El desarrollo se trata de personas. El desarrollo sostenible se trata de TODAS las personas, por lo que busca que la mayor cantidad de bienes y mejoras posibles beneficie a la mayor cantidad de personas posibles sin importar estratos socio-económicos, religiosos, políticos o comerciales. Algunos en nuestro medio han confundido el crecimiento en la explotación y en la especulación económica con desarrollo sostenible y se han equivocado. Tres razones.
Primera. No hay tal desarrollo a menos que haya desarrollo humano y las inversiones de capital, al igual que las expansiones en infraestructuras, no resultan necesariamente en desarrollo humano a menos que vayan mano a mano con iniciativas planificadas que produzcan mejoras en las condiciones de vida de la gente (salud, educación, vivienda, empleomanía y seguridad). En otras palabras, con tantas calles nuevas, con tantos nuevos proyectos, con las nuevas autopistas, acueductos y con la llegada de los ricos de la capital, ¿cómo es que hay más pobreza, más marginalización, más delincuencia, más quiebras, más tensiones sociales, más contaminación, más inseguridad, más inestabilidad, menos y peor educación, más insalubridad y más descontento en LA MAYORIA de la gente? Claro, hay muchos que viven mejor, tienen más y se han enriquecido, pero ¿quiénes son? Mire a su alrededor, ¿quiénes son? Siguen siendo los mismos pocos de siempre amparados por los politiquitos a quienes les cae su borona.
Segunda. El desarrollo sostenible se sustenta en procesos que convierten en partícipes colaboradores a las personas que serían más afectadas por los cambios. Lo que hemos visto en los últimos años es un escándalo por haberse realizado sin claras políticas sociales, políticas y medioambientales. Pore so es que los que piensan que el crecimiento económico se iguala a una mayor seguridad económica para la mayoría de las personas se equivoca. Por ejemplo, un proyecto conlleva a veces la creación de nuevos empleos y eso indudablemente beneficia a ciertas personas, pero los salarios y las condiciones de trabajo no siempre permiten a esos empleados vivir decentemente sino simplemente sobrevivir. Igualmente, por no haberse contemplado el desarrollo humano local muchos otros vienen de fuera, impactando negativamente las infraestructuras ya deficientes en la comunidad (recogida de basura, vivienda, transporte, seguridad) y poniendo presiones sociales insostenibles.
Tercera. El desarrollo para ser sostenible debe ser planeado. El desarrollo comunitario, el desarrollo económico y el desarrollo social no ocurren por casualidad. Cuando el objetivo final de las inversiones y de las estructuras es el mejoramiento de las clases favorecidas (sociales, económicas y políticas) no hay que planearlo porque los intereses personales y comerciales son motus propio. (foto a la derecha, 30,000 metros cuadrados de humedal fueron ilegalmente destruídos por Balcones del Atlántico para construir lujosos apartamentos y luego fueron premiados via decreto presidencial del Dr. Leonel Fernández). Sin embargo, para repartir los beneficios que se derivan de un plan es necesario hablarlo, compartirlo, debatirlo, socializarlo y establecer una ruta crítica de implementación. No basta refugiarnos en el quemado esquema de que “aquí no se vive así, eso es para los gringos,” porque muchas veces los mismos gringos no han sabido hacerlo; pero en otras partes del mundo hay esquemas, sociedades y prácticas que sí nos enseñan cómo hacerlo y no todos están en El Norte.
Los que creen que una nueva autopista, o un nuevo acueducto, o un nuevo aeropuerto, o un nuevo ferry o un nuevo peaje traerán por consecuencia automática una mejoría sostenible en la calidad de vida de la gente se olvidan de que los grandes y mayores beneficiarios de los mismos son unos pocos, los que ya tienen capital, los que ya tienen lo suyo arreglado, los que seguirán sacando el jugo y haciéndose dueño de todo. El capital engendra capital. El rico se hace más rico y ellos son los principales beneficiarios de ese crecimiento aleatorio, desbalanceado y hegemónico.
El capital es necesario pero no su explotación. El desarrollo humano es indispensable, no así las limosnas clientelares llámense bonos, cursitos o empleaditos. La suprema medida del desarrollo sostenible es la erradicación de la pobreza, el reto supremo de un mundo en el que cada vez más los ricos son más ricos y los hijos de machepa siguen machete en mano. Los que buscamos la justicia social nos sentimos constantemente desafiados con lo que se ve a diario afectando a muchos y provocado por unos pocos, los que siempre actúan por poder, no por conciencia.
Desarrollo sostenible sí y nos have mucha falta. Explotación no y, lamentablemente, está por todas partes.
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