martes, 23 de noviembre de 2010

Esperanza

En medio de todos los embates del momento tales como la pésima situación de la economía local, las malos servicios o la ausencia de servicios municipales, el toro cebú en la calle, los basureros informales en callejones y carreteras, la penosa ausencia de un liderazgo municipal adecuado a las condiciones actuales, la constante amenaza de incrementos en el costo de la energía eléctrica, la ausencia de una marca de destino que permita dar un salto seguro hacia un mayor desarrollo turístico, la carencia de una visión y planeamiento municipal, las insostenibles condiciones del sistema educativo municipal y nacional, el peligroso tránsito terrestre local, la corrupción e intransparencia en el ayuntamiento, el peligro del cólera, los terribles azotes al medioambiente por parte de gentes muy poderosas, la pérdida del cruce de Maricó, la eventual pérdida de acceso a playas, la falta de una ambulancia y de un camión de bomberos, la explotación social y sexual de nuestros/as niños/as, la creciente pobreza y marginalización de cientos de familias, la quiebra de tantos negocios, el escape de turistas, residentes e inversionistas por las inseguridades prevalecientes en múltiples aspectos, todavía persiste en nuestro pensar, en nuestra historia y en nuestra realidad la memoria de tres heroínas que como mariposas supieron transformar una tragedia personal en un canto de esperanza.  

Este 25 de noviembre conmemoramos el sacrificio de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal en aras de la libertad, en contra del abuso y de la opresión fomentadas por la tiranía trujillista, marcando un hito social, cultural e histórico.  Tan importante fue su aporte que la Organización de las Naciones Unidas seleccionó la fecha de su asesinato para marcar el Día Mundial de la No Violencia Contra la Mujer.   

Es un aporte Dominicano al mundo, partiendo de una tragedia para crear esperanzas.  La esperanza de una sociedad radica en saber darle valor a las mujeres, porque ellas dan y preservan la vida de todos nosotros y ellas son capaces de provocar los cambios que la comunidad necesita en cualquier momento de su historia.   

Terreneros y terreneras, recordemos a nuestras niñas, señoritas y mujeres, a nuestras madres, esposas y ancianas, a nuestras viudas, a nuestras maestros, a nuestras hijas y a las mujeres en general, porque ellas aportan a diario calor, amor, amparo y esperanza.   

Salve Hermanas Mirabal, salve mujer terrenera, salve mujer dominicana, salve mujer de donde sea que vengas y a donde sea que vayas.

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