piropos disfrazados de talibanes.  Cada vez que se ve en el espejo no se ve ella misma, sino la muchedumbre de expresiones denigrantes y despectivas.  Ve sus rondas, sus pliegos, sus mulotes, sus brazotes, su cuellote, su barrigota, sus manotas, sus dedazos y tantas otras cosas redondas, flojas, grandes y pesadas.  Era todo a lo que se había acostumbrado a ver.

Hasta hoy.

Hoy conoció un amante, alguien que la miró con otros ojos.  Su encuentro comenzó como tantas veces, preguntándose qué hacía ahí, por qué la miraba, qué buscaba, si lo que quería era lo mismo que quieren todos, tocar y retocar, molestar y joder, tan sólo por un placer en una única sola vía.  Estaba harta de lo mismo, pero esta vez estaba curiosa.  

Este inesperado encuentro estaba lleno de sonrisas, de toquecitos, de cuentecitos, de miradas tiernas, de oídos atentos y luego vinieron los abrazitos y besitos coquetos hasta que llegó el ánimo inesperado de comenzar a retirar piezas de ropa y obstáculos afines, de tocar y retocar pero en otra dirección.  Todos los encantos y sensaciones iban para ella.  Y ella, TODA ella, no pudo resistir.  Por primera vez vió los labios de otra persona en su barriga, en sus senos, en las sombrillas de sus brazos, llenándola de besos, de caricias.  Vió cómo las manos no daban para agarrarla, para acariciarla.  Vió levantar sus brazos, sus axilas, su cuello, sus mulazos y sus codazos y todos sus otes, otas, azos y ozas.  Y en cada punto había alegría, deseo, sensaciones, temblores y placeres, muchos de los cuales nunca había sentido antes, ni sabía que existían.  

Esa persona estaba encantada con sus pliegos y despliegos, con sus tembladeras y con sus redondeces.  Esa persona no dijo nada ofensivo, ni injurioso, ni feo, ni sucio, ni denigrante.  Lo que decía, lo que decía, no no no, lo que sentía era que ELLA era su fuente de placer, de gozo, de deseo, de alegría.  Todas esas cosas de los que otros y otras se burlaban eran ahora la fuente de regocijo de esta otra persona.

Volvió a nacer.

Salió del encuentro hecha otra persona viendo al mundo con otros ojos, los que ahora palpitaban repletos de besos, de caricias, de miradas, de súplicas, de poesía, de cantos, de lágrimas, de gozo.  Cubrió nuevamente sus 250 libras y 52 pulgadas de belleza interior y salió a la calle extasiada.  No vió la mano de Culeco sobre la calzada y cuando escuchó el insulto sobre su nalgatorio le sonó a un concierto sinfónico.  Su nalgatorio todavía ardía de placer.

No sabía para dónde iba ni por cuál razón.  Andaba en el espacio como andan los enamorados que acaban de descubrir la mezcla perfecta de dulce y salado en el cuerpo de sus amantes.  Más que todo, andaba como un espíritu reconciliado con su cuerpo, la innegable resurrección de valor, dignidad, alegría y certeza que sólo los locos conocen como realidad. 

No hay amor más grande que el auto amor y Chana lo acababa de descubrir.

lunes, 27 de abril de 2020

Willy el Alcalde y el Toque del Poder (3 de 3)

