José R. Bourget Tactuk, Fundación Mahatma Gandhi
En ocasión del Segundo Encuentro para el Desarrollo Turístico de Samaná celebrado en las magníficas facilidades de Sublime Samaná, allende al mar, disfrutando de la gentil hospitalidad de los organizadores, ponderamos más ampliamente sobre el quehacer turístico en la provincia dentro de su contexto histórico y nacional. El Cluster Turístico de Samaná, anfitrión del evento, supo atraer a un público variado y representativo, muy relevante a los objetivos de la reunión, cuyo propósito central pareció ser la firma de un acuerdo multilateral para potenciar el desarrollo turístico provincial.
Asistí recordándome la mantra clave en el desarrollo turístico: el destino es la gente. Se puede hablar sobre infraestructuras y mercadeo, sobre los roles de los sectores públicos y privados, de la importancia de apoyar a las pequeñas y medianas empresas turísticas y de los modelos y mejores prácticas a seguir. Al final tendremos que terminar repitiendo la mantra porque podremos tener de todo pero si no tenemos la gente no tenemos destino.
El evento motivó tres reflexiones. Primero, Samaná no dispone de miles de habitaciones hoteleras en facilidades todo-incluído. Metro por metro la provincia carece del kilometraje en playas que existe en la zona Punta Cana-Bávaro-Macao, con las características necesarias para construir hotel tras hotel tras hotel. No hay dudas de que esa zona tiene sus bellezas y bondades, las que han sido explotadas sabiamente por los inversionistas que hacen vida en el lugar; pero no es menos cierto que la naturaleza es reina en Samaná y no podrá ser preservada adecuadamente con un hiper-desarrollo hotelero. El desarrollo turístico de Samaná amerita ser más especial, íntimamente ligado a sus cualidades naturales, por lo que debe desplegar características propias y bien definidas, donde la naturaleza y su protección sean los protagonistas.
Segundo, las experiencias en Puerto Plata, el primer destino turístico creado en el país hace 40 años, merece profundas y críticas reflexiones por parte de todos a quienes les interesa el futuro de Samaná. Puerto Plata fue un rotundo éxito que culminó en desastre. Aunque hace amagues de lenta recuperación para nosotros sigue siendo fuente de lecciones relevantes y significativas. Según uno de los expositores, en Samaná hay visos de un desastre similar al de Puerto Plata, marcado inicialmente por la caída precipitosa en la llegada de los cruceros. El desastre no ocurrió al azar en Puerto Plata y no ocurre al azar ahora en Samaná. Los puntales del desastre son harto conocidos: apatía e ineficacia estatal, ausencia de unidad en la visión empresarial turٌstica y notables deficiencias en la población. Si logramos romper la ineficacia gubernamental y si el empresariado logra confabularse para provocar el éxito económico, deberíamos entonces enfocarnos en hacer que el turista venga y desee regresar. Para lograr ese fenómeno debemos hacer que cada ciudadano se convierta en un embajador eficaz de la provincia. En la cuarta o quinta provincia más pobre del país resulta difícil evitar que el ciudadano promedio no se vista en sus peores harapos y se desluzca utilizando mañas y rudas descortesías hacia el turista. No se puede convertir a cada Samané en embajador plenipotenciario del destino a menos que reduzcamos la pobreza y mitiguemos sus consecuencias, por lo quetodo desarrollo turístico en Samaná debe producir mayores niveles de equidad socio-económica.
Tercero, el flamante recién electo presidente de ASONAHORES, Simón Suárez, destacó ampliamente la importancia de tomar en cuenta a las comunidades. Muy cierto, porque en el caso de Samaná hacer turismo sin comunidad sería un desperdicio, ya que aquí se conjugan historia, cultura, cocina, naturaleza, playas y gente de manera muy particulares. De hecho, ninguno de los factores intrínsecamente distintivos de la provincia han sido debidamente desarrollados por los que han hecho turismo hasta ahora. Lo que en islas más pequeñas y en destinos más sofisticados se descubre, amplia y se vende, aquí son ignorados. No es culpa particular del empresariado turístico, pero ha sido responsabilidad de todos, principalmente del que puede disponer de los mayores y mejores recursos para hacerlo posible: el gobierno dominicano. Si el gobierno no altera profundamente su manejo del destino aquí no habrá destino.
Para mi el desafío más grande de este segundo encuentro es hacer que el gobierno central despierte con ambos ojos abiertos al potencial de Samaná. Es bueno que despierte para eliminar y para mitigar problemas crasamente enervantes, como son los inefectivos servicios sanitarios, el injusto peaje y el maldecido costo de la energía eléctrica. Y es bueno que también despierte para que desplace su energía al factor más obviamente indispensable y más olvidado de todos: el desarrollo del capital social y humano de la gente de Samaná.
¿Algunas metas? En los próximos cinco años
a) eliminar el analfabetismo en toda la provincia;
b) graduar al 50% de los estudiantes de secundaria como bachilleres bilingües (inglés y/o francés);
c) evitar la construcción de un vertedero provincial, pero ejecutar un plan de manejo de desechos sólidos de punta a nivel de los municipios y distritos municipales que incluya la producción de energía, el compostaje y el reciclaje de cuatro puntos (plásticos, vidrios, metales y papel);
d) crear un centro de desarrollo técnico-profesional provincial que gradue al 25% de la población adulta de Samaná en carreras técnicas afines al turismo (unas 7,500 personas en cinco años entre las edades de 18-35 años);
e) erradicar la explotación sexual de menores y adolescentes, estableciendo una procuraduría especial con todos los poderes y mecanismos necesarios, porque no puede haber desarrollo humano mientras se abusan de nuestros niños, niñas y adolescentes;
f) duplicar la cantidad de efectivos de la Policía Nacional y CESTUR y triplicar la cantidad de equipos necesarios para un trabajo efectivo;
g) condenar la tala indiscriminada de árboles y ejecutar un extenso programa de reforestación;
h) hacer del agua potable un derecho humano, eliminando el desperdicio, corrigiendo los acueductos reciente e ineficazmente construídos, al tiempo que se promueva la creación de acueductos rurales sostenibles;
i) establecer una oficina del rescate social, cultural, histórico y religioso de Samaná cuyas funciones principales incluya: crear archivos de historial oral y escrita; identificar y reconocer a individuos de relevancia histórica; identificar y grabar historias, mitos, leyendas y música autóctonas; difundir y promover los componentes étnicos, sociales, históricos y culturales de los/las habitantes de la provincia dentro de un enfoque esencialmente multicultural;
j) establcer la Oficina de Desarrollo Humano Juvenil de Samaná, cuyas funciones principales sean la de forjar en la juventud una conciencia social y ética, orientada al civismo y al trabajo productivo, promoviendo el desarrollo socio-económico juvenil, fomentando la identidad socio-cultural y que se potencien los talentos en las artes y manualidades, al igual que se faciliten los estudios técnicos y universitarios que conduzcan a empleos adecuadamente remunerados no sujetos al vaivén político; y,
k) establecer las pautas necesarias para hacer de la educación pública en Samaná la mejor del país, por lo cual se requieren no sólo de edificaciones, maestros y aulas, sino también de capacitaciones y modalidades educativas alternativas haciendo, por ejemplo, que toda la educación sea bilingüe, progresista y no-tradicional, estableciendo los principios de Paulo Freire la bandera pedagógica.
Samaná apenas tiene 100,000 habitantes, todas las metas son posibles con una inversión limitada pero de calidad. El gobierno central, el empresariado y las comunidades tienen tareas importantes e imprescindibles por delante. Cinco años de oportunidades y si no, adiós Samaná.
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