Hace varios años visité al pais sudafricano de Namibia, un lugar impresionante, fascinante y lleno de emociones, al que volvería varias veces por razones de trabajo. Allí me enteré de “la prueba del lápiz”, un sistema de medición racial implementado por los opresores blancos creadores del Apartheid. La prueba consistía en colocar un lápiz a través del pelo de la persona. Si el lápiz se caía solo del pelo la persona era declarada “blanca,” pero si el lápiz se quedaba entre el pelo la persona era declarada “negra” y era tratada como tal. Era un sistema profundamente racista e imperfecto porque aunque el lápiz de cayera del pelo si el color de la piel no era totalmente blanca entonces la persona era considerada “de color” y tratada discriminatoriamente.
¿Tenemos la prueba del lápiz en la República Dominicana? Teóricamente no y ciertamente no en la misma manera en que se llevó a cabo en Namibia y en Sudáfrica bajo el régimen del Apartheid. Sin embargo, hay pruebas parecidas por razones parecidas. Todo sistema de desigualdad social tiene su “prueba del lápiz.” Por ejemplo, la tarjeta Solidaridad y la de Bono Gas son utilizadas por el gobierno actual para atraer y mantener membresías políticas, ayudando a presionar a su favor en situaciones como en las pasadas elecciones. Si tienes el Bono Gas y la tarjeta Solidaridad es porque se espera que devuelvas el favor a través de tu lealtad al que te la dió, de esa forma eres declarado “de los nuestros.” Así pasas “la prueba del lápiz”. Igualmente, las así llamadas “botellas,” personas que no hacen nada pero reciben salarios o “ayudas” del gobierno municipal, o del provincial, o del central, ya han pasado la prueba de la membresía política, convirtiéndose en beneficiarios de un régimen desigual que sólo recompensa y beneficia a los que son compañeritos.
Los huacales de botellas no nacieron bajo este gobierno, han existido siempre, sin importar el partido gobernante, así que existen hoy y seguirán existiendo, porque son parte del sistema de desigualdad que es la sociedad dominicana.
Un sistema económico tiene su “prueba del lápiz” ya que algunas empresas benefician más a unos que a otros dependiendo de cuán bien pasan “la prueba del lápiz.” En este caso la prueba se basa sobre el nivel de lealtad a la empresa, o sea, cuán bien usted vive de acuerdo a lo que ellos digan, sin criticar y apoyando lo que ellos hagan. Consecuentemente, las empresas dan descuentos, rebajas y hasta anulan cobros a personas o entidades consideradas “amigas” de la empresa.
Un sistema económico tiene su “prueba del lápiz” ya que algunas empresas benefician más a unos que a otros dependiendo de cuán bien pasan “la prueba del lápiz.” En este caso la prueba se basa sobre el nivel de lealtad a la empresa, o sea, cuán bien usted vive de acuerdo a lo que ellos digan, sin criticar y apoyando lo que ellos hagan. Consecuentemente, las empresas dan descuentos, rebajas y hasta anulan cobros a personas o entidades consideradas “amigas” de la empresa.
De manera similar, algunas empresas usan el eufemismo “buena presencia” para expresar el deseo de emplear a una mujer atractiva y sexy, opuesto a una fémina fea y poco atractiva. Aunque la ley impide la discriminación la realidad es otra, la gran mayoría de las empresas prefieren emplear a mujeres consideradas atractivas. Si usted es fea o es considerada insuficientemente atractiva para la empresa usted no pasa “la prueba del lápiz” del sexismo.
Los que vivimos a la merced de los poderosos frecuentemente hemos sido probados con el lápiz y hemos sido hallados faltos. Bajo el régimen del Apartheid cuán profundamente entraba el lápiz en el pelo determinaba el “township” o poblado donde vivirías. Mientras más duro era para el lápiz entrar entre tu pelo eras considerado más negro y eras relegado a los pueblos de menos privilegios. De esa forma los blancos vivían en el centro del pueblo y en las mejores tierras, rodeados de un círculo de barrios de personas casi blancas, seguidas por otro círculo de personas y barrios “de color,” y finalmente al final, en la parte más lejos, estaban los pueblos de los negros, los más negros y los bién negros. Cuando visité la ciudad costera de Swakopmund, en Namibia, tuve la oportunidad de ver el mapa de planificación maestra de la ciudad, un centro vacacional próspero y rico, con todos sus círculos de barrios y zonas, todos debidamente organizados en base a la prueba del lápiz.
Aunque no tengamos una “prueba del lápiz” tal como fue usada en Namibia, tenemos otras pruebas de desplazamiento social, de distribución social sistemática, tanto en lo político como en lo religioso y también en lo económico. Déle un vistazo a Las Terrenas y aunque no estén arreglados en círculos concéntricos alrededor de una “zona blanca,” pregúntese quiénes son considerados menos que otros, quiénes son beneficiados más que otros y a quiénes les llegan los beneficios del régimen de desigualdad social en el que vivimos.
Y para darnos cuenta del alcance social que tiene el posicionamiento político, pregúntese quiénes son los más privilegiados en esta comunidad, por qué y en qué manera. Si a usted no le molesta pues siga como está. Si a usted le molesta, bueno, ¿qué piensa hacer al respecto?
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