viernes, 9 de febrero de 2007

Convicción

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Hay gentes que están dispuestas a todo por causa de una convicción.
Una convicción es, en una definición de diccionario, “una idea a la que se está fuertemente adherido.” Una convicción es un convencimiento, el llegar a aceptar algo como verdad, como razonable y como causa para una respuesta o una acción. Por eso es que las mujeres en la foto, desnudas y manchadas con sangre, protestan por su convicción de que el uso de pieles de animales para abrigos es cruel, incorrecto, atroz e indeseado.


El iraní Heshmat Zandi de 28 años se pegó fuego él mismo en protesta ante la embajada francesa en Londres porque la policía de París había invadido las oficinas de un grupo opositor iraní radicado en la ciudad para impedir que prosiguieran con sus actividades, y el juzgó que las acciones de la policía eran inmorales. Heshmat sobrevivió pero su cuerpo se quemó en una 40%, y otras 50 personas se quemaron también tratando de apagar el fuego que lo cubría a él. Su protesta recuerda la realizada muchos años antes por Quang Duc, una joven budista de 17 años quien se incendió con gasolina en protesta por la política del gobierno sudvietnamés en el 1963.


En el 1989 miles de ciudadanos chinos protestaban en la plaza Tiannamen en Beijing, haciendo lo que nunca había sucedido en China. El ejército invadió la plaza, masacró a cientos de manifestantes y a muchos encarceló. Hubo una foto que dio la vuelta al mundo, la del protestante solitario que se paró frente a la columna de tanques y las hizo parar. Caramba, el poder de una convicción.


En el 1965 el Dr. Martin Luther King encabezó una protesta pacífica donde 25,000 protestaban las condiciones de los afro-americanos en la nación norteamericana, lo que eventualmente dió al traste con las leyes de Jim Crow y abrió las puertas a la mayor reforma de tipo social y constitucional en toda la historia de los Estados Unidos, la de igual de derechos ante la ley sin importar el color de la piel.


Más recientemente, un grupo de hombres se apoderaron de unos aviones y los estrallaron contra las torres gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Virginia. Era su convicción que el hacer ese daño a costo de su vida era una responsabilidad profundamente espiritual, ayudando a combatir al ‘gran Satanás” de Estados Unidos. Cientos y miles han luchado y fallecido en Iraq, Afganistán y otras partes del mundo por causa de la misma convicción.

¿Y tú, en qué crees? ¿Cuáles son tus convicciones? Yo personalmente creo en tres cosas.


Primero, la primacía de la dignidad humana, la que hay que preservar a toda costa, sobretodo ante los embates de aquellos que pretenden valorizar a las personas estrictamente en base a su color de piel, sus convicciones políticas o religiosas, su sexo, su edad, su orientación sexual, su nivel educativo o su clase socio-económica. Hacer a unos de menor valor que otros es destruir lo esencial de la dignidad humana, la que todos, sin excepción nos merecemos.


Segundo, es la suprema responsabilidad del ser humano el preservar aquello que le ayuda a mantener la vida, o sea, la tierra, el medio ambiente, la naturaleza, el orden creado, porque sin el mismo no podríamos existir. Cuando destruímos a la tierra nos destruímos a nosotros mismos y todo lo que degrada a la naturaleza eventualmente degradará a la vida humana.


Tercero, todo en la vida está interconectado: miembros de una familia entre sí, miembros de una comunidad entre sí, miembros de una nación entre sí y ciudadanos de los países del mundo entre sí. Cuando algo afecta a un persona afecta también a su grupo más cercano y hasta a su comunidad. La convicción de estar todos interconectados guía nuestro pensar y nuestro accionar para que nos ayudemos los unos a los otros. Si tuviéramos la convicción de que todos nos debemos los unos a los otros, ¿cómo sería nuestro diario vivir?

¿Qué te parecen esas ideas? No tienes que adherirte a ellas, pero pondéralas. Lo más importante es que tú mismo/a puedas decir cuáles son tus convicciones. Hay muchas personas sin convicciones, a sea, hay personas que no están fuertemente adheridas a nada. Esas son personas peligrosas, porque al no estar anclados en algo son capaces de todo.