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Por José Bourget
“Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder.” Abraham Lincoln
“La mejor victoria es vencer sin combatir”, Sun Tzu
Ser alcalde es mucho trabajo y una inmensa responsabilidad. No es el mejor salario del mundo ni los más grandes beneficios. Cuando toca ser alcalde de un municipio con inmensos problemas uno tiene que cuestionar la sanidad del que quiere serlo. Uno puede también admirar el valor, la vocación de servicio y la disponibilidad de alguien profundamente convencido de que puede hacerlo y de que puede hacerlo bien.
Willy es alcalde hoy por la razón más simple y más elocuente: sustituye a un alcalde que no era re-elegible. La primera misión de un elegido es ser reelegido, pero el anterior alcalde cometió gravísimos errores sociales, políticos, gerenciales y, sencillamente, de relaciones humanas. Si hubiera sido lo contrario Willy no sería alcalde hoy. Willy asciende con la premisa de que lo hará mejor. Obviamente no llegó solo, sin los aspirantes a regidores que le acompañaron en la boleta no hubiera ganado, así que ganó por la magia tripartita de calar en la imaginación de muchos nuevos votantes, ir a la contienda bien acompañado y gozar del rechazo masivo a su predecesor.
En la entrega anterior decíamos que su elección le otorga poder y que el poder es como un gusanito. El gusanito es la representación del poder interior, el que puede ser bueno o malo, o medio bueno o medio malo. Ese poder interior no vale para nada quedándose en el interior, debe ser manifestado, articulado, hecho realidad a través del ejercicio del poder. Ese ejercicio constituye “el toque” del empoderado. Por ejemplo, sus primeras declaraciones y sus primeras acciones son prácticas y a la vez simbólicas. Comienzan a darle un “aire” y una proyecció, o sea, su toque.
Muchas veces lo simbólico es tan o más poderoso que las acciones prácticas y, por ello, un buen líder se cuida de crear buenas impresiones porque en la mente común “percepción es realidad”. Willy fue mercadeado para crear una percepción y ahora debe convertir esa percepción en realidades prácticas y también simbólicas. Creo que ha tenido buen comienzo en ello y ha capturado la imaginación (la “percepción”) de mucha gente y ya eso mismo está siendo mercadeado en su justa dimensión.
Hace más de 3,500 años hubo un rey en Frigia llamado Midas quien le pidió al dios Dionisio que le concediera el don de que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Dionisio le concedió el deseo a tan avaricioso rey y, de esa forma, una piedra, una rama, una copa, todo lo que tocaba se convertía en oro. Lamentablemente le llevaron una copa de vino que no pudo beber porque al tocarla se convirtió en oro, le llevaron un plato de comida y no se la pudo comer porque al tocarla la convirtió en oro. Y en un momento se le acercó su hija Zoé y al tocarla se convirtió en oro.
Tamaña desgracia!! Con el corazón roto y con mucha sed y hambre fue corriendo de vuelta al dios Dionisio y le suplicó que revirtiera el don recibido, lo cual el dios le concedió al ordenarle que fuera al río a bañarse. Así lo hizo Midas y se pudo liberar del “don” de convertir en oro todo lo que tocaba y, hasta el día de hoy, la arena de ese río en lo que hoy es Turquía son de color oro.
Me pregunto qué le ha pedido Willy a su Dios. De seguro le ha pedido capacidad, sabiduría, paciencia, fortaleza, salud, destrezas y (con un poquito de suerte) humildad. Son todas buenas peticiones y de seguro que hay muchas más. Si su Dios le concede tales peticiones Las Terrenas será muy bendecida y a todos nos conviene que sea así porque Las Terrenas merece un gobierno municipal MUCHO mejor y uno que logre integrar exitosamente al Concejo Municipal y al poder ejecutivo del alcalde en pos del bien común.
