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MEMORIAS DE UN NACER
Por José R. Bourget Tactuk
Sin duda alguna, la creación de una "identidad" social y política fue la mayor contribución de Juan Pablo Duarte, gracias a la adopción de ideas libertarias adquiridas a través de la lectura y de su viaje por Estados Unidos y Europa del 1828-1831. Muchos desconocen que apenas tenia 15 añitos cuando comenzó ese viaje y apenas 25 primaveras cuando fundó La Trinitaria en el 1838.
Duarte fue llevado a Puerto Rico siendo muy niño cuando sus padres decidieron escapar al periodo de dominación francesa resultado del Tratado de Basilea y a consecuencias de la "España Boba", regresando luego de la reconstitución del sector oriental de la isla a España por la rebelión de Juan Sánchez Ramirez.
Gracias a sus profundos estudios académicos, entre los 15-18 años viaja a USA y a Europa donde se codea con las ideas de la Revolución del 1830, identificadas con movimientos nacionalistas unificadores. Duarte fue igualmente oficial de la Guardia Nacional Haitiana y luchó contra el autoritarismo de Jean Pierre Boyer y en apoyo a Charles Herard. Todos esos factores entran en juego en su actividad política creadora.
Duarte se encontraba en medio de las fuertes tendencias de los llamados afrancesados que deseaban ser colonia francesa y de los llamados "conservadores" que deseaban estar dominados por España, pero en lugar de uno u otro escoge una tercera opción: crear una identidad nacional nueva y única. Esa concepción nacionalista nace en rechazo al autoritarismo del régimen haitiano, a las ideas colonialistas locales y en abrazo a las ideas revolucionarias de Europa y en otras partes del mundo. Duarte no surge en el vacío, se fermenta y crece en tiempos de revoluciones y de tendencias nacionalistas.
Utiliza el arte como el teatro, la literatura y la solidaridad social a través de las organizaciones La Dramática, La Filantrópica y La Trinitaria. O sea, la identidad dominicana se forjó en las artes, en la educación, en la solidaridad y en la política liberadora. Esa identidad es igualmente resultado del empobrecimiento de la familia de Duarte, quien les pide que lo entreguen todo para usar el dinero para comprar armamentos en Curazao para la lucha por la identidad dominicana que él puso bajo el lema "Dios, Patria y Libertad". Esas acciones son el fundamento de la identidad dominicana y todas, sin excepción, han sido miserablemente abandonadas en el día de hoy.
Un sistema educativo extremadamente deficiente, políticos corruptos e ineficaces y políticas de gobierno que actúan en detrimento de las artes, del alfabetismo, de la lectura y que han sustituido a la bondad solidaria con un indigno clientelismo, mientras fomentan una abismal desigualdad económica, son todas traiciones al ideal Duartiano.
No importa cuántas marchas y banderas desplieguen nuestros alumnos, mientras seamos el penúltimo sistema educativo en más de 100 naciones y el segundo peor en Las Américas, seguiremos abofeteando a los ideales de identidad nacional Duartianos.
Muchos luchan por la patria abrazando una lucha para promover lo que NO somos (haitianos), cuando la lucha debería dedicarse a fortalecer lo que SÍ somos (el fundamento duartiano). No debe sorprendernos entonces que el dominicano promedio entiende mejor que debemos rechazar a los haitianos, pero desconoce casi totalmente los fundamentos que forjaron su propia nacionalidad. Hemos creado un enemigo común mientras nos enemistamos de lo que podría amistarnos con nuestra verdadera identidad.
La independencia dominicana se produjo en la convergencia de afrancesados, conservadores, nacionalistas, pequeños y grandes burgueses, haitianos opuestos a Boyer y, sorprendentemente, sin influencia de los E.U.A.. Esa profunda diversidad de ideas y personalidades trajo grandes conflictos, pero en la noche de un día como hoy, un 27 de febrero, dieron nacimiento a "un país en el mundo".
Hay un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteronas antiguas
o el día en los tejados.
Sencillamente
frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sencillamente agreste y despoblado
En verdad.
Con tres millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falda del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el canto de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio del amor.
Entonces
es lo que he declarado.
Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.
Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.
Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
de donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras cantando
entre los surcos
su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.
Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve,
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para su bronca muerte.
¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije:
sencillamente triste y oprimido.
Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.
Plumón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.
Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.
Los que la roban no tienen ángeles
no tienen órbita entre las piernas
no tienen sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.
No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.
Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio.
Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.
Pero ebrio de orégano y de anís,
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. y un país,
en el mundo,
fragrante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.
…….
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.
Donde un ángel respira.
donde arde
una súplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carrera
un boyero se extingue con la tarde.
Después
no quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma.
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.
PEDRO MIR