lunes, 11 de enero de 2021

Desafíos para la Justicia Social en Las Terrenas

 El Dilema Terrenero—2 de 3

Desafíos para la Justicia Social
Las Terrenas es una comunidad donde existen muchas injusticias sociales. Las Terrenas no es un caso excepcional, ni trágico, ni extremo, ni único. Ni siquiera es un caso funesto o dramático, siempre y cuando lo comparemos exclusivamente con condiciones similares en la provincia, en la región y en el país o si lo comparamos estrictamente con las condiciones que siempre han sido “normales” dentro del municipio.
Afirmar que hay “muchas” injusticias sociales que ameritan atención y sano juicio radica en el simple hecho de que no deberían existir. Es urgente abandonar las comparaciones basadas en lo que no somos y comenzar a ambicionar lo que podríamos ser. Como todos los dominicanos somos expertos en política (y en beisbol!), el ejemplo de lo antes dicho es decir que el PRM debiera dejar de situarse diciendo “no somos como el PLD” y, en su lugar, demostrar cómo es que lo hace mejor y diferente. De esa forma altera el pasado y crea nuevas y mejores pautas para el futuro.
En el contexto de la justicia social, Las Terrenas debiera situarse entonces en base a la búsqueda del potencial real del municipio y no en base a la constante comparación a lo que hasta ahora es, o en base a lo que siempre ha sido. Condiciones que nos mantienen atados a un presente y a un pasado igualmente despreciable aparecen a continuación, algunas de las cuales son realidades tácitas mientras que otras están basadas en creencias fatuas, falacias y percepciones empíricamente infundadas:
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• Hay pobres como en todos sitios y las causas de la pobreza son complejas e imposibles de cambiar.
• Hay menos pobres en Las Terrenas y los pobres de Las Terrenas están mejores que los de otros sitios porque en Las Terrenas hay más trabajo.
• El inversionista tiene derecho a sacar el máximo provecho a su inversión porque para eso se invierte, para ganar y ganar y ganar.
• El inversionista está para crear riqueza personal y no tiene responsabilidad de hacer inversión social en el municipio.
• Los recursos naturales del municipio son como cualquier otro y los que invierten en Las Terrenas no tienen que alterar sus planes si afectan en alguna manera los recursos naturales existentes.
• Para poder echar pa’lante hay que mantener contentos a los empresarios e inversionistas.
• Hay explotación sexual infantil porque es un destino turístico y porque los padres lo permiten.
• Las Terrenas es una “zona de tolerancia” y, por lo tanto, habrá explotación humana y tráfico humano normales para cualquier destino turístico.
• Es normal que hombres, nacionales o extranjeros, se beneficien sexualmente de la amplia oferta de niñas, niños y jóvenes porque las víctimas y sus familias se benefician económicamente.
• Grandes empleadores (i.e. Hotel Bahía Príncipe) como también grandes constructores de proyectos van fuera de Las Terrenas a buscar empleados porque así se evitan las demandas de beneficios laborales (entre otros factores).
• Se puede seguir rellenando los humedales porque todos los condominios, hoteles y villas que existen fueron construídos sobre humedales y si le permitieron a Balcones del Atlántico guadañar y rellenar 30,000+ m2 de humedales lo mismo le pueden permitir a los Vicini en El Portillo.
• Las mujeres son ciudadanas de segunda clase porque somos una sociedad patriarcal.
