PLAN MUNICIPAL DE DESARROLLO DE LAS TERRENAS
Escribo por si acaso se me olvidan ciertas cosas, como la vida en comunidad, lo real, lo imaginado, lo bueno, lo malo, uno mismo y otras cosas. Desde Las Terrenas, Latitude: 19.3167 | Longitude: -69.5333. Poesías y otros sondeos en http://misegundapersona.blogspot.com.
miércoles, 27 de septiembre de 2023
Plan Municipal de Las Terrenas (Sept 23)
Crimen del Arbol
CIERRAN A BLU--INCREIBLE PERO CIERTO
INCREÍBLE PERO CIERTO
Blu Las Terrenas
EL PROYECTO BLU
Por José R. Bourget Tactuk
Hace año y medio propuse una división territorial de Las Terrenas (ver https://terrenero.blogspot.com/2022/04/las-terrenas-dividida.html). En el contexto de las controversias recientes sobre proyectos de “desarrollo” en Las Terrenas me atrevo a compartir las siguientes reflexiones.
Primero, todavía seguimos equiparando “crecimiento económico” como si fuera “desarrollo”. Peor aún, a veces lo igualamos a “desarrollo sostenible”. Abundancia de construcciones no es necesariamente desarrollo y, mucho menos, no es necesariamente desarrollo “sostenible”. Para mi la medida, la regla, el factor determinante, en cualquier proyecto inmobiliario en una comunidad de características como la nuestra es que sea sostenible.
Segundo, todo proyecto de envergadura que desee vender propone siempre una lista de ofertas que van desde lo concreto en blanco y negro como hasta lo fantasmagórico. Cristóbal Colón no fue el primero ni fue el único en ofrecer espejitos a cambio de oro, comida y mujeres. Hasta cierto punto, toda forma de mercadeo es una forma de vender espejitos, por lo que debemos ser cautos.
Tercero, de acuerdo a lo anunciado, si el Proyecto Blu logra realizar el 50% de sus espejitos, perdón, de sus ofertas, sería mejor que cualquier otro proyecto ya realizado en Las Terrenas, incluyendo los realizados por sus declarados opositores (los cautos y los incautos).
Cuarto, para mi lo más idílico en el potencial del proyecto Blu es que descentraliza el casco urbano de Las Terrenas. Por causa de la ignorancia, apatía e inacción por parte del gobierno municipal el casco urbano de Las Terrenas ha crecido por encima de su capacidad de infraestructura y manejo de la actividad humana. Está de más repetir las constantes quejas sobre el particular, pero creo que todo lo que reduzca la funcionalidad del casco urbano es beneficioso para el futuro del municipio. Por eso propuse comunidades “satélites” en Cosón y en El Portillo-Barbacoa. El proyecto Blu, con sus villas y castillas, perdón, con sus propuestas, ayudaría a crear alternativas al tráfico humano y comercial, liberando al casco urbano de algunas de sus funciones, las que actualmente reducen significativamente la calidad de vida de sus residentes.
Quinto, este es el mejor momento para que el gobierno municipal actual tome decisiones sobre las características actuales del casco urbano (negativas y potencialmente negativas) y tenga la valentía de hacer algo al respecto. Lamentablemente, no los creo capaces porque parecen estar más interesados en no crear enemigos y mantener ilusiones sobre lo que es Las Terrenas. Las Terrenas parece vivir de ilusiones bajo el liderazgo del Gran Ilusionista!
Sexto, guste o no guste, el proyecto Blu (y sus relacionados) va y viene desde arriba y desde totas partes. Es un desperdicio gastar energía en combatirlo. Es mejor invertir tiempo en asegurarnos que las posibles características sostenibles y las contribuciones sociales potenciales se realicen con el máximo de eficiencia y efectividad. Si no es así no sería más que otro desfalco social para esta comunidad que necesita tanto de procesos de profunda transformación social, económica, política y cultural.
Las Terrenas Dividida
Las Terrenas Dividida
“Divide y conquista” (Julio César)
Por el Dr. José R. Bourget Tactuk
Ha llegado el momento de dividir a Las Terrenas. Me refiero a su territorio, a su potencial de crecimiento y de desarrollo y a su organización política.