Yo conozco unos cuantos así.

Circunstancias

De todos los huertos que uno siembra en la vida los mejores frutos se cosechan del que nos dió más trabajo. Valoramos los mayores esfuerzos, apreciamos más lo que se nos hizo más difícil y recordamos más profundamente las horas amargas y dolorosas.

¿Por qué tiene que ser así? Pues no sé. Ortega y Gasset, el filósofo español destacaba “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.” Esto quiere decir que cada persona conocer el por qué recuerda o añora las cosas y el por qué valora a unas más que otras.

Pero, atrévete a acompañarme en el siguiente ejercicio. Toma un pedazo de papel y un lápiz y escribe las tres cosas que te vengan a la mente como más importantes en tu vida. No cinco, ni diez, ni dos: tres. Si quieres puedes hacer una lista de veinte cosas, pero al final saca las tres más importantes. Luego que tengas a esas tres imagínate que se te dan cien dólares para repartirlas entre esas tres cosas, dándole más dinero a la que valoras más. No, no, no, no los repartas $33.33, $33.33, y $33.33. Una de las tres tiene que valer más que las otras dos, y de esas dos una será la menos valorizada.

Cuando hayas terminado tendrás tres asuntos valorizados de mayor a menor. Ahora mira a lo que escogiste como de más valor. ¿Qué es? ¿Por qué tiene tanto valor para ti? Pero, carajo, sólo lo estás haciendo tú y nadie te está viendo, NO MIENTAS y SE SINCERO/A contigo/a mismo/a. Luego pregúntate, ¿qué circunstancias me hacen pensar o sentir que éste es el asunto más importante en mi vida, lo de más valor? Y así como lo hiciste con ese mayor tema, házlo con los otros dos. Así te descubrirás más a ti…y a tus circunstancias.

Es muy posible que pensando en esas cosas te des cuenta que prácticamente todo en la vida es como una telaraña, todo parece estar íntimamente conectado una cosa con la otra y, al fin de cuentas, hasta las que parecen más lejanas se descubren más cerquitas una vez que vemos cómo están relacionados todos los puntos de nuestra telaraña, nosotros y nuestras circunstancias.

Hace unos años estaba con una chica de Turquía sentados sobre la grama del parque Grant de la ciudad de Chicago. Era un día de verano maravilloso, verde, soleado, tranquilo y el cielo parecía expandirse hasta el fin del universo. No nos podíamos aguantar, encontramos un árbol frondoso y nos escondimos bajo su amparo, haciendo el amor escondidos del público pero visibles a todo el universo. No fue el mejor sexo que he tenido en el mundo, pero fue muy especial y aunque me picaron dos hormiguitas donde no debían haberme picado, el momento fue increíblemente sensual y emotivo. Estábamos en peligro de que alguien nos viera o de que la policía del parque nos sometiera por exhibicionistas y amorales, pero en ese corto momento se suspendieron todas las demás posibilidades, tanto del mundo real como del imaginario, y nos quedamos suspendidos en un momento en el que el placer fue lo más pequeño y lo menos importante.

Su pecho junto al mío fue como un puente hacia el otro lado de la realidad. Sentía su corazón latiendo como si se le estuviera saliendo de las entrañas. Lloraba y yo las secaba con mis besos. Caramba, ¿por qué es que la felicidad les entra a las mujeres con llorar? Yo lo que quería era dar gritos, saltar, correr, reir. Pero nos quedamos allí, pegaditos, no queriendo ir para ninguna parte. Hasta que me picaron las desgraciadas hormiguitas y entonces todo volvió a la “normalidad.” Casi.

Circunstancial. Hoy sería diferente, no que no pueda hacer lo mismo (lo hemos hecho) sino que la telaraña es diferente. En primer lugar estoy casado con alguien a quien amo, que me gusta mucho y que es la mejor persona que ha llegado a mi vida. Cuando ríe es como si todo el mar de Las Terrenas me entrara por la boca y me saliera por el corazón. Cuando nos tomamos las manos no son sólo nuestros huesos y nuestra piel, sino que se nos unen así tantas historias y tantas circunstancias. Yo y mis circunstancias…y mi mujer.

