Si uno le cree a las malas lenguas, a este pueblo se lo va a llevar el mismísimo diablo. "Ofrézcome, te reprendo, Satanás"…dirán algunos. Yo también, pero aún me quedo con la preocupación acerca del futuro. Déjenme explicarme a continuación.
Primero, imagínense que ya se dió la noticia de que en noviembre próximo se inaugura el Aeropuerto Internacional de El Catey y que algunos vuelos comenzarán a llegar a partir de entonces (aunque oficialmente la apertura será en febrero próximo). Claro está, no todos los turistas que lleguen por El Catey vendrán para acá, algunos irán para la ciudad de Samaná, otros para Las Galeras, otros para Cabrera y una porción para Las Terrenas. En un vuelo de mediano tamaño llegan unos 360 turistas. Suponiendo que por lo menos una tercera parte vengan para Las Terrenas eso quiere decir que, por le menos, unos 120 vendrán para acá. Si llegan 2-3 aviones cada semana entonces estamos hablando de 250-300 turistas más. ¿Dónde los vamos a meter? ¿De dónde vienen? ¿Qué tipo de turistas son? Los que no se preocupan de los detalles se sentirán contentos con los que lleguen ya que a algunos, de una manera u otra, los beneficiará. Pero, señoras y señores, si hablamos de turistas "baratos," además de lo que le puedan entrar a algunos hoteles y restaurantes, los más beneficiados serán aquellos y aquellas dedicadas al comercio sexual y a la drogadicción. Quisiera pensar que eso es una exageración de mi parte, pero los que verdaderamente saben sabrán de lo que estoy hablando.
Segundo, hablemos del turista "caro," el que se espera que llegue a Puerto Bonito y al Country Club. Esos, señores y señoras, no me los imagino en el pueblo, caminando entre basura, perros, zafacones, aguas negras, ruido y el humazo de carros y motores. ¿O acaso se imaginan ustedes a uno de esos tutumpotes arriezgando su vida cruzando la calle principal o montado en un motoconcho? ¿Se lo imaginan por la Calle Duarte contemplando el espectáculo de los (por lo menos) 200 galones de agua y sangre que las carnicerías y polleras echan por los badenes casi a diario, además del agua negra acumulada de tantas otras fuentes? No, señores y señoras, esas gentes se quedarán en sus yates, cabañas y clubes del Country Club y Puerto Bonito, recibiendo los buenos servicios de un personal traído de fuera (digo eso, porque no he oído que hayan comenzado a entrenar localmente al nuevo personal que laborará en esos lugares), porque ¿de dónde saldrán 1000 nuevos empleados bien entrenados para suplir las áreas de servicio necesarias?.
Tercero, hablemos del turista dominicano, el que podrá venir de la capital en menos de dos horas cualquier fin de semana. Imaginémonos por lo menos 100 yipetas más subiendo y bajando por esa loma, por la calle El Carmen y por la Duarte. Imaginémos los nuevos problemas de tráfico y polución, de estacionamiento, de peligro en la loma y en el pueblo, de las demandas para el transporte público, de los servicios que será necesario aumentar (luz, agua, recogida de basura) y del encarecimiento resultante para el habitante local. ¿En qué sitios vamos a meter a esa gente y cómo vamos a manejar el nuevo tráfico, esos nuevos servicios y los desperdicios resultantes? Me imagino que es sólo asunto de tiempo para que aquí nadie pueda vivir.
Y, entonces, uno tiene que hacerse la pregunta: ¿dónde está la gente y líderes que están discutiendo estos problemas? ¿Dónde están los que comienzan a planificar el futuro urbano, el manejo de la basura, del trafico vehicular, del estacionamiento y de los servicios básicos? ¿Será que las autoridades edilicias han preparado comisiones en preparación para estas nuevas circumstancias, potencialmente traumáticas para todos? ¿Será que las autoridades provinciales y del gobierno central lo tienen ya todo preparado para que Las Terrenas se mantenga siendo un "paraíso," un "Montecarlo del Caribe"? ¿A quién le pica, señores y señoras, lo que va a ocurrir en este pueblo en los meses siguientes cuando tendremos un flamante country club, una flamante marina, una flamante autopista a la capital y un flamante aeropuerto internacional?