A grandes rasgos, creo que las zonas de Playa Bonita, La Noria y Cosón debe ser convertidas en un distrito municipal. Igualmente las zonas Abra Grande, El Portillo y Barbacoa deben ser otro distrito municipal. Y, finalmente, “la loma”, comenzando con El Jamito e incluyendo a Los Puentes, Laguna Grande, Los Naranjitos y Las Guázaras, debe ser otro distrito municipal.
En cada una de esas zonas las infraestructuras y servicios básicos deben ser separados. Por ejemplo, plantas de tratamiento, acueductos, tránsito terrestre, seguridad ciudadana y todo lo que tenga que ver con desarrollo económico. Eso implicaría grandes inversiones del gobierno central en dos áreas principales en las que falló enormemente: agua potable y planta de tratamiento. No hay forma de aceptar que el acueducto actual y que la mal construida y diseñada planta de tratamiento responderán a las necesidades municipales actuales y mucho menos a las futuras. Cada una de las zonas descritas necesitan su propio acueducto y su propia planta de tratamiento. Además, esto podría resultar en la creación de una red de carreteras y calles para una zona cuyo límite vehicular fue alcanzado hace mucho.
Las razones más elementales son: 1) la complejidad en Las Terrenas ha crecido por encima de la capacidad de un solo alcalde y de un solo concejo municipal para manejarlo; 2) la deficiencia en los servicios básicos, principalmente el desague sanitario y el acueducto señalan a la necesidad de una multiplicidad de sistemas; 3) como vivimos en un desastre territorial por la ausencia de un planeamiento y un ordenamiento municipal, sería más eficiente y más efectivo separar esas áreas porque cada una es distinta y ameritan respuestas diferentes.
La razón más estratégica es que el casco urbano está convertido en un verdadero desastre en todos los aspectos en que se pueda analizar: arrabalización, tránsito terrestre, medio ambiente, higiene y limpieza, espacios públicos, servicios básicos, seguridad y hasta el turismo, por mencionar algunos. El casco urbano necesita de toda la atención, mitigación, solución y decisión que un alcalde y un concejo municipal le puedan prestar.
La segunda razón estratégica es que al tomar decisiones de construcciones, uso de suelo, aprobación de proyectos y cartas de no objeción, las alcaldías recientes y sus concejos municipales (incluyendo el actual) han demostrado una total ineptitud para afrontar el acelerado crecimiento de una manera organizada, controlada y sostenible. Es posible que quitándole la toma de decisiones sobre esas zonas al actual alcalde y concejo municipal podría resultar en una mejor organización, planeamiento y administración del bien público en todo el territorio.
Y, en tercer lugar, la reorganización territorial forzaría al gobierno central a formular nuevos esquemas de población de tal manera que las asignaciones presupuestarias de ley podrían duplicarse y hasta triplicarse. Contribuciones más altas para territorios más pequeños resultaría en una significativa mejora presupuestaria ya que la atención a esas zonas periféricas no dependería del sentir medalaganario de un alcalde ni de un presupuesto participativo extremadamente limitado. Siempre y cuando la burocracia en cada territorio se mantenga a un nivel razonable, la mayoría de esos fondos deberán ser dedicados a mejores programas y servicios. Además, cada una de las nuevas zonas recibirían nuevos fondos de los proyectos en desarrollo en sus territorios.
Finalmente, creo que la separación territorial antes descrita produciría, o debería producir, una mejor y mayor atención al principal desastre en el municipio, las devastaciones y depredaciones de los recursos naturales en todos los sentidos. La reorganización territorial podría traer en consecuencia un mejor enfoque hacia la protección medioambiental y una mitigación y corrección a los daños ya causados, algunos de los cuales son, lamentablemente, irreversibles.
Creo que esa reorganización territorial sería la respuesta más pro-activa, constructiva y beneficiosa a largo plazo para el bien común. Aunque no hay garantía de mejoras si no hay gestión efectiva, es de esperarse que menos es más, por lo que territorios más pequeños y manejables producirían mejores resultados que los que se ven actualmente.
Aunque la frase de Julio César tuvo la intención de expresar cómo vencer a un enemigo, creo que en nuestro caso es indicativa de como vencer al pantano que nos atrapa.
Soy Extranjero
SOY EXTRANJERO (Apuntes al Margen 1)
Por José R. Bourget Tactuk (21 de julio, 2022)
Soy extranjero, no cuento. Nacido en la capital y casi criado en Constanza, soy también uno de miles de migrantes “extranjeros” en Las Terrenas. O sea, no soy terrenero. Como tal soy visto con una paciencia y tolerancia indescriptible por parte de los nacidos aquí, soy tolerado con una generosidad abundante y florida. Les doy las gracias.