Hacer el amor con Fatma ese día de verano en Chicago fue algo muy especial. Esas eran mis circunstancias, las que sólo sé yo. Pero no se asemeja en nada a las circunstancias de ahora, con mi amorcito, con mi mujercita, con mi cariñito y con mis circunstancias. Nos peleamos, nos enojamos, nos desquiciamos…a veces. Pero, a fin de cuentas, somos ella y yo y nuestras circunstancias y entre los dos hacemos todas las cosas mucho mejor.

Yo y mis circunstancias. Y mi amorcito también. De las tres cosas que valoro más en la vida ella está presente en todas, como puntos de encuentro en mi telaraña.

jueves, 18 de enero de 2007

Nuestra Peor Desgracia

Si usted pregunta cuál es nuestro mayor problema en Las Terrenas algunos dirán:
· la inseguridad ciudadana producida por la creciente criminalidad ligada o no al uso y tráfico de drogas;
· la falta de un acueducto adecuado y sanitario;
· la contaminación ambiental causada por la basura, el ruido y el humo de motores y vehículos;
· la crisis del hospital, tanto en su planta física como en su manejo operativo;
· el ineficiente tránsito vehicular, con sus problemas de entaponamiento y aparcamiento.

Hay otras opiniones y factores. Sin embargo, ni la criminalidad, ni los hoyos en las calles, ni la ausencia del desagüe sanitario, ni la ausencia de contenes y aceras, ni el humo o ruido, ni la contaminación en las calles y playas constituyen el problema más grave en Las Terrenas. La mayoría de esos y otros problemas tienen soluciones prácticas, algunos de ellos se han comenzado a confrontar y en el caso de otros es asunto de tiempo o de recursos, mientras que hay algunas condiciones culturales y sociales que harán imposible la solución total de algunos otros.

Para mi la peor desgracia en nuestro pueblo es humana y, simplemente dicha, tiene que ver con el estado de abandono en que se encuentran gran parte de nuestra niñez y juventud. Algunas de las circunstancias observables en muchas familias son:
  • el maltrato físico muy por encima de lo que se podría considerar disciplina, incluyendo a veces daños físicos permanentes y, quién sabe, hasta la muerte;
  • el abuso sexual de muchos niños y niñas, sobretodo cuando padres y madres “venden” o “alquilan” a sus menores por dinero, o los envían a las calles a “buscarse gringos”;
  • menores que amanecen bebiendo, fumando y usando drogas en los barrios y calles;
  • menores y hasta infantes, que son dejados solos en sus casas durante la noche;
  • niños y niñas que viven con padres adictos al alcohol o las drogas;
  • menores utilizados como vigilantes y “tráficos” para piperos en los puntos de drogas, vendiendo ellos mismos drogas o cigarrillos;
  • niños y niñas que no van a la escuela;
  • la promiscuidad imperante en muchos de nuestros barrios, donde los niños y niñas pierden su niñez prematuramente, envueltos en un clima hipersexualizado;
  • padres y madres que ignoran lo mínimo de cómo nutrir emocional y psíquicamente a sus pequeños y terminan creando un ambiente malsano para sus hijos e hijas en el hogar;
  • niños que no tienen tiempo para simplemente ser niños.
Esos son sólo algunos de los factores más visibles.

Según el VIII censo de población y vivienda, en el 2002 habían 14,000 personas viviendo en Las Terrenas (números redondos). Debido a una tasa de crecimiento anual de 6% en el 2007 contamos con unos 17,500 habitantes. De esos unas 8,225 personas son menores de 19 años (o el 47% de la población) y unas 6,475 personas son menores de 14 años (o 37% de la población).

Las Terrenas tiene la población más joven entre los tres municipios que componen la provincia. Ahora, imagínese por un momento que sólo el 10% de la población menor de 14 años viva bajo las condiciones descritas anteriormente, eso representaría a 647 niños/as viviendo bajo condiciones deplorables y, a veces, hasta infrahumanas. Esas son 647 personas a quienes se les golpea, se les abusa sexualmente, se les maltrata sicológicamente y viven de forma paupérrima. Esas son las 647 personas que crecerán desnutridas, con un concepto equivocado de la vida y de sí mismos, que probablemente abandonarán la escuela, tendrán problemas sicológicos, usarán drogas, se ampararán en la venta de sus cuerpos y difícilmente serán entes constructivos y productivos. 647 personas, uno de cada 10 menores de 14 años. La cifra de 647 pudiera duplicarse o triplicarse dependiendo del porcentaje que usted escoja como “problemática.”

