viernes, 27 de octubre de 2006

Drogadictos y Otras Cosas

Supongamos por un momento que de la noche a la mañana desaparecen todos los puntos de drogas en Las Terrenas. Imaginémonos también que todo el sistema formal e informal que mantiene la presencia de tales puntos tambien desaparece. O sea, imaginemos la posibilidad de que un día de éstos nos levantemos de la cama y descubramos que en Las Terrenas han desaparecido todos los centros de distribución de drogas ilícitas y el aparataje que hacía posible su presencia.

¿Que pasaria?

Bueno, muchos piensan que el problema de drogas en Las Terrenas se elimina si se destruyen los puntos de drogas. Sin embargo, aunque es cierto que eliminar los centros de distribución es muy importante también lo es el decidir qué va a pasar con lo que dejan atrás, o sea, los drogadictos.

Los drogadictos son seres humanos que han perdido gran parte de su dignidad personal por causa de su adicción. Son personas, sí, personas que han sufrido en carne propia las terribles consecuencias de malas decisiones y de hábitos destructivos. El uso de sustancias nocivas para su salud produjo también terribles consecuencias para sus amigos y familiares, mientras que la sociedad entera sufrió porque para mantener su adicción tuvieron que maltratar a otros a través del robo, del abuso y hasta de la violencia.

Si pensamos en los drogadictos como personas debemos entonces preguntarnos, qué va a pasar con ellos una vez que las fuentes principales para sus drogas han desaparecido. Porque el drogadicto no deja de serlo cuando el punto de drogas desaparece. Su cuerpo y su mente, viciados por usos multiples, regulares y constantes, han perdido ciertos controles y se muestran incapaces de detener el impulso hacia las drogas. En casi todos ellos el cuerpo se vuelve incontrolable, se retuerce, se quiebra, clamando por la droga con una furia de fuerza indescriptible. Muchos desearán morirse, otros se hundirán en la desesperanza y nadie puede saber de lo que pueden ser capaces. Lo que sí sabemos es que querrán la droga con una voracidad inigualable.

La adicción es un fenómeno físico pero también es sicológico. Apartarse del consumo de las drogas trae consigo grave consecuencias físicas y sicológicas, tanto para el adicto como para sus amigos y familiares. Así que cuando desaparezcan los puntos de drogas en Las Terrenas, ¿qué va a ocurrir con los cientos de drogadictos en nuestro medio? ¿Quién los va a ayudar? ¿Quién les dará las drogas “legales” que necesitan para ayudarlos en el proceso de recuperacion? ¿Quién estará disponible para aconsejar y guiar a los amigos y familiares que lidiaran con el problema a diario? ¿Quién ayudará a los drogadictos cuando sus cuerpos se sientan razgados por una sed de drogas que no podrá ser satisfecha? Muchos dirán, “se merecen el dolor,” pero ese dolor no se sufre solo. Por cada drogadicto/a que busque la recuperación por lo menos diez personas serán afectadas, ya sea por razones médicas o sicológicas. Si en Las Terrenas hay cien drogadictos (usuarios consistentes) entonces estamos hablando de mil personas que resultarán afectadas de una manera u otra.

En Las Terrenas no tenemos los sicólogos, siquiatras y, me imagino, ni siquiera las drogas necesarias para asistir a los drogadictos en su proceso de transición. Tampoco tenemos los consejeros ni las entidades de trabajo social para que los familiares y amigos reciban la ayuda necesaria. Lo que esto quiere decir es que la solución a un problema crea otros grandes problemas de caracter social, médico y comunitario.

Soy el primero en apoyar la “limpieza” y la erradicación de los puntos de drogas aquí y en cualquier otro sitio, pero tanto la drogadicción como la erradicación de la misma son problemas de salud pública y de política de salud pública de una naturaleza compleja y costosa. Así como sufrimos las consecuencias de puntos de drogas activos y constantes, así también sufriremos las consecuencias, altamente complejas, de drogadictos que necesitan del tratamiento y apoyo necesarios para que puedan restaurar sus vidas.

Los que piensan que las drogas son un problema de pura y simple erradicación muy pronto descubrirán que por cada acción punitiva se producirán profundos problemas sociales, médicos y sicológicos que no podemos comenzar a imaginarnos. ¿Cuál sería la solución? Que junto al cierre de los puntos de distribución se traigan además sicólogos, trabajadores sociales, médicos, drogas y puntos de tratamiento para ayudar y apoyar a los que van a necesitar reestablecer sus vidas en los aspectos sociales, sicológicos y médicos.

La pregunta es realmente sencilla. ¿Qué vamos a hacer con los drogadictos? Una opción es humana y digna (preocuparnos por su bienestar y tratamiento). La otra es insensata (que se la resuelvan como puedan). Me parece que los líderes de la comunidad tienen delante de sí un gran desafío, uno que nuevamente les permitirá demostrar su capacidad de compasión, integridad y presteza.

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