Nos hace falta una gerencia orientada a la calidad y falta por verse si la alcaldía abandonará las constantes improvisaciones y ausencia de soluciones adecuadas ante los problemas por más pequeños o grandes que sean. Me pregunto si adoptará un modelo de respuestas y acciones técnicas a la altura de una gerencia moderna y adecuada, donde los procesos, mecanismos, funciones y servicios estarían a mano de personas debidamente capacitadas, entrenadas y orientadas a realizar una función deseable, al tiempo que son empoderadas con mecanismos, recursos y libertad de ejercicio de sus mini-poderes. Hacerlo así implicaría el abandono de la autocracia que ha sido tan común en las alcaldías anteriores. Me gustaría que Willy le pidiera a su Dios, “Dios mío ayúdame a trabajar bien y a dejar que los otros también hagan su trabajo”. Sería muy sabio de su parte.
Como el “toque” es tan importante, si yo fuera Willy le pediría al Universo cuatro toques principales, uno por cada orientación de la tierra:
a) NORTE, ejecutar una gestión limpia, justa y, sobre todo, transparente, lo que por obligación requeriría el fin al clientelismo y la ejecución de una gestión gerencialmente efectiva, progresista y fiscalmente responsable;
b) SUR, establecer un plan de ordenamiento municipal que constituya la base para el verdadero y profundo desarrollo económico municipal, ya que sin ordenamiento no habrá verdadero desarrollo, con plena convicción de que Las Terrenas tiene enormes recursos y potenciales que ofrecer, humanos y físicos, que no han sido descubiertos o han sido mal manejados, muchas veces para el exclusivo beneficio de algunos pocos;
c) ESTE, convertir al municipio en un modelo de sostenibilidad, lo cual requiere dar prioridad a la protección medioambiental, porque sin la debida atención a los recursos naturales no habrá futuro para Las Terrenas y porque hay mucho más que ganar con el debido manejo de los recursos naturales que con la mera explotación abusiva y depredadora; y,
d) OESTE, el toque de una ejecución participativa e incluyente, con un modelo de presupuesto participativo justo y equitativo, con la creación de un modelo de participación comunitaria representativa donde las juntas de vecinos, clubes, asociaciones, organizaciones comunitarias, iglesias y organismos civiles sean parte activa de la gestión, lo que sería la demostración más evidente de que se gobierna para todos, no sólo para los que tienen fácil acceso al poder, creando así un “tercer poder” que a parte del ejecutivo y del Concejo sea la entidad que ayude a crear sinergia entre gobernantes y los gobernados debidamente organizados.
Esas cuatro orientaciones son casi en su totalidad adversas a todo lo que se enseña en la política tradicional de Maquiavelo, o en el 孙子兵法 (“Arte de la Guerra” de Zun Tzu), o en el salvajismo politicucho de muchos líderes de patio.
Yo estoy profundamente convencido de que Willy desea hacerlo bien, que después de tan larga espera y de tantas emociones invertidas en llegar donde está no querrá levantarse cada mañana pensando “¿cómo la voy a joder hoy?” Por el contrario, creo que se levantará pensando “hoy lo voy a hacer mejor que ayer”. Esa capacidad de REFLEXION y de ACCION se convertirá en “el toque de Willy”, no como el del avaricioso rey Midas sino como el de un ser humano profundamente comprometido y enamorado de su comunidad, hasta el punto de tocarla y besarla en cada instante y por cada motivo posible. Yo y muchos más defenderíamos a raja tablas una gerencia municipal con un toque tal.
Cuida tu toque, Willy, cuida tu toque.
(Pinturas representativas de EL TOQUE: "La creación de Adán"por Michelangelo y "El beso" de Gustav Klimt).