Así que si dos de cada diez niños/as menores de 14 años viven en condiciones deplorables estaríamos hablando de 1,294 niños/as; si son tres de cada diez niños/as serían 1,941 personas o más de un diez por ciento de la población total.
La pregunta es, ¿cuál es el futuro de un municipio en el que un gran número de sus niños/as podrían estar viviendo en condiciones tan deplorables?
Cuando usted se da cuenta que en este municipio no hay un parque infantil, no hay actividades recreativas y deportivas para la mayoría de la población infantil y juvenil y que al mismo tiempo lo que sí hay es drogadicción, alcoholismo, prostitución, abuso físico y emocional y otras tantos males, entonces, ¿cuál será el futuro de nuestro pueblo?

Yo preferiría mil veces que las calles estén llenas de hoyos, que los motores y carros sigan echando humo sin ton ni son, que vivamos del agua de lluvia y que tengamos que ir a El Limón, Sánchez o Nagua para recibir atención médica antes que seguir en medio de una podredumbre y un desajuste social y familiar como el que actualmente vivimos.

Los valores de una comunidad
se conocen viendo la manera en que trata
a sus dos extremos: los niños y los ancianos.
Alzo una voz de alarma, lo que sembramos hoy cosecharemos mañana y la mejor inversión que un pueblo puede hacer es en su niñez, en su juventud y en sus valores

Aprovecho para hacer una propuesta razonable a las autoridades edilicias que manejan el único presupuesto fijo del que podamos depender: por el amor de Dios, dediquen por lo menos un 10% de su presupuesto anual para programas de educación, desarrollo, prevención, tratamiento y apoyo a la niñez y a la juventud. 10% del presupuesto para el 47% de la población. Ustedes no son culpables de las condiciones actuales, ustedes sólo serán culpables si no hacen nada al respecto.

Cada pe$o invertido en la niñez, siempre y cuando sea usado efectivamente, es un peso invertido, mejor que la construcción de contenes y aceras que, total, no usamos porque están llenas de obstáculos. La salud física y emocional de nuestra niñez y juventud es más prioritaria que aceras, contenes, luces en las calles, bacheos y murales. Inviertan 10 millones en el muro del cementerio si quieren pero inviertan por lo menos un millón en un parque infantil. Gasten 50 millones en aceras y contenes, pero inviertan cinco millones en un programa social, cultural y deportivo para la juventud y la niñez. Inviertan 10 millones en bacheo, pero metan por lo menos medio millón en una biblioteca. En la manera en que mostramos nuestras prioridades revelamos los valores que dan fuente a su liderazgo.

Nuestra niñez no puede vivir como si le hubiéramos declarado una guerra.
Nuestra niñez no puede seguir desvalida mientras construímos una metrópolis moderna, si no hay dinero para proteger a la niñez y a la juventud entonces hay que buscar la manera de crearlo.

Nuestros niñez y juventud merecen algo mucho mejor que lo que hasta ahora le hemos dado.


ESOS LOCOS BAJITOS (canción)
Joan Manuel Serrat

A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción; esos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción.

Niño, deja ya de joder con la pelota...

Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós.

viernes, 12 de enero de 2007

El Supremo Recurso de la Rebelión

No conozco a ninguna persona que en algún momento en su vida no se haya rebelado contra algo o alguien. La rebelión es muchas veces resultado del enojo, una emoción legítima, adecuada sobretodo cuando hay una buena motivación que la cause.