• Las familias de los políticos en el poder tienen derecho a los privilegios clientelares que les concede la política.
• Para vivir en paz todos tenemos que rendirle pleitisía a las “vacas sagradas” de Las Terrenas sean individuos o familias. Sumisamente hay que dejarles que hagan lo que quieran.
• Las causas y consecuencias de la pobreza y de la explotación humana son causadas por condiciones nacionales y el gobierno municipal (alcalde y concejo municipal) tienen escaso o ningún rol en cambiar tales condiciones.
• Promover la justicia social en el municipio no es responsabilidad edilicia.
Esa lista infame es sólo una muestra de las condiciones sobresalientes de injusticia social que nos afectan. Es posible que algunos la consideren como normales en una sociedad en desarrollo y, por lo tanto, carentes de importancia. Sin embargo, sean relevantes o no, la interrogante que nos concierne es si tales condiciones debieran ser de importancia o prioridad para las autoridades edilicias (el alcalde y los ediles o regidores). La diferencia entre una administración municipal con conciencia social y una carente de la misma radica en la respuesta que puedan darle a esa inquietante pregunta.
¿Cuáles son las demostraciones de conciencia social que hasta ahora ha dado la alcaldía? Ya que casi llegamos a un primer año de gestión, ¿qué han hecho hasta ahora el alcalde y los ediles para afrontar las condiciones antes mencionadas? ¿Cuáles son las evidencias notables de conciencia social en las acciones y pautas de la administración? ¿Han demostrado tanto el alcalde como los ediles que la creación de una sociedad más justa y equitativa es parte de su política y plan de acción?
Algunos ya han criticado a las autoridades actuales por prestar más atención a las apariencias y a mantener contentos a los sectores más acomodados, como los empresarios e inversionistas. Parte de la crítica es porque muy poca atención y recursos han sido dedicados a transformar las condiciones que afectan a los menos favorecidos sobretodo en los barrios. ¿Es justa la crítica dado el corto tiempo de gestión, dada la presencia de la pandemia, dadas las limitaciones económicas del municipio y dadas las profundas alteraciones al funcionamiento social normal por causa del Covid-19?
En medio de todas las distracciones reales o no, la mejora en la condición humana es primordial para un manejo efectivo y justo de una sociedad. El bienestar social no debe ser disfrutado por sólo unos pocos, los más notables. Justicia es dar a cada quien lo que merece y si amplios segmentos de la población carecen de lo justo es señal de que algo debe cambiar. Las funciones municipales claves (basura, tránsito, seguridad, cultura, espacios públicos, gerencia financiera, etc.) son determinantes para crear bienestar humano; pero, ¿habrá bienestar y buena gerencia sin justicia social?
Hacer de la justicia social el eje determinante en la gestión municipal es un verdadero y oportuno desafío, lo que podría colocarnos en el centro de una transformación social profunda, convertirnos en un torbellino de alteraciones sistémicas, gerenciales, organizacionales y sociales sin paralelo en nuestra historia pero fundamentales para crear el futuro socialmente justo y equitativo que todos deseamos, como veremos en la próxima entrega.
(En las fotos, luchadores de la justicia social en nuestra isla: Hatuey, Caonabo, Anacaona, Enriquillo, Antón de Montesinos, Lemba, Luperón, Mamá Tingó, Caamaño, Los Palmeros, Amín Abel Hasbún, Minerva Mirabal, Manolo Tavarez Justo)
Esmeralda Rodríguez

