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UN LLAMADO A LA CONCIENCIA
Por José Bourget
Con todo el respeto que la libertad de opiniones permite, me tomo yo la libertad de igualmente expresarme amparado por el mismo criterio en respuesta a ese lamentable anuncio.
-creo que la República de Haití debe proveer a sus ciudadanos todos los estamentos de ciudadanía de tal manera que tengan registro civil y legal aceptables en cualquier parte del mundo.
-creo que la República Dominicana, al igual que todo otro miembro de la comunidad de naciones, debe establecer claras pautas de migración, inmigración, tránsito, comercio y turismo.
-creo que el anuncio en cuestión es lo más feo, pútrido, obsceno, racista, xenófobo, indecente, inmoral, ofensivo y repudiable que se pueda hacer en contra de cualquier grupo étnico, racial o nacional en calidad de los más esenciales valores humanos y en base a la fragilidad social y política como es el caso de Haití.
Esos valores negativos expresados en esa arenga visual se CUADRUPLICAN cuando provienen de una población (la dominicana) con millones de ciudadanos residentes en todas las naciones del mundo, una buena parte de los cuales carecen de documentos de residencia legal. Ellos son también refugiados económicos y comparten muchas condiciones similares a la de haitianos en este país.
Hacer aquí lo que dice ese anuncio seria demostrar una doble moral y una destructiva hipocresía amparada bajo un pseudo patriotismo que no es mas que un reflejo de ignorancia, analfabetismo histórico y una expresa carencia de compasión y de cordura.
Como es el caso de muchos dominicanos y dominicanas en el exterior, muchos haitianos documentados o no, son refugiados involuntarios cuya participación económica en nuestro país contribuye al bienestar económico en Haití a través de las remesas, tal como sucede con la mayoría de los dominicanos en el exterior.
Los haitianos que venden, compran y alquilan son parte del desarrollo económico nacional. Saque a un millón de haitianos de aquí y se cae gran parte de la economía dominicana.
La solución a la crisis haitiana que se refleja en una variedad de incidentes lamentables en Haití y en nuestro país debe impulsarnos a presionar por el cambio fundamental que se necesita con el concurso de tres naciones claves: Francia, Estados Unidos y Canadá. Son las que tienen los recursos y la acusación de la historia por las condiciones existentes en Haití.
Es un caso complejo y mientras compartamos la isla tendremos que vivir con todas las condiciones que esas grandes naciones y otros factores lamentables crean en el territorio vecino. Ningún muro podrá separarnos de condiciones históricas, políticas y económicas entre nuestros dos países.
La nación dominicana ha sido a la vez auxilio y causa de las condiciones en Haití. Creo que somos la nación que más ayuda directa ha provisto a ciudadanos haitianos en condiciones de fragilidad, pero debemos igualmente reconocer que el dominicano promedio mantiene concepciones racistas, xenófobas y prejuicios en contra de los Haitianos, gracias a nuestra educación y cultura trujillista y pist-trujillista, que todavía llevamos en la sangre.
Hemos sido practicantes del genocidio cultural y social en contra de los haitianos y, aparte del genocidio de Trujillo en el 1937, también hemos amparado actuaciones esclavizantes por casi un siglo en relación con la mano de obra haitiana. Entonces colgamos de un hilo flojo y frágil, por un lado compasivos y por otro opresores.
Aunque lo anterior es lamentable, lo considero ínfimo comparado a las acciones y ausencias imperdonables de Francia, USA y Canadá, sin dejar aparte las acciones de los mismos haitianos privilegiados dentro y fuera de Haití. Sin el concurso de esos potentados haitianos privilegiados no habría el Haití de hoy.
Considero escandalizante que personas de confesión cristiana, en las redes y en los medios de comunicación de nuestro medio, se expresen como lo hacen sobre los haitianos y sus condiciones aquí y allá, como si no fueran seres humanos y que apoyen expresiones, actitudes y conductas anti-evangelio, anti-compasivas y anti-humanistas. ¿Quién lo diría? Eso es sumamente peligroso porque contribuyen a crear opinión pública parcializada, desbalanceada, racistas y prejuiciosas.
Si no te gusta mi opinión (es tu derecho) te doy permiso a que me insultes como escojas, como llamándome pro-haitiano; pero también llámame pro-palestino, pro-refugiado, pro-armenio, pro-mejicano, pro-centroamericano, pro-indígena, pro-ruso, pro-ucraniano y pro cualquier otro grupo étnico, social, cultural y nacional en condición de fragilidad por causa de la desigualdad social, de la explotación o del imperialismo económico y político.
Animo a todo buen dominicano y Dominicana a repudiar arengas y anuncios tales, que son un oprobio a la concepción patriótica de Duarte, que son un insulto a los valores del evangelio y que son una bofetada a los principios humanísticos más fundamentales.