Hay varias cosas que a mi me causan enojo hasta el punto de rebelión: el americano que vive con una menor de apenas 14 años, utilizando el cuerpo de una niña que aún no es mujer, amparado por un pago irrisorio hecho cada mes a los padres de la niña; el europeo que confiesa ser una de esas personas cuyas inversiones están “ayudando a destruir a esta isla”; el albañil que sin pedir permiso se roba el agua de mi casa para hacer su trabajo en la propiedad frente a mi casa; el adolescente irresponsable, calibrando por la calle Carmen; el basurero interminable al lado del puente en Caño Seco, esperando las lluvias para eventualmente convertirse en adorno sobre la arena de nuestras playas; empleados del hospital sin cobrar durante meses; los camioneros que echan basuras en los montes, cañadas y badenes; el abuso exorbitante del Grupo Piñero, convirtiendo a Portillo, Samaná y Cayo Levantado en basureros privados enterrados bajo lodo y arena, mientras nuestras autoridades no hicieron ni pito para que cambiaran las cosas. Y como esas tantas otras situaciones.

No, no vivo constantemente en enojo porque, afortunadamente, son muchas más las cosas que me causan placer: la risa dulce y apacible de mi hijo menor Kiran, el beso de mi esposa Annette, la creatividad de mi hijo Salim, la nietecita que mi hijo mayor José y su esposa Marlene traerán a la vida la misma semana que nuestra bebé va a nacer, convirtiéndome en padre y abuelo casi al mismo tiempo, la sonrisa satisfecha de la niña de 8 años que hizo una tarjetita llena de colorido durante uno de los talleres en la Biblioteca Anacaona, los niños y niñas jugando fútbol por primera vez en sus vidas, como también esa bendición constante de los atardeceres terreneros, rodeados de ese mar increíblemente bello, de ese cielo adorablemente escénico, de esas colinas interminablemente sublimes, de una gente sorprendentemente alegre y de grandes esperanzas sentidas muy profundamente de que mi pueblo va a mejorar, va a crecer, va a progresar y va a vivir mejor.

La historia humana está llena de enojos individuales y colectivos, muchos de los cuales terminaron en grandes rebeldías y revoluciones. Los Estados Unidos de Norteamérica proclamaron su Declaración de Independencia en el 1776 diciendo “Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos…” y así lucharon para que esos vínculos con una Gran Bretaña prepotente dejaran de existir. En Julio de 1789 el pueblo francés rechazó el autogolpe del Rey Luis XVI y asaltó La Bastilla para proteger a sus representantes, los que reunidos en Asamblea Constituyente proclamaron La Declaración de l os Derechos del Hombre y los Ciudadanos, el 28 de Agosto de 1789, porque consideraron que “la ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos.” Fue esa gran declaración la que creó la frase: “Los hombres han nacido, y continúan siendo, libres e iguales en cuanto a sus derechos..”

El gérmen de la revolución cubana se sembró cuando Batista violentó el proceso electivo que se avecinaba en el 1952 y que seguramente sería ganado por el Partido del Pueblo Cubano. Fidel Castro y otros creyeron que el pueblo cubano merecía mejores condiciones y el 26 de Julio de 1953 (Julio parece ser el mes favorito para las revoluciones), un grupo de hombres dirigidos por Fidel asaltaron al Cuartel Moncada, dando comienzo a una lucha revolucionaria que lidereada igualmente por Che Guevara y Camilo Cienfuegos daría al traste con la dictadura de Batista, creando la revolución más larga y permanente en suelo Americano.

En esta isla, don Tomás Bobadilla redactó en enero de 1844 la “Manifestación de los Pueblos de la Parte Este de la Isla,” en la que se expresabas las causas de la separación de la República Haitiana, hecha como una “indestructible resolución de ser libres e independientes, a costa de nuestras vidas y nuestros intereses, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar nuestra voluntad.” La misma iba a ser leída ante las autoridades haitianas la noche del 27 de Febrero de 1844 cuando se efectuaría la Declaración de Independencia. En el 1965, Caamaño y muchos otros héroes se levantaron en rebelión para reponer al gobierno democráticamente elegido de Juan Bosch, dando paso a uno de los episodios más heroicos en nuestra historia.