Fundamentos de Justicia Social

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El Dilema Terrenero—1 de 3

Fundamentos de Justicia Social
Vivimos en una abyecta injusticia social. Mirando al mundo de hoy, así como vemos a la nación, así como también vemos a nuestra comunidad, parece haber un tema común que une a todas las sociedades, un tema tan viejo como la humanidad misma: la urgencia de una justicia social.
La palabra “justicia” tiene orígenes antiquísimos, pero en la cultura occidental se puede trazar a la civilización greco-romana desde donde nos llega la imagen de la diosa griega Dicea portadora de una balanza en su mano izquierda, una espada en la derecha y sus ojos vendados.
El término latino “iustitia” proviene del vocablo “ius” que significa “justo”, o sea, “lo justo”, lo cual implica que justicia es dar a cada quien lo que le corresponde. El jurista latino Ulpiano fue aún más específico al indicar que la justicia se refiere a dar a cada quien el “derecho” que le corresponde.
Claro está, la justicia no comenzó ni con los griegos ni con los latinos (romanos). El primer códice legal en la historia fue producido por el rey Hammurabí, sexto rey del imperio babilónico quien vivió unos 300 años antes de Moisés y de quien se dice recibió los dictámenes legales que llevan su nombre directamente del dios Marduk, el dios principal del panteón babilónico según algunos historiadores.
El Código de Hammurabí precede a los diez mandamientos y contiene los primeros estatutos legales enunciados por el interés de crear bienestar entre las personas. De otra forma conocidos como “la ley del Talión”, la justicia o bienestar bajo Hammurabí consistía en penalizar al culpable en base a lo que le correspondía, o sea, recibir el mismo mal que provocó en su víctima. De ahí procede “ojo por ojo y diente por diente”, una regla social que ha existido en nuestro medio por cerca de 4,000 años. El bienestar y la paz social eran entonces el resultado de penalizar al culpable en la misma medida en que sufrió la víctima. Algunas de las leyes de Hammurabí eran aún más crueles: “Si un señor acusa a (otro) señor y presenta contra él denuncia de homicidio, pero no la puede probar, su acusador será castigado con la muerte.” (https://thales.cica.es/.../rd98/HisArtLit/01/hammurabi.htm). Bajo el rey Hammurabí había que andar derechito!!
En el occidente la sociedad judío-cristiana tiende a trazar el origen de la justicia a los diez mandamientos. Es interesante conocer que existen notables diferencias entre los diez mandamientos alterados por la Iglesia Católica Romana y los diez mandamientos originales en el decálogo judío. El decálogo judío fue alterado por Agustín en el siglo V y luego adoptado en el concilio de Trento (1545-1563 D.C.), siendo igualmente aceptado por diversos grupos protestantes, incluyendo algunos luteranos. Un ejemplo clave de estas diferencias es que en el decálogo original no existe una prohibición de las mentiras, sino que en el noveno mandamiento judío se prohíbe el levantar falso testimonio dentro del contexto legal de Israel. O sea, se prohíbe terminantemente el perjurio, pero no hay mención alguna a decir mentiras. Igualmente, el sexto mandamiento judío no habla de “no matar” sino de no asesinar o cometer homicidio. El sexto mandamiento prohíbe el asesinato con la intención de beneficiarse de manera personal y egoísta. El matar en el sentido común era parte de otras leyes mosaicas (Deuteronomio 19:1-13). La persona promedio entiende que Dios dijo “no matarás”, “no mentirás” como parte de los diez mandamientos y que el “ojo por ojo y diente por diente” es igualmente ley divina, ninguno de los cuales es cierto.
Por las complejidades propias de la evolución social, la justicia y sus aplicaciones son más complejas que simplemente cortar la mano o sacar un ojo al culpable. Hablamos de justicia procesal, justicia distributiva, justicia retributiva, justicia restaurativa y justicia eclesiástica, entre otros, cada término amparado en marcos sociales, judiciales, legislativos, económicos y hasta religiosos.
Pero lo que nos concierne en esta serie es la justicia social, lo cual amerita consideración pura y simplemente por la existencia de profundas inequidades en la sociedad, las que hacen que la mayoría de la población no goce de la seguridad, dignidad, protección y derechos que le corresponden. Como inferimos al principio, la desigualdad social no existe solamente en Las Terrenas, sino también en toda la nación y en el mundo, lo que requiere que hagamos la pregunta, “¿lo dejamos así o hacemos algo al respecto?”.
En este municipio hay desigualdad. Eso no nos hace ni especial ni diferente, pero lo que nos importa es si debe quedar como está o si nos metemos a la lucha por una mayor y mejor equidad social en nuestra población de apenas 30,000 habitantes.
Existen condiciones socio-económicas en el municipio que son reflejo de injusticias que permean cada nivel social, no sólo por ser resultado de condiciones nacionales, sino por ser parte de condiciones sistémicas particulares al municipio. Las autoridades municipales pudieran jugar un rol en mejorar, cambiar, alterar y, felizmente, erradicar tales condiciones.
Es posible que algunos piensen que la búsqueda de la justicia social trasciende al municipio, que nada podríamos lograr en este espacio geográfico tan limitado de fundamentos conceptuales esenciales. Por eso quizás no ven que decisiones en el pasado y en el presente respecto al uso del suelo, a las inversiones y al maltrato al medio ambiente son parte del marco sistémico que fomenta esa injusticia social.
Yo creo que es en el seno de la administración edilicia desde donde podríamos lanzar transformaciones sociales profundas que resulten en una mayor equidad social, económica, política y hasta cultural. En lugar de pasarnos la vida enumerando déficits es mejor que reflexionemos en lo que está a nuestro alcance dentro del corazón político del municipio para lograr tales transformaciones. Nuestro dilema se centra en la justicia social.
Más en las próximas entregas.
José
Jose Maria Sanguino, Tomas B. Diaz Romero y 1 persona más
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