Sueno la voz de alarma: a nosotros nos va a llevar el mismísimo diablo. Y en un año de elecciones municipales nadie parece estar pensando en eso porque lo más importante ahora y por los próximos meses es ser elegido y resolver la situación partidista en la que muchos están envueltos.
Pienso que nos hace falta un diálogo, una conversación sobre planes a largo plazo, estratégicos, bien pensados y elaborados técnicamente y con visión gerencial astuta y certera. Pienso que líderes actuales y aquellos por surgir necesitan rápidamente acquirir destrezas y talentos que quizás carecen actualmente, para así poder hacer frente a los desafíos del futuro cercano. Desde mi punto de vista, pienso que primero deben aprender a hablar se entre sí mismos, a pensar en término de consenso, de visión comunitaria, de bienestar conjunto aun cuando les sea dificilísimo y les parezca antinatural el que por un momento abandonen propuestas partidistas para buscar estrategias para el bien común.
Un buen ejemplo de lo bueno y de lo malo podemos observarlo en la iniciativa de los últimos meses de hablar sobre la seguridad ciudadana. Lo bueno: ha sido eso, hablar mucho, entre muchas personas interesadas, organismos que empujan al diálogo (la secretaría de turismo y sus representantes locales, POLITUR, la Asociación Humanitaria Domínico-Europea, los dueños de hoteles y restaurantes y muchos ciudadanos mayormente extranjeros, entre otros). Lo malo: que ha sido eso, mucho hablar, que después de tantas reuniones en los pasados 18 meses han habido muy pocos resultados visibles, prácticos y transformadores. Hemos gastado horas hablando, compartiendo lo que hartamente conocemos que ocurre, oyendo las mismas quejas y compartiendo los mismos ideales. Señores y señoras, quizás es el momento ya para que nos constituyamos en comisiones de trabajo, enfocadas cada uno en áreas específicas, buscando objetivos claros y tangibles y evaluando los resultados a corto y a largo plazo. Ya basta de hablar, ahora vamos a actuar, si no todo el proceso va a perder más credibilidad. Además, no puede ser asunto de unos pocos sino de todos, incluyendo las voces ausentes de la comunidad, que aunque no vengan hay que salir a buscarlas. Más que un foro de exposición necesitamos ahora un campo de acción y hay procesos que ayudan a llegar ahí.
Claro está, yo sólo estoy hablando en voz alta ("soliloquio") y ya todos saben que aquellos que comienzan a hablar en voz alta es porque se están volviendo locos, pasan de un "soliloquio" o un "soliloquear." Entre uno y otro no hay mucho trecho. Sin embargo, sigo pensando que en lugar de hablar de seguridad ciudadana, o de lo que viene o no viene por ahí; inclusive, en lugar de hablar de las elecciones de Mayo, lo que deberíamos estar haciendo es elaborando un plan estratégico para Las Terrenas durante los próximos diez años, un plan amplio pero certero, que incluya aspectos claves de la vida comunitaria—tal como la seguridad ciudadana—pero como entes interrelacionados entre sí, no independientes el uno del otro. Y por eso, desde el ayuntamiento hasta la junta de vecinos, pasando por TODOS los partidos políticos, las iglesias, los estudiantes universitarios, los clubes de madres, el ámbito judicial, el gubernativo, el comercial, los servicios, etc., a todos se les debe dar voz, vista y oído. Entonces, cuando lleguen las elecciones, será más fácil decidir por quién votar, por aquél o aquella que sea más capaz para llevar tal plan estratégico hacia su cometido exitoso.
Sueno la voz de alarma, pero también la voz de la esperanza. Quizás no soy solamente yo, quizás otros se sientan igual. Comenzemos a hablar, comenzemos a buscarnos, comenzemos a estrategizar. Procuremos el cambio, tengamos fé, tengamos esperanza.