Ya sea individual o colectivo el enojo puede ser catártico o transformador. Si usted encuentra razón legítima para enojarse, hágalo. Si encuentra causa para una rebelión, llévela a cabo. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se clama por un régimen de derechos para que el ciudadano no se vea impelido “al supremo recurso de la rebelión.” No hay mejor cosa para un gobierno malo (municipal o nacional) que una ciudadanía apática e incapaz de rebelarse contra la inacción, la ineficiencia o la corrupción. No todos podremos ser un George Washington, un Caamaño, un Fidel, un Ché o un Juan Pablo Duarte. Pero aún así podemos enojarnos y rebelarnos, haciéndolo siempre bajo el amparo del derecho, de la ley y del respeto a los demás.

Me rebelé contra lo que hicieron el Grupo Piñero y sus Bahía Príncipe Hotels and Resorts en la provincia Samaná, así que canalizé mi rebelión a través de una denuncia cuyos procesos no han terminado aún. Si no lo has hecho ya, visita http://terreneros.blogspot.com para que sepas más al respecto. Constructivamente, también he decidido impulsar una agenda verde en la provincia, así que visita http://samanaverde.blogspot.com y UNETE.

miércoles, 3 de enero de 2007

Fantasía

Confieso que no existe nada comparable a besar tu cuello.
No cualquier parte del mismo, sino ese punto ardiente
donde la línea final de tu pelo hace puente con el lunar rojizo en tu espalda.
Hay un puente y un abismo escondidos
entre esos dos puntos,
porque cuando lo tocan mis labios se me esconde la vida,
se me escapa el aliento y me ahogo en el eclipse de tu encuentro.
Cómo puedes tener un lugar así, tan escondido.
Tan deseado.
Tan volátil.
Tan frágil.
Tan poderoso.
Tan sutil.
Tan tuyo.
Me quedo pegado a él como luna al cielo,
como color en la piel, como vástago a su teta.
Explorando los recónditos más intensos de ese punto transversal
en que tantos universos aparecen y se escapan,
porque ese espacio sideral en tu cuello contiene todo el universo
de dulzura, pasión y amarguras.
Me siento hombre y niño mientras lo beso y allí,
en ese lugar escondido que sólo tú
(porque te lo he dicho)
y yo
(porque lo beso despierto y dormido)
lo conocemos, y en él se nace a la muerte y se desvanece la vida.
Quiero nunca tener que dejar de besar tu cuello,
en ese espacio escondido que primero encuentran mis dedos
y luego mis besos.
Después de eso me pierdo yo,
escondido en ese espacio total de mi embriaguez por ti,
revolcado en el perfume vital de un cuello imposible de olvidar
e imposible de fingir.
Primero ese espacio en tu cuello.
Después, nada más.

(Pintura de Mayabanex Vargas)

