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domingo, 9 de agosto de 2009

Reflexiones Sobre La Marcha


Una anécdota que escuché hace mucho tiempo relata que un náufrago se encontraba en el ancho mar sujeto a un palo, feneciendo después de un accidente que casi le costó la vida. Estaba cansado y tenía mucha hambre y sueño, pero más que nada tenía mucha sed. Cuando al cabo de un par de días se encuentra con un gran barco que le pasa por el lado lo primero que le grita al marinero que le lanza un salvavidas es “agua por favor.” El marinero le responde moviendo su mano hacia el agua, “toma agua, toma agua” le gritó. El náufrago no entendió inmediatamente hasta que finalmente comprendió y se tomó un trago de toda el agua que le rodeaba. Era agua dulce. Por dos días había estado en la boca de un gran río, rodeado de agua dulce, pero creyendo que era el mar y agua salada casi fenece de sed.

La marcha se planeó como un gran río del cual toda la comunidad pudiera beber. De manera particular se invitaron a los líderes eclesiásticos y a los comunitarios porque ellos representan a grandes mayorías dentro de la comunidad y, eventualmente, ellos fueron los que aportaron los puntos de la agenda. Pero el gran bote zozobró en el camino. Me acongoja pensar en los líderes comunitarios y eclesiásticos que luego de participar en el proceso y de dar su apoyo a la marcha porque encontraron que los reclamos eran justos y porque algunos de esos reclamos ellos mismos los habían enunciado, se retiraron y hasta denunciaron los propósitos de la marcha en radio y en TV.

Aunque puedo entender que se vieron amedrentados por la visita del síndico, Sr. José Alexis Martínez, y del Coronel Escolástico, en una reunión relámpago el sábado en la noche, en la que ambos embistieron contra los convocantes y contra la Marcha, diciéndoles que sería violenta, que se estaban haciendo preparativos para alterar al orden público y que la misma tenía profundas motivaciones políticas. Todo fue una mentira cuyo objetivo principal era lograr que los líderes comunitarios y eclesiásticos retiraran su apoyo y así lo hicieron en la radio y en la TV.

Esos líderes sin saberlo sacrificaron sobre el altar del miedo a la esperanza, naufragando ante los intereses verdaderamente políticos y verdaderamente nefastos. Me los imagino escuchando atentamente al síndico y al comandante policial y diciendo en sus propios corazones que estas personas decían la verdad y que debían obedecerlos. No sé qué más les dijeron, pero obviamente fue suficientemente convincente como para echar para atrás tajantemente y naufragar en las mentiras que les brindaron las dos personas de más alta investidura en la comunidad.

Ojalá pudiera decir que fueron sólo ellos, los que ya se habían comprometido, los que fallaron ante la comunidad; pero el síndico y el coronel policial no se limitaron a estos pocos, sino que estratégicamente fueron a casi todas las iglesias, a casi todos los barrios y juntas de vecinos, en la loma y en el pueblo, sembrando la semilla de la desconfianza y mintiendo. Mintieron, mintieron, mintieron y esa mentira se regó por todo el pueblo. ¿Quién podrá creer ahora en el síndico y en el coronel de la policía?

Esos líderes estuvieron rodeados de un agua pura, dulce y cristalina, la de la esperanza de hacer el bién, sin embargo naufragaron ante el engaño que le jugaron los que más tenían que perder. Los engaños del síndico y del coronel triunfaron y las promesas de los organizadores de la marcha también triunfaron. ¿Bajo cuál de los dos baluartes preferirán ellos estar ahora?

Los que triunfaron fueron los jóvenes, sobretodo la organización FINJOLAT, los que al marchar duplicaron lo que está ocurriendo a nivel nacional, donde son los jóvenes y señoritas los que están marcando las pautas, los que responden al llamado de la solidaridad, los que gritan “basta la impunidad,” “basta la intransparencia,” “basta la corrupción.”

Me pregunto si esos líderes que le fallaron al pueblo irán ahora donde al síndico y donde el coronel para decirles “ustedes nos mintieron.” Me pregunto si irán en masa a reclamarles por el veneno que sembraron en sus corazones, por las promesas ofrecidas y por las pérdidas morales que sufrieron. Con su accionar corrupto y mezquino, ambos personajes merecen uno renunciar de su puesto y el otro ser trasladado, porque de otra manera la Constitución es sólo un pedazo de papel.

Los organizadores no ofertamos nada, sólo una marcha cívica y pacífica a favor de los reclamos justos del pueblo. Y se marchó cívica y pacíficamente gracias, inclusive, al apoyo de personas fuera de la organización de la marcha, las que actuaron para impedir que sus opositores la desnaturalizaran. Nosotros no mentimos y el pueblo que marchó lo hizo cívica y pacíficamente. Ese es el nuevo liderazgo comunitario, uno cívico y pacífico. Qué pena para tantos de los náufragos, que alegría para muchos en el nuevo liderazgo y qué triunfo para todo el pueblo. “La Marcha Va!!”

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