Primero, imagínense que ya se dió la noticia de que en noviembre próximo se inaugura el Aeropuerto Internacional de El Catey y que algunos vuelos comenzarán a llegar a partir de entonces (aunque oficialmente la apertura será en febrero próximo). Claro está, no todos los turistas que lleguen por El Catey vendrán para acá, algunos irán para la ciudad de Samaná, otros para Las Galeras, otros para Cabrera y una porción para Las Terrenas. En un vuelo de mediano tamaño llegan unos 360 turistas. Suponiendo que por lo menos una tercera parte vengan para Las Terrenas eso quiere decir que, por le menos, unos 120 vendrán para acá. Si llegan 2-3 aviones cada semana entonces estamos hablando de 250-300 turistas más. ¿Dónde los vamos a meter? ¿De dónde vienen? ¿Qué tipo de turistas son? Los que no se preocupan de los detalles se sentirán contentos con los que lleguen ya que a algunos, de una manera u otra, los beneficiará. Pero, señoras y señores, si hablamos de turistas "baratos," además de lo que le puedan entrar a algunos hoteles y restaurantes, los más beneficiados serán aquellos y aquellas dedicadas al comercio sexual y a la drogadicción. Quisiera pensar que eso es una exageración de mi parte, pero los que verdaderamente saben sabrán de lo que estoy hablando.
Segundo, hablemos del turista "caro," el que se espera que llegue a Puerto Bonito y al Country Club. Esos, señores y señoras, no me los imagino en el pueblo, caminando entre basura, perros, zafacones, aguas negras, ruido y el humazo de carros y motores. ¿O acaso se imaginan ustedes a uno de esos tutumpotes arriezgando su vida cruzando la calle principal o montado en un motoconcho? ¿Se lo imaginan por la Calle Duarte contemplando el espectáculo de los (por lo menos) 200 galones de agua y sangre que las carnicerías y polleras echan por los badenes casi a diario, además del agua negra acumulada de tantas otras fuentes? No, señores y señoras, esas gentes se quedarán en sus yates, cabañas y clubes del Country Club y Puerto Bonito, recibiendo los buenos servicios de un personal traído de fuera (digo eso, porque no he oído que hayan comenzado a entrenar localmente al nuevo personal que laborará en esos lugares), porque ¿de dónde saldrán 1000 nuevos empleados bien entrenados para suplir las áreas de servicio necesarias?.
Tercero, hablemos del turista dominicano, el que podrá venir de la capital en menos de dos horas cualquier fin de semana. Imaginémonos por lo menos 100 yipetas más subiendo y bajando por esa loma, por la calle El Carmen y por la Duarte. Imaginémos los nuevos problemas de tráfico y polución, de estacionamiento, de peligro en la loma y en el pueblo, de las demandas para el transporte público, de los servicios que será necesario aumentar (luz, agua, recogida de basura) y del encarecimiento resultante para el habitante local. ¿En qué sitios vamos a meter a esa gente y cómo vamos a manejar el nuevo tráfico, esos nuevos servicios y los desperdicios resultantes? Me imagino que es sólo asunto de tiempo para que aquí nadie pueda vivir.
Y, entonces, uno tiene que hacerse la pregunta: ¿dónde está la gente y líderes que están discutiendo estos problemas? ¿Dónde están los que comienzan a planificar el futuro urbano, el manejo de la basura, del trafico vehicular, del estacionamiento y de los servicios básicos? ¿Será que las autoridades edilicias han preparado comisiones en preparación para estas nuevas circumstancias, potencialmente traumáticas para todos? ¿Será que las autoridades provinciales y del gobierno central lo tienen ya todo preparado para que Las Terrenas se mantenga siendo un "paraíso," un "Montecarlo del Caribe"? ¿A quién le pica, señores y señoras, lo que va a ocurrir en este pueblo en los meses siguientes cuando tendremos un flamante country club, una flamante marina, una flamante autopista a la capital y un flamante aeropuerto internacional?
