En los últimos diez años
se ha podido observar un amplio “crecimiento” económico dentro del municipio
manifestado en a) la multitud de condominios, plazas comerciales y villas, b)
la transformación en la Calle Principal y la Calle El Carmen donde la mayoría
de las edificaciones han sido destinadas al comercio, y c) el mayor número de
restaurantes, vehículos, motocicletas y comercio informal en calles y calzadas.
Para confirmarlo basta hacer
comparaciones. Vayamos a Las Galeras, a
Samaná y a Sánchez y no veremos algo semejante.
Vayamos inclusive a Nagua, a Castillo, a Cabrera, a Río San Juan, a
Sabana de la Mar y otras zonas aledañas y concluiremos que no hay comparación,
que Las Terrenas supera en creces las manifestaciones normales de crecimiento
económico.
Generalmente el desarrollo económico suele ser medido en
base a ingresos, o sea, mientras más dinero ganan las personas mayor es el
crecimiento económico. Dicho de manera
altamente simplificada, en un país su crecimiento se mide en base el Producto
Interno Bruto (PIB) y el PIB contabiliza la producción de bienes y servicios
dentro de un período determinado, digamos un año. Para medir el crecimiento en el PIB
generalmente se calcula lo producido en la economía en un año (bienes y
servicios) y se divide entre la cantidad de gente en el país. Un año se compara con otro y si en el año que
terminó en diciembre del 2013 se produjo más y la población no creció demasiado
comparado al año 2012 entonces hubo un mayor crecimiento en el 2013. Pero hay algo más, la inflación se come el
crecimiento. O sea, que si en el año
2013 los bienes y servicios crecieron en un 5% pero la inflación creció en un 3%,
entonces el crecimiento real es de un 2% porque la inflación “se comió” a un 3%
de ese crecimiento.
Si hemos crecido tanto
en Las Terrenas, ¿adónde han ido los beneficios obtenidos por ese obvio
“crecimiento” económico? La pregunta es
muy importante porque tenemos que considerar el factor de desarrollo
humano. En economía moderna se habla de
que no basta el simple ingreso monetario sino que hay que considerar
indicadores de calidad de vida como el empleo, la salud, la vivienda y la
educación, entre otros. La premisa es que si un país o un municipio
crece económicamente debe tener un impacto directo en la calidad de vida de la
gente ya que es posible que se produzca más dinero pero se viva peor.
En economías de alta
desigualdad social como la nuestra, unos pocos se llevan el capital y la
mayoría vive mal en base a los indicadores de calidad de vida. La economía es
eso, medir los indicadores. En el caso
de Las Terrenas debemos hacernos la pregunta, ¿se vive mejor a raíz del
“crecimiento” económico de los últimos diez años? La respuesta es “sí” (para algunos) y “no”
para la mayoría. Es obvio que hay personas
beneficiadas tales como ciertos inversionistas locales y extranjeros, un manojo
de políticos o zorros políticos y un número limitado de empresarios en ciertas
ramas. Por otro lado está la mayoría de
la población que se ha marginado en los últimos diez años a juzgar por el
aumento de viviendas infrahumanas en los barrios. Además, el crecimiento económico (o PIB
local) ha sido carcomido por el costo de la vida derivado de los altos costos
en la energía eléctrica, en los alquileres, en mantenerse sano en medio de
tanta insalubridad y en la ausencia de una oferta de empleos estable y
creciente, entre otros factores.
Es posible entonces que
en estos últimos diez años se ha creado más pobreza en Las Terrenas entre la
mayoría de la población porque han crecido el desempleo y el subempleo, hay
peores viviendas, mayores problemas de salud, mayor delincuencia y accesos más
limitados a factores claves de calidad de vida.
Inclusive, inversiones millonarias del gobierno central como el
acueducto y el desague sanitario han empeorado ciertos factores sociales dadas
las deficiencias en los mismos y los que pudieron conseguir empleos no pudieron
mantener ni aumentar su calidad de vida porque los factores de costo de vida se
comieron las escasas ganancias.
Consideremos también
que el crecimiento dislocado coloca fuertes presiones sobre las
infraestructuras existentes, creando demandas en bienes y servicios que no
pueden ser suplidas por las limitadas capacidades y las imperantes ineficacias
en el gobierno local y en el central. Los
servicios básicos de agua, basura, tránsito y salud, cuando son manejados
ineficazmente, incrementan los costos y reducen la calidad de vida para la
mayoría. Es por ello que después de 10
años de constante e incomparable “crecimiento” la población mayoritaria de Las
Terrenas no está mejor sino peor, aún cuando unos pocos obviamente han salido
beneficiados.
Por eso es que hay
urgencia en pausar para no seguir creciendo por encima de nuestra capacidad de
sustentabilidad. El crecimiento
manifestado en Las Terrenas no es sostenible y la razón básica es que ese
crecimiento fue errático, no fue estratégico y se manifiesta de manera
altamente destructiva en áreas como el medio ambiente, donde se siguen destruyendo
ciénagas, playas y foresta, sin hablar de los niveles de ruido, de
contaminación ambiental y de contaminación en acuíferos, playas y ríos.
Ahora mismo Las
Terrenas debe pausar para poder planear estratégicamente su futuro, si deseamos
un cambio no podemos seguir haciendo lo mismo, de otra forma en la próxima
década vamos a provocar una trágica y destructiva situación de inviabilidad.
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