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Willy El Alcalde (2 de 3)


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Por José Bourget
“Yo soy yo y mis circunstancias”, Ortega y Gasset
La pregunta obligada es, ¿qué hace uno con el poder? El poder es en verdad una cualidad imaginada hecha realidad a través de su ejercicio. Me imagino que Willy pasó meses (o años) pensando lo que haría, sobre todo desde marzo pasado cuando resultó obvio que era el ganador de las elecciones municipales. Ahora comenzará a traducir lo imaginado en todo ese tiempo a su estilo de ejercicio del poder otorgado. Antes era un simple soñador, ahora es un “empoderado.”
Lo primero a considerar es que el poder político es sólo una de las múltiples expresiones del poder. Lo segundo es que lo que se puede hacer con el poder resulta obvio a los que toman tiempo para ver, escuchar, sentir y reflexionar sobre sus cualidades, oportunidades, características y potencial. Si Willy no lee y depende sólo de lo que piensa él y los que le acompañen entonces “tamo frito”. Ojalá que a Willy le guste leer y aprender. Por suerte para Willy y para cualquier otro “empoderado”, hay muy buenos ejemplos en la historia, en la literatura y a nuestro alrededor de los cuales aprender, copiar, ponderar y enriquecerse. Una de mis preguntas es “Willy, ¿qué estás leyendo?” Porque si no lee, ay mi madre!! La lectura de buenas obras ayuda a formar buenas opiniones, ideas y valores, porque cuando los tales no existen entonces siempre aparecerán otros que le dirán qué pensar, qué hacer y qué decir.
Una de las maneras más sencillas y efectivas de aprender es “en contexto”. A manera de ejemplo, a Willy le conviene mucho pensar en lo que hizo el pasado alcalde Lic. José Alexis Martínez (quien terminó destronado y actualmente acusado de corrupción en las cortes), como también lo que hizo el alcalde saliente Lic. Antonio García George (después de una pésima gestión y de una desvalorada apreciación después de obtener los números de votantes más altos en la historia de Las Terrenas). Ambos llegaron al poder, ¿y qué hicieron con él? ¿Qué hará Willy con lo mismo, cómo se manejará y cómo terminará?
Lo tercero a considerar es, ¿qué hará el elegido con el poder que los votantes le han otorgado? Porque, a fin de cuentas, todo el que votó por Willy le cedió parte de su “poder ciudadano” para que él ahora lo ejerza como piense y desee. Todos los demás votantes, en virtud del proceso eleccionario y de manera indirecta también le han otorgado poder a Willy en base al acuerdo inferido de que el perdedor acepta los resultados aunque no le guste. Bajo el sistema de elecciones en un régimen “democrático”, los votantes ceden parte de su poder y libertad a los gobernantes. Ese traspaso de “poder” y de libertades es muy significativo y tiene amplias consecuencias, las que no discutiremos aquí por el momento.
Yo soy de los que pienso que el poder mismo, como entidad tangible, transforma a las personas. El poder es como un gusanito que se mete por dentro y anda por todas partes. Deja huevos en muchos órganos y recovecos y se reproduce de manera insoslayable, constante, persistente e inevitable. El gusanito no es necesariamente ni bueno ni malo en sí, aunque algunos expertos argumentan lo contrario afirmando que el poder por su propia naturaleza es destructivo. Lo que sí sé es que cuando el gusanito encuentra terreno fértil es cuando más se reproduce.
Por tanto, la naturaleza del terreno interior es lo que determina el nivel reproductivo del gusanito. Si el terreno es bondadoso, humilde, solidario, amante y confiable, entre muchas otras virtudes, entonces el gusanito se reproduce con características similares al terreno que lo nutre. Pero si el terreno es avaricioso, corrupto, enfermo, necio, egocéntrico, autocrático, despreciable, malicioso y lleno de maldad, entonces el gusanito se reproducirá con iguales características. Tarde o temprano, el gusanito del poder se hará evidente en la manera en que el empoderado actúa, habla, se mueve, decide, otorga y funciona. De hecho, el manejo del poder es un desafío constante porque ningún ser humano es 100% perfecto ni bueno en todas sus partes, por lo que a veces el gusanito encuentra un buen terreno por un lado y otro terreno no tan bueno por otro lado. El empoderado muchas veces sentirá un conflicto interno constante por las tensiones creadas por esas fuerzas internas.
Aunque a Willy lo mercadearon bien, casi como a un santo, ahora le va a costar un poco de trabajo bajar desde el trono de las imágenes creadas y aterrizar para enfrentar su obvia humanidad en todas sus formas. Ningún empoderado sube solo y, francamente, el éxito del gusanito o de los gusanitos internos en hacer sus trabajos a menudo depende MUCHO de las voces, corazones, sentimientos, mentes y aportes de las personas que rodean al empoderado. Si se rodea de adulones y corruptos (como ha ocurrido en el pasado), entonces el empoderado sentirá la trágica rapidez con la que los gusanitos malditos se reproducen en su interior hasta el punto de sentirse intocable y soberano. Por otro lado, si se dedica a la reflexión, a escuchar a la voz de la sabiduría, de la templanza y de tantas otras virtudes, entonces es posible que los buenos gusanitos se reproduzcan más y más rápidamente que los malditos. No es por nada que el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” tiene tanta validez entre los que llegan al poder.
No hay ser humano puro. Ejercer el poder de manera sabia y justa es un constante desafío. Aunque deseemos evitarlo, a veces los buitres se posan sobre nuestros hombros y escuchamos sus voces. Y ningún líder podrá hacer bien quien primero no admita sus incapacidades y su necesidad de aprender de otros. Afortunadamente, si Willy carece de buenos ejemplos, de buenas obras y de buenas fuentes para su pensar, también puede aprender de los idiotas de líderes que ha tenido su partido y todos los partidos, de los tantos que han usado el poder para creerse reyes y dioses, obviando el más sagrado deber de ser de servicio para el bien mayor y común. Se aprende de los buenos y se aprende de los malos. A veces esos canallas enseñan más que los buenos. Como infirió el filósofo, ensayista y poeta Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, mejor conocido como Jorge Santayana, si Willy no aprende de ese pasado entonces estará condenado a repetirlo.
El mayor desafío que enfrenta Willy es, en mi opinión, escoger de quién y en qué forma va a aprender porque, lamentablemente, el PLD, el partido que lo llevó al poder, está podrido por dentro y lleno de gusanos malévolos. ¿Estoy prejuiciado en eso? Claro que sí y lo admito, pero eso no me impide desearle éxitos e invitarlo a que se separe de los gusanos malditos dentro y fuera del PLD.

