domingo, 28 de diciembre de 2014

Luz y Fuerza: Verdades Sin Engaños

El pueblo de ha cansado del engaño.  Es personal.
Las afirmaciones en el artículo reciente de un periodista que es regularmente contratado por Luz y Fuerza amerita otras ponderaciones.
Primero, el problema con Luz y Fuerza no radica en si es técnicamente capaz o si puede ofrecer alternativas para el futuro eléctrico de Las Terrenas.  El problema no es si conoce el terreno bien, o si tienen los técnicos, equipos y prácticas necesarias para una entrega adecuada.  El problema no es si ha carecido de ideas, propuestas u ofertas viables.  El problema no es ni científico, ni técnico, ni tampoco es legal. 

El problema central, crucial, claro y contundente es personal.  


El problema es la familia Orsini Bosch, dueños, gerentes y administradores de Luz y Fuerza y de la Generadora de Samaná.  El problema, siendo personal, tiene que ver con las cualidades de las personas envueltas, del Ing. José Oscar Orsini Bosch, del Sr. Osvaldo Orsini Bosch y de las  hijas del Ing. José Oscar que han trabajado en posiciones gerenciales en la empresa, Gibel Orsini de Jiménez y Alejandra Orsini Santana.  No es asunto de odio, ni de tirria, ni de desprecio personal porque cada uno/a de ellos/as es un ser humano que merece respeto y que posee una intrínsica cualidad que todos los humanos poseemos:  dignidad humana.  Pero en lo que respecta a su manejo con los clientes de los cuales depende la empresa ellos-as han manifestado una relación tiránica, opresiva, avasalladora, implacable, absolutista y abusadora.  En otras palabras, los Orsini Bosch han denigrado su propia dignidad en la forma en que constantemente denigraron la dignidad de sus clientes.  ¿Quiénes no recuerdan los insultos de Osvaldo, las prepotencias de Gibel y de Alejandra, las actitudes infladas del Ing. Orsini?  Cuando los clientes de Luz y Fuerza piensan en los Orsini Bosch quisieran vomitar sus recuerdos.  Ellos, a pesar de tener todas las buenas cosas que una empresa pudiera tener, han carecido de los más mínimos principios de un trato respetuoso al cliente, de relaciones humanas, de manejo adecuado del servicio.  ¿Cómo es posible que personas capaces e inteligentes pudieran manejar una empresa privilegiada, indispensable y crucial para una comunidad en la manera en que lo hicieron?  No es asunto de lo que ha ocurrido en las últimas semanas, sino que es una pésima relación a través de los veintidós años de historia de la empresa.  Hoy por hoy es difícil encontrar a una persona en Las Terrenas (que no sean los relacionados con la empresa) que tengan algo bueno que decir de la familia Orsini Bosch y para llegar a un punto de rechazo tal debió ser el amargo resultado de profundas violaciones a las más elementales reglas del trato digno entre las personas y entre empresa y consumidor.
El Superintendente Quincoces es
directamente responsable de lo que
ha pasado en Las Terrenas, por
su inefectividad pasada y actual.
Debiera renunciar.  Las
consecuencias de su pobre
accionar causó muertes en
Las Terrenas.
La entrada de Edenorte no extá
exenta de problemas, pero fue lo mínimo
que podían hacer, en ausencia de la
inoperancia de la SIE.
Segundo, para nadie es un secreto que la entrada de Edenorte tiene sus complejidades y que tanto en términos legales como en lo práctico habrán dudas y cuestionamientos.  Nadie puede negar que el sistema eléctrico nacional está quebrado y podrido, que el sistema de subsidios es una profunda espina en el talón de la economía nacional y que las EDES son fruto de un proceso intransparente, corrupto y malvado que ha producido terribles consecuencias para el consumidor común, para el empresario y hasta para la seguridad nacional. 

La llegada de EDENORTE a Las Terrenas realmente revela dos terribles condiciones históricas.  Primero, la incapacidad del Estado para ser un buen gerente del sistema aislado de Las Terrenas, el que duró 20 años sin ser regulado y que finalmente recibe una concesión de parte de la Comisión Nacional de Energía en medio de profundos conflictos sociales entre la empresa y el pueblo.  O sea, aunque la empresa no recibió respuestas positivas a sus solicitudes para el uso del molino de viento y la planta de gas, al final le dieron el mejor premio de todos, la concesión.  Esa concesión fue otorgada aún cuando sabían que la distribuidora se sostenía por medio de una relación ilegal y monopólica con la generadora local y aún cuando sabían
El gobierno le clavó un puñal
al pueblo.
que otros sistemas aislados no eran tan caros al consumidor como lo era Luz y Fuerza.  Segundo, basados en la ignorancia del consumidor local la empresa sometió la comunidad a extensas y contantes prácticas ilegales y abusivas (documentadas mediante instancia ante la Superintendencia de Electricidad), convirtiéndola en el peor enemigo al mismo desarrollo económico local, causando cientos de bancarrotas y provocando condiciones imposibles para la mayoría de los consumidores.  Al mismo tiempo algunos sí salían beneficiados con tarifas preferenciales y hasta con exenciones de pagos y ni mencionar lo ocurrido entra la empresa y el municipio!!!  No hay engaño en decir que tanto el gobierno como la misma gerencia de la empresa dieron al traste con el tremendo potencial que la empresa tenía y que ahora provocarán su destrucción.
Tercero, bajo las circunstancias actuales Las Terrenas tiene un gran potencial para crear un modelo nacional de servicio justo, económico y sostenible, uno que incluya a la comunidad en una sociedad con el sector privado y gubernamental.  Pero no será posible con la presencia de los Orsini Bosch, una familia que por 22 años castigó terriblemente a sus clientes, mantuvo prácticas inadecuadas y constantemente busca—aún después de la huelga—las peores formas de evitar una relación digna con el pueblo.
Es engañoso argumentar que la solución eléctrica a Las Terrenas es puramente técnica, legal o política.  Es personal.  No nos equivoquemos con eso.

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