“No hay peor ciego que el que no
quiere ver.”
Especulaciones abundan. Tuve un sueño
en el que un terrorista inusitado prende fuego a la Aldea de los
Pescadores, afortunadamente a una hora en que sólo la planta física
fue afectada. El terrorista fue pagado por “manos poderosas” con
dos objetivos principales: primero, distraer a la comunidad nacional
e internacional después de las embarazosas afirmaciones en un
documento de la Cámara de Cuentas que fue “likiado” al público,
para que de esa manera se dirigiera la atención hacia otras
direcciones; y, segundo, ofrecer una oportunidad al gobierno central
para enviar al Salvador Plenipotenciario de Las Terrenas, Sr.
Francisco Javier, Ministro de Turismo, camiones en manos, llaves en
mano y promesas en mano y de esa manera vendernos la idea dos semanas
antes de las elecciones de que ellos sí pueden resolver.
Creo que la noche de mi sueño algo me
cayó mal y por eso mi mente se predispuso a otra de muchas teorías
conspirativas. En mi sueño algunos de los propietarios de lugares
en la Aldea se frotaban jugosamente las manos pensando en todo lo
bueno que resultaría del desastre, sobretodo mejoras necesarias y
una resolución final al tema del status legal del sitio, algo que
los agitadores usuales promueven a plenitud y a diferentes niveles.
Pero todo eso fue parte de la pesadilla, o mejor dicho, del sueño,
porque francamente soy incapaz de pensar de esa manera acerca de los
propietarios y beneficiarios de la difunta Aldea de los Pescadores.
Lo que no es un sueño es que la Aldea de los Pescadores sí era el principal atractivo turístico en función de cocina y de entretenimiento. Eramos una comunidad que había puesto todos sus huevos en una sola canasta y ahora se nos rompieron todos. Por ello insisto que el desastre, similar a lo que hubiera ocurrido con un terremoto, un tsunami o un huracán (Dios nos libre!!!), nos presenta con nuevas oportunidades y con más grandes potenciales, siempre y cuando deseemos mirar las cosas, escuchar las cosas y hablar las cosas desde ópticas diferentes y, potencialmente, más efectivas y productivas.
(Izq., el concepto "Altos de Chavón, ejemplo de una aldea con una clara concepción de destino turístico, lo que la Aldea de los Pescadores de Las Terrenas debe ser, sin nada de sus problemas anteriores)
La realidad es que la Aldea tenía graves problemas estructurales, medioambientales, de seguridad, de tránsito, pero todos los actores envueltos vivían no queriendo ver, ni oir, ni hablar. Ahora que la Aldea se va a reconstruir alegadamente sobre las ruinas de la anterior equivaldría a dejar algunos de esos problemas prácticamente intactos. Entiendo que es un sacrilegio ante algunas de las partes interesadas el cuestionar lo viabilidad de reconstruir ahi mismo, al tiempo que otros miran a las palabras del Ministro Francisco Javier como la opción a seguir (aparentemente los aprestos de reconstrucción van en serio con fondos de CEIZTUR). Sin estudios medioambientales, sin permisos ni procesos, la Aldea va y va ya, según el ministro, quien exhortó a las entidades pertinentes a dejarse de vainas.
Me parece escuchar voces acusadoras en mi contra por la simple libertad de expresar opciones que posiblemente difieran de algunos, pero lo que me interesa es el mayor bien posible para la mayor cantidad de personas posible a largo plazo y me temo que la respuesta rápida e interesada del Sr. Ministro amerita el contrapeso de respuestas lentas pero buenas.
Por ejemplo, creo que en lugar de reconstruir lo mismo sobre las ruinas el lugar debe ser utilizado para una Aldea Samané, donde se construya algo mucho más pequeño pero que ayude a resaltar muchos de los elementos culturales que hemos perdido (danza, música, cocina, bebidas, artesanías, etc.). Sería el lugar ideal para que viajeros de cruceros, aligual que extranjeros y dominicanos por doquier. vengan a ver, sentir, oler, gustar, tomar y disfrutar los mejores aspectos del folclore samané, en potecitos pequeños pero más valiosos. Recuperando la mayoría de la playa, este concepto podría llamarse la “Aldea Coseco de la Cultura Terrenera” y podría ser el escenario de muchas cosas buenas, llenas de vibrantes coloridos.
La Aldea de los Pescadores—2, más grande, sin problemas medioambientales ni estructurales, con lo mejor de lo anterior y con otras y novedosas alteraciones, puede ser construída cerca de la playa, fuera de los 60 metros y con todas las de la ley, un poco más adelante, en la playa un poco al oeste del Hotel Las Cayenas, donde hay amplio espacio para estacionamiento y para tres veces el tamaño de la Aldea anterior. Un novedoso servicio de transporte ecológico podría transportar turistas dentro del “circuito turístico terrenero” desde Punta Popy hasta la nueva Aldea, lo que crearía nuevos destinos, diversificaría la oferta, incrementaría los valores culturales y crearía más fuentes de empleo, además de añadir valor a más propiedades. Todos saldríamos ganando.
Si perdemos la oportunidad de “corregir lo que está mal” y nos preocupamos por el populismo de “hacer lo que siempre hemos hecho” entonces le prestamos un servicio muy pobre al futuro turístico de la comunidad. Necesitamos una marca-municipio y las nuevas Aldeas pudieran ser el motivante para enfocarnos en ello. Sabemos que, lamentablemente, no podemos contar con el ejecutivo municipal quien perdió séis años de oportunidades para hacer el mayor bien que la comunidad pudo haber recibido: una concepción clara de lo que somos, de dónde estamos y de hacia dónde nos dirigimos. Por eso es que nos cuesta ver, oir y hablar nuevas y mejores cosas.