Willy El Alcalde (1 de 3)

La imagen puede contener: Eduardo Esteban Willy, de pie, texto que dice "SIÓN RGENCIA TIERRA DE SOL y ESPERANZA"
Por José R. Bourget Tactuk (compártelo)
En la mañana de hoy sábado 25 de abril, el Lic. Eduardo Esteban abrió sus ojos, se levantó de su cama y enseguida pensó, “soy el alcalde.”
Después de quince años (o más) en el afán político logra conquistar su meta política, con todas sus implicaciones personales, profesionales, sociales, etc. Para un político, lograr una meta como esa debe ser motivo de satisfacción y de orgullo. No todos los aspirantes llegan y no todos llegan de la manera en que él lo hizo. Su proceso de conquista del “poder” debería ser ejemplo para muchos otros aspirantes, a quienes les conviene desmenuzar los componentes del trayecto y rearmarlos para dirigir sus energías hacia sus propias aspiraciones.
Llegar a la silla implica muchas cosas, como la de tener que soportar la lectura de una piltrafa como este escrito. Otra será la de tener que escuchar las adulaciones cotidianas de una situación tal. Pero también es posible que se preste para otras muchas reflexiones, las que serán más perentorias según vaya pasando el tiempo. A mi, por el momento, se me ocurren varias.
Por fin, ¿quién ganó? Es una pregunta retórica, obviamente, porque desde ayer Willy ocupa el trono. Pero considerado en forma más amplia y exploratoria, ¿ganó el PLD, o Willy, o ambos, o algunos más? De 13,345 votos posibles un 59.24% votó en las elecciones del 2020, equivalente a 7,906 votantes, pero sólo 7,696 fueron votos válidos. De entre los votos válidos apenas un total de 2,995 fueron del PLD para un 38.92% del total. Añadiendo 509 votos de los nueve partidos aliados, el total de votantes sube a 3,504 para un 45.53% del total de votantes en Las Terrenas (en el 2016 el PLD ganó con el 53.32% del total de votos válidos o 4,411 votos).
Comparando los resultados del 2016 cuando habían 11,384 posibles votantes y hubieron 8,273 votos válidos (577 más que en el 2020), el PLD ganó las elecciones con 4,411 incluyendo los 12 partidos aliados para un 53.32% del total de votos válidos. En ese año 2016, el PLD sin aliados obtuvo 3,362 votos o 40.64% del total de votos válidos (367 votos más que en el 2020). En el 2016 el PLD obtuvo 1049 votos de los partidos aliados comparado a sólo 509 en las elecciones del 2020.
En el 2020 habían en Las Terrenas 2,000 nuevos votantes, pero en las elecciones del 2016 el PLD ganó más votos sólo y con los aliados y un porcentaje más alto que en las elecciones del 2020. A pesar de los 2000 nuevos votantes en el 2020, el PLD perdió votos solo y con sus aliados comparado a las elecciones del 2016. Esa pérdida de 367 votos comparado al 2016 es muy significativa. En el 2020 el PLD ganó las elecciones pero perdió votantes con y sin aliados.
De manera interesante, el PRSC y partidos aliados ganaron más votos en el 2020 (2850 votos o un 37.03% de los votos válidos) comparado a 2,256 o 27.27% del total en el 2016. De hecho, el PRSC obtuvo 1002 votos más en el 2020 comparado al 2016 (1334 vs 2336), una enorme ganancia real.
¿Diferencias significativas? El BIS que compitió de manera independiente en el 2016 obtuvo 1472 en esas elecciones pero sólo aportó 204 votos aliado al PRSC en el 2020. José Alexis Martínez, líder del BIS en el 2016 participó aliado al PLD/Willy en el 2020. En el 2016, el PRM obtuvo solamente 766 votos cuando compitió aliado al PRSC y aportándole un tercio del total de votos. En el 2020 obtuvo solamente 1059 votos (1314 votos con los cinco partidos aliados). El más alto ganador fue obviamente el PRSC con un incremento de 1002 votos en las elecciones del 2020, quedando en segundo lugar en las elecciones y llegando llevar dos regidores a la sala capitular, su más alto número en la última década. Fue el seguro ganador en todos los parámetros considerables en las elecciones del 2020, pero aún así perdió las elecciones. Va a ser muy difícil convencer a la Dra. Mariana Vanderhorst de las posibles causas.
La evidencia forzosamente anecdotal (imposible de documentar) es que un gran número de nuevos votantes (11,384 en el 2016 comparado a 13,345 en el 2020, o sea, casi 2,000 votos nuevos) escogieron a Willy (no al PLD) votando a favor del PLD. Caras frescas, jóvenes, mayoritariamente femeninas, le ganaron la silla al nuevo alcalde. Esa es mi conclusión personal. Igualmente, un mayor nivel de abstención afectó principalmente al PRSC y al PRM.
¿Causas? Difícil de explicar, pero me atrevería a especular que el voto masivo de los barrios y las iglesias a favor de un candidato considerado favorecido por ambos en el 2016 fue muy diferente a lo que ocurrió en el 2020 cuando esas mismas audiencias, habiéndose sentido desempoderadas, traicionadas y engañadas por el alcalde saliente no lograron encontrar un candidato suficientemente atractivo en los partidos de oposición mayoritarios, por lo menos hasta el punto de provocar el destrono del PLD. La posible abstención masiva de esos dos grupos junto al incremento de nuevos votantes a favor de Willy fueron las posibles causas de la situación actual.
¿Cuáles son las implicaciones? Ya veremos, en la parte II de esta entrega.