Nosotros, los “extranjeros”, venimos de haber visto cosas, oído cosas, hecho cosas, experimentado cosas y reflexionado sobre muchas cosas en otras partes y en otras vivencias, pero es bien conocido entre los terreneros que lo que no se ha visto aquí, lo que no se ha hecho aquí, lo que no se ha experimentado aquí, lo que no ha nacido aquí, pues, bueno, no cuenta o cuenta muy poco. Parecería que nada supera al ejercicio medalaganario, al azar y democrático de haber nacido aquí, o haber nacido en Sánchez, o en Nagua, o en Santa Bárbara o hasta en la capital, pero de padres de aquí. Eso es lo que te da derecho de ser un terrenero con bandera, escudo e himno terrenero. Todos los demás somos extranjeros.
Hay algo efectivamente lúcido en verle la cara a alguien y conocer su nombre sabiendo que es de una de las familias de aquí. Todos los terreneros se conocen, saben el árbol genealógico hasta la tercera generación, conocen los apodos, las señas y las relaciones consanguíneas, porque por causa de “torpezas” que todos conocen pero nadie comenta una gran parte de la población es prima entre sí y el que no está emprimao es como si lo estuviera. Ese emprimamiento, ese color, ese sabor, esa textura, esa relación, esa familiaridad, esa consanguinidad, ese seño y fruncido “local” es lo que hace a una persona terrenera. Los “extranjeros” no los tenemos.
Pobre de nosotros los extranjeros. Lo primero que nos hacen es delatar nuestra extrañeza, el hecho de que no somos conocidos por nadie, que no tenemos los apellidos ni las señas vitales. Nuestra opinión pierde 80% de su valor desde que sale de nuestras bocas y nuestras ideas o convicciones carecen de peso o relevancia por el hecho de ser producto de un cuerpo humano y una mente extraña y lejana. Por eso cuando opinamos, protestamos, nos quejamos o deseamos que las cosas sean diferentes somos puestos a un lado, o desechados totalmente.
Nada tiene más poder que esa pertenencia y aunque a algunos de nosotros ciertas conductas o inconductas, respuestas o apatías, acciones o inacciones, por parte de los nativos nos parezcan desacertadas y hasta autodestructivas, son mil veces superadas por el simple y vocativo gesto de decir “así es como lo queremos los terreneros”. Y muchos forasteros de origen han descubierto el poder de atarse a lo nativo adoptando formas, colores, texturas y sentimientos terreneros, por lo que son convertidos en hijos adoptivos por aceptación popular.
Admiro esa vocación intra-patriótica que tienen los terreneros. Recientemente, ese sentimiento de extrañeza en mi se ha sentido más profundamente, como si de repente he estado aquí por veinte años pero realmente no he estado, aparentemente siendo sólo un fruto de mi imaginación. Cada vez que un terrenero me pregunta que de cuál país soy, o que mis apellidos no son vistos como dominicanos, me hace sentir más y más extraño. Pero lo más notable e impactante es que parezco mantener opiniones sobre la vida en comunidad, sobre el liderazgo político, sobre el medio ambiente y sobre las acciones gubernamentales que son muy “raras”, extrañas y notoriamente no terreneras, a juzgar por las opiniones de la mayoría de los terreneros. Eso me hace un fracasado aspirante a la adopción como terrenero, afirmando más que nada la naturaleza forastera de mi pensar y de mi ser.
Me río porque aunque me haya tocado vivir, viajar y trabajar en un sin número de países, nunca me había sentido tan extranjero, tan raro, tan extraño, como aquí en Las Terrenas y los lazos que creí forjado en esta esquina y en la otra han resultado ser invisibles, frágiles e inexistentes. No me puedo comparar a nadie notable, pero entiendo ahora más que nunca antes como es sentirse extraño en su propia tierra.
Bendecidos son los que pueden reclamar raíces aquí porque Las Terrenas es una tierra bendecida, aunque poco a poco las acciones de muchos han hecho daño imperecedero a sus entrañas. Malditos nosotros, los forasteros, los que embuídos de orgullo y fanatismo pretendemos luchar por las cosas que a los mismos terreneros no les interesa. Y bendito el universo, el que a su tiempo dará a cada cual lo que le pertenece.
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