Sueno la voz de alarma: a nosotros nos va a llevar el mismísimo diablo. Y en un año de elecciones municipales nadie parece estar pensando en eso porque lo más importante ahora y por los próximos meses es ser elegido y resolver la situación partidista en la que muchos están envueltos.
Pienso que nos hace falta un diálogo, una conversación sobre planes a largo plazo, estratégicos, bien pensados y elaborados técnicamente y con visión gerencial astuta y certera. Pienso que líderes actuales y aquellos por surgir necesitan rápidamente acquirir destrezas y talentos que quizás carecen actualmente, para así poder hacer frente a los desafíos del futuro cercano. Desde mi punto de vista, pienso que primero deben aprender a hablar se entre sí mismos, a pensar en término de consenso, de visión comunitaria, de bienestar conjunto aun cuando les sea dificilísimo y les parezca antinatural el que por un momento abandonen propuestas partidistas para buscar estrategias para el bien común.
Un buen ejemplo de lo bueno y de lo malo podemos observarlo en la iniciativa de los últimos meses de hablar sobre la seguridad ciudadana. Lo bueno: ha sido eso, hablar mucho, entre muchas personas interesadas, organismos que empujan al diálogo (la secretaría de turismo y sus representantes locales, POLITUR, la Asociación Humanitaria Domínico-Europea, los dueños de hoteles y restaurantes y muchos ciudadanos mayormente extranjeros, entre otros). Lo malo: que ha sido eso, mucho hablar, que después de tantas reuniones en los pasados 18 meses han habido muy pocos resultados visibles, prácticos y transformadores. Hemos gastado horas hablando, compartiendo lo que hartamente conocemos que ocurre, oyendo las mismas quejas y compartiendo los mismos ideales. Señores y señoras, quizás es el momento ya para que nos constituyamos en comisiones de trabajo, enfocadas cada uno en áreas específicas, buscando objetivos claros y tangibles y evaluando los resultados a corto y a largo plazo. Ya basta de hablar, ahora vamos a actuar, si no todo el proceso va a perder más credibilidad. Además, no puede ser asunto de unos pocos sino de todos, incluyendo las voces ausentes de la comunidad, que aunque no vengan hay que salir a buscarlas. Más que un foro de exposición necesitamos ahora un campo de acción y hay procesos que ayudan a llegar ahí.
Claro está, yo sólo estoy hablando en voz alta ("soliloquio") y ya todos saben que aquellos que comienzan a hablar en voz alta es porque se están volviendo locos, pasan de un "soliloquio" o un "soliloquear." Entre uno y otro no hay mucho trecho. Sin embargo, sigo pensando que en lugar de hablar de seguridad ciudadana, o de lo que viene o no viene por ahí; inclusive, en lugar de hablar de las elecciones de Mayo, lo que deberíamos estar haciendo es elaborando un plan estratégico para Las Terrenas durante los próximos diez años, un plan amplio pero certero, que incluya aspectos claves de la vida comunitaria—tal como la seguridad ciudadana—pero como entes interrelacionados entre sí, no independientes el uno del otro. Y por eso, desde el ayuntamiento hasta la junta de vecinos, pasando por TODOS los partidos políticos, las iglesias, los estudiantes universitarios, los clubes de madres, el ámbito judicial, el gubernativo, el comercial, los servicios, etc., a todos se les debe dar voz, vista y oído. Entonces, cuando lleguen las elecciones, será más fácil decidir por quién votar, por aquél o aquella que sea más capaz para llevar tal plan estratégico hacia su cometido exitoso.
Sueno la voz de alarma, pero también la voz de la esperanza. Quizás no soy solamente yo, quizás otros se sientan igual. Comenzemos a hablar, comenzemos a buscarnos, comenzemos a estrategizar. Procuremos el cambio, tengamos fé, tengamos esperanza.
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