Las Artes

En su última novela escrita después de un hiato de diez años, Gabriel García Márquez nos introduce al personaje cumpliendo noventa años y deseando celebrarlo haciendo el amor con una virgen. “Memoria de mis putas tristes” sigue el estilo característico del Gabo, adentrándonos en un mundo mágico e inverosímil, pero al mismo tiempo haciéndonos pensar sobre la magia del deseo y la pasión y sobre la fantasía de lo que nos espera en nuestra propia vejez.
El deseo del nonagenario se realiza, pero sólo hasta cierto punto y no de la manera que esperábamos. Lo que vemos es la entrega a una fantasía y a una pasión algo platónica, sujeta a la contemplación y a la imaginación. Aprendemos del paisaje de la habitación, la textura del pelo, el contorno de los dedos largos de los pies y las premoniciones que ofrece la figura desnuda tendida en la cama. También descubrimos en la mente congestionada por las memoria del viejo, cuyo nombre quizás no es ni siquiera mencionado en el texto, lo que hizo con la doméstica Damiana sorprendiéndola por detrás y cómo dejó plantada a Ximena Ortiz el día de la boda. Estos dos eventos son poca cosa comparados con lo que hizo desde la primera vez a los doce años cuando cayó en manos de una prostituta por error y por sorpresa, hasta sus noventa años, pasando por cada una de sus noches en el barrio chino.
Al final de la novela el viejo clama piadosamente por nuestra comprensión, un empeño revelado en cada hoja de la obra, porque no podemos más que sentir pena y confesar empatía con su traspiés. No es asunto de vejez, es asunto de la vida, porque aunque no tengo noventa años me identifico con muchos de sus soliloquios y con muchas más de sus torpezas y creo que junto a mi habrán muchos otros hombres y mujeres también. El amor es torpe, pero el sexo lo puede ser aún más.
Eso es lo bueno de leer novelas tales, uno revive lo que estaba muerto dentro de uno o crea lo que nunca ha podido existir ni en realidad ni en nuestra imaginación. Imagínese cómo sería si sólo viviéramos de la realidad, porque, ¡carajo!, no sé lo que sería mi vida si no pudiera imaginarme dándole un beso a Jennifer López, hacer el amor con Salma Hayek o irme de parranda con Olga Tañón. Aunque confieso que nada se acerca a lo que me imagino que sería compartir todo un día con Penélope Cruz y no sólo estoy hablando de sexo.
En cuanto a imaginación se refiere, a eso es precisamente a lo que nos llevan la literatura, la música, la pintura, la escultura; en otras palabras, las artes. Nos ayudan a crear una ecología de la cultura, o sea, que así como necesitamos agua y aire, sol, tierra y árboles--la ecología del mundo natural--así también necesitamos los beneficios que nos traen las artes, atrayéndonos al ámbito de lo espiritual y nato al tiempo que encontramos balance con lo crudo y lo primitivo. Comer y sembrar puede cualquiera, pero igualmente todos deberíamos aprender a apreciar lo que se puede contemplar y sentir por medio de una pintura, una escultura, un soneto o una sinfonía.
Confieso que el merengue y la bachata son artes también, pero lamentablemente siempre se les liga solamente a lo más primitivo, a lo carnal, a lo animal, a lo crudo y desnudo, como si éstos fueran el todo de la existencia del dominicano. Para mi el regatón es simple basura, desprovisto de cualquier valor humano; al contrario, lo veo deshumanizante y muy alejado de lo artístico, pero eso es totalmente asunto de opinión personal.
En este país donde reina el merengue y la bachata hay tanto arte (no debemos confundir lo presente o ausente en Las Terrenas, que es sólo un pedacito muy pequeño del territorio nacional), comenzando con la sinfónica nacional hasta los atabales de Cotuí; desde los artesanos en San José de Las Matas hasta los cafetales de Polo en Barahona; desde el colorido de los cocolos de San Pedro a la Cofradía de los Congos de Villa Mella; desde los pintores Ada Balcácer, Silvano Lora, Elsa Núñez, Ureña Rib, Guillo Pérez y Cándido Bidó hasta los poetas Fabio Fiallo, José Joaquín Pérez, Salomé Ureña, el poeta nacional Pedro Mir y mi amigo de crianza René Rodríguez Soriano; desde un Johnny Ventura a un Rafael Solano, o desde un Lope Balaguer a una Maridalia Hernández y a un Juan Luis Guerra (y cientos de otros artistas he dejado fuera!).
En Las Terrenas las cosas están cambiando, poquito a poco, porque ya se avista que el 2007 será un año de despegue artístico y artesanal gracias a las iniciativas de muchas personas privadas que ven en Las Terrenas un potencial artístico y cultural que ya no se puede hacer esperar.
Me confieso ser esclavo del arte, de la fantasía, de la imaginación, del ensueño frustrado por no ser ni músico, ni poeta, ni pintor, ni escultor, ni cantante, ni nada, pero me deleito reviviendo dentro de mi la experiencia de cada uno de los artistas que admiro. Y eso me hace cada vez más rico, más lleno, más errante, más bohemio, más humano.
¡Carajo, que vivan las artes!

(Ilustraciones de arriba hacia abajo: Gabriel García Márquez, pinturas de Ureña Rib, Elsa Núñez y foto de Juan Luis Guerra).

sábado, 30 de diciembre de 2006

Nuevo Año, Nuevas Creaciones

El universo ha parido un nuevo tiempo, un elemento artificial de nuestra existencia llamado “año”, un tirano agreste gobernando planes, sueños y decisiones.