viernes, 10 de abril de 2020

Transitoriedad

LA TRANSITORIEDAD DE LA VIDA. | ZARATUSTRA1947

Hay un espacio en el camino por el que todos transitamos cuando resulta evidente la naturaleza solitaria del trayecto.

Años atrás en Fort Myers, Florida, me tocó salir corriendo de mi carro para ayudar a un conductor que perdió el control de su vehículo y se estrelló en un poste.  Llegué donde él y tan pronto lo vi puse mi mano sobre la ceja izquierda desde donde salía sangre a borbotones.  La presión ayudó a parar la sangre hasta que la ambulancia llegó cinco minutos más tarde y me paré al lado para ver cómo lo atendían.  

No me acuerdo ni su nombre ni sus características básicas, sólo era un hombre muy mayor a quien, según el paramédico, le había salvado la vida.  Se fueron y yo quedé parado ahí solito, con decenas de gentes alrededor quienes contemplaban la escena a distancia.  El dueño del lote de carros frente al cual el anciano había chocado se me acercó y me puso su mano sobre el hombro mientras me decía “eres un héroe”.  De repente, ese momento de solitario  heroísmo se hizo más pesado. 

Así también fue años antes en el Hospital Bella Vista en Mayaguez, Puerto Rico, donde era asistente al capellán y la segunda persona al que llamaban cuando había alguna emergencia.  Esa tarde entré a la habitación 405 junto al equipo del código azul y apenas unos minutos más tarde vi la frustración pintada en todos los colores sobre los rostros del equipo cuando se dieron cuenta que no podían salvar la vida del paciente, un hombre sesentañero de tez india y pelo blanco.  

Vi cómo se le extinguió el aliento de vida ante mis ojos y luego fui yo quien salió de la habitación para darle la noticia a los familiares que esperaban ansiosos y llorosos.  Me sentí muy solo mientras deseaba tener a mi lado un ejército de ángeles para que me ayudaran.

Ahora, ante la presencia del COVID-19, me doy cuenta que la razón por la que los seres humanos pelean no es permanente, sino que es tan furtiva como la niebla al salir el sol.  Es imposible atajar el agua que se filtra por nuestros dedos, como si al abrir la boca ante la lluvia pudiera uno tragar toda el agua que cae.  Imposible.  

La impermanencia de nuestro presencia sobre la tierra y la seguridad de que todo desaparece al cerrar los ojos para siempre nos unifica en la realización de que nada dura.  Esa transitoriedad de todo lo que hoy conocemos que existe debiera hacernos pensar mejor acerca de lo que somos y lo que hacemos desde que abrimos los ojos y lo cerramos en el diario vivir.

Nadie ni nada nos puede acompañar en ese momento solitario cuando el aliento se nos va.  Tanto luchamos para que el aliento quede dentro de nosotros y, caramba, qué fácil se nos puede ir!  Ser humano es un largo trayecto que se hace corto en ese preciso momento de la más abyecta soledad.  Cuando se nos va el aliento no nos llevamos a más nadie, sólo uno se va.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...