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Lo primero que me vino a la mente fue, “qué bueno, entidades del Estado están trabajando conjuntamente por el mejoramiento del pueblo.” O sea, el hecho de que entidades diversas encontraron una actividad afin en la cual trabajar juntos es algo novedoso, deseable y esperanzador. Me puse a soñar despierto y me imaginé al nuevo gobernador o gobernadora, al director provincial de medio ambiente, al vice ministro o vice ministra de turismo, a todos los síndicos de los municipios y distritos municipales en la provincia, al senador y a los diputados,
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Lo segundo que me vino a la mente fue, “qué bueno, necesitamos una ciudad más limpia y más ordenada y si resulta que podremos transitar mejor, caminar mejor sobre las aceras y tener menos contaminación visual pues sería una gran cosa.” Por meses y años muchas personas hemos insistido en la necesidad de un ordenamiento general y, en particular, de los espacios públicos. Si la estrategia es sensata, auténtica, efectiva y persistente, entonces puede que logre los objetivos esperados. Ojalá que no sea una de tantas medidas temporarias e inútiles como las que hemos visto en el pasado.
Lo tercero que me vino a la mente fue una impresión leve de que se trató simplemente de una medida impulsiva. Dudo que las personas envueltas en la decisión se sentaron a considerar todas las posibilidades de manera creativa y abierta, teniendo en cuenta las terribles condiciones sociales y económicas que actualmente confronta el municipio y los impactos sociales, económicos y morales que las acciones realizadas podrían tener. Acciones como las realizadas tienen un profundo impacto económico y es posible ponerle pesos y centavos. Pudo haber sido un asunto de “vamos a hacer esto y sacar a esta y a esta gente de la calle, y para que no digan esto o aquello vamos también a remover esto de aquí y aquello de allá.” Eso es impulsividad, alguien con voz fuerte simplemente dijo “esto hay que acabarlo,” añadiendo algunos gentilicios despectivos. Sin duda alguna, un buen líder, o un líder cualquiera, necesita de cierta medida de impulsividad y de presteza para actuar.
Pero cualesquiera las cualidades de un líder, sobretodo en el caso de una comunidad, si no se tuvo en consideración el factor humano entonces ese líder le hace un servicio muy pobre al bienestar general.
Hoy, como resultado de las acciones antes mencionadas, hay
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A nadie es secreto que para algunos de nuestros encumbrados líderes los ciudadanos haitianos son un “problema que hay que resolver.” Muchos haitianos son dueños de tarantines y son vendedores ambulantes y una buena parte de ellos fueron afectados por los desalojos. ¿Alternativa creativa? Si en lugar de verlos como problema lo vemos como ventaja para el pueblo se pudo haber hecho un esfuerzo en conseguir espacio para crear una plaza de vendedores ambulantes con un matiz turístico que ayudara a fomentar el negocio local y atraer al turismo interno, ofreciendo un ambiente multicultural, multinacional y multiétnico. O sea, lo que algunos consideran un problema es realmente un potencial económico, turístico y social. Es como si dijéramos “hay que sacar a los chinos de este país,” pero después de verlo creativa y auténticamente la resolución final es “vamos a hacer un Chinatown.”
Hablando pragmáticamente, Las Terrenas necesita una mayor evolución de dinero, no una reducción.
Sin poder discutir todos los detalles, lo importante es que de haberse hecho algo de mínimo impacto sobre la integridad humana y de máximo impacto económico nadie sale perdiendo y todos salimos ganando. En la manera en que se hicieron las cosas muchos salieron perdiendo y no hay garantía de que ninguno de nosotros saldremos ganando, siendo la razón principal el que acciones tales generalmente no son seguidas por medidas efectivas y persistentes de mejoría, sino que muchas veces son actos desesperados, impulsivos, con visos de racismo y de falta de creatividad.
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