A mi me gusta más el año que comienza con el advenimiento de la primavera, nouruz, el equinoccio de primavera, marzo 21, pero en fin y cuenta nos ajustamos como todo el mundo a lo que dispongan otros, dando rienda suelta a lo que todos celebran ahora y posponer la creencia personal para más tarde.

Sea ahora o sea después un nuevo año nos trae oportunidades para re-crearnos, para re-hacernos de muchas maneras. Algunos los llaman “resoluciones,” mientras que yo prefiero llamarlas “recreaciones.” Se me ocurren algunas.

Quiero re-crearme al beso, a ese encuentro espiritual entre dos mundos que se desean, la entrega ilimitada de suspiros internos que no pueden callar y que se ponen a jugar sobre la superficie más posible y más tierna, callando voluntariamente a lo que otros hablarían. Por eso me gusta cómo el austríaco Gustav Klimt lo ha representado en “El Beso” (arriba izquierda), ese gráfico dorado en el que sólo se ven los rostros y manos de dos seres explotando al eroticismo de una entrega sin igual, como la que todos soñamos, o hemos realizado, o ansiamos, o tenemos, o añoramos o que nunca podremos tener (puede pulsar sobre cada gráfico para verlo en tamaño gigante). En un beso se dan tantas cosas y se olvidan otras tantas. Se me ocurre que en el nuevo año debo, igualmente, darme a y olvidarme de, simultáneamente, tantas cosas, como en otro cuadro de Klimt, el fabuloso “Adan y Eva” (izquierda) donde la entrega se refleja tan totalmente en ambos rostros (se dice que fue un autorretrato de Klimt y de su malograda esposa).


Quiero recrearme también al simple pero constante arte de vivir. El nuevo año nos ofrece nuevas oportunidades para celebrar la vida, para sentirnos satisfechos por lo que la vida nos trae y por lo que nos quita, celebrando pura y bacanalmente las ofertas de cada día, como lo representó Henri Matisse en “El baile” (abajo izquierda), repleto de esa dejadez que sólo los que viven en paz pueden percibir, como los cinco bailarines en la obra. Aquí se baila mucho, pero yo me refiero a la danza del alma, a ese momento cumbre cuando todo lo que somos, aquí y en cualquier otro mundo esotérico, se expresa en la sinfonía polifónico de mente, cuerpo, espíritu y esencia.

Quiero igualmente recrearme a mis relaciones. Quizás, Cézanne con su color naranja cálido y motivador, lo expresó mejor en “Las bañistas” (abajo), donde nos acuerda del calor humano que no podemos reprender aunque querramos, el mismo que abunda cuando encontramos razones para extender la mano del compañerismo, de la comprensión y de la solidaridad hacia otros.


Quiero recrearme a la presencia mutua del gozo y del dolor. Por eso, hablando de estas cosas, el que me repica en la mente es Vincent van Gogh con su “Noche Estrellada” (abajo izquierda), ese universo infinito de azul donde el amarillo de Vincent explota como nos debe explotar la vida cada día, con fuerza, con pasión, con puro deseo y con grandes esperanzas, aún cuando sepamos que puede haber mucho dolor por dentro, como ciertamente la experimentó él en aquella noche en que se cortó la oreja, o en la otra en que cegó su vida.. Vincent, Vincent, tanto nos diste y tanto nos enseñaste y, cual lo dice la canción, quizás aún no te comprendemos.


Así que al comienzo de este nuevo calendario, tomados de manos con el universo escojamos las cosas que deseamos recrear, rehacer, realizar, reponer, recoger, remozar, restablecer, renacer en los días que siguen, para que nos volvamos reincidentes en el arte de vivir. Uno de mis alumnos escribió en su examen final la semana pasada “no sé por qué existo.” Ojalá que no nos pase eso, que sepamos para qué estamos aquí y que al saberlo o que al redescubrirlo, le re-entremos de lleno y con ganas a todo lo que el 2007 nos traiga.

Felicidades a todos y a todas.

Sísifo y el Fénix

  LA DESGRACIA DE SÍSIFO Y LA PROMESA DEL FÉNIX (Escrito en el 2009) Todo el mundo tiene una idea de lo que se debe hacer en Las Terrenas. T...