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martes, 13 de julio de 2010

Cocotazos

Anote Tong, presidente de la República de Kiribati, anda buscando una nueva patria para los 105,000 habitantes de su archipiélago. Está dispuesto a mudarlos a todos a otro lugar. Las Islas Gilbert o Kiribati, antiguas colonias británicas, están pobladas por descendientes micronesios en el pacífico sur y constituyen el lugar donde primero empezó el nuevo milenio ya que están colocadas justo a la izquierda de la línea internacional del tiempo.

Esos 105,000 habitantes viven en 811 kilómetros cuadrados (Samaná tiene 847 kms cuadrados), lo que quiere decir que comparados a Samaná tienen un poco más del doble de habitantes distribuídos en varias islas. No todas las islas o atolones están habitadas, apenas unas 10 de un total de 33. Los atolones tienen forma de media luna, con una laguna interna de agua muy clara y cristalina, mientras que en la parte externa es mar abierto. Cuando estuve allá hace unos años iba a bañarme en la laguna pero me advirtieron que no lo hiciera ya que los kiribatianos usan la laguna interna como baño y como sanitario y podría encontrarme con objetos flotantes desagradables.
¿Por qué el presidente Tong quiere mudar a todos los habitantes de Kiribati? La razón es simple, el archipiélago va a desaparecer en un par de décadas por causa de la elevación del nivel de agua del mar a raíz del calentamiento. Cuando estaba en Tarawa, la isla principal, el punto más alto tenía apenas dos metros. Cuando hay ciclones en esa zona algunas de las islas desaparecen totalmente bajo las olas.
Para ir a dar un taller sobre desarrollo comunitario a un grupo de líderes en una de las islas cercanas tomé un avioncito de 22 pasajeros. Cuando subí al avión no podía creer lo que vi. La gente montaba racimos de guineos, chivos, gallinas, cajas de cerveza y latas de comida en su interior. Cuando cerraron la cabina no creía que podríamos despegar pero lo hicimos y una hora más tarde llegué a mi destino.
Los ancianos de la aldea me habían reservado una maneaba o choza al lado del mar desde la cual podía contemplar la puesta de sol (derecha). No había electricidad ni agua corriente. Me alumbraba con velas y el agua de beber era de lluvia. Mi maneaba era totalmente abierta, con una cama hecha con hojas de coco y la cena de esa noche fue pescado con coco y plátanos, acompañado con refresco de naranja llevado desde Australia (el principal suplidor de alimentos al pais). Al día siguiente me proveyeron de una bicicleta en la cual dí la vuelta a la isla y así pude llegar a mis reuniones.
En Kiribati, como en gran parte del Pacífico y hasta en partes de Asia, la cabeza es considerada como la parte más sagrada de la persona y no es apropiado tocarla bajo ninguna circunstancia. Esto me permitió utilizar un fenómeno cultural para facilitar la discusión de un tema del taller. Aquí en la República Dominicana es apropiado darle un “cocotazo” a un niño malcriado. Yo cogí un coco, lo golpeé con mis nudillos y le dije a los kiribatianos presentes que en mi pais a la cabeza se le dice popularmente “coco.” Un “cocotazo” consiste en golpear el coco (la cabeza) con los nudillos.
Después de tocar el coco con los nudillos lo hice pasar entre los participantes para que ellos le dieran un cocotazo al coco. Lo hicieron muertos de la risa. Entonces invité a uno de los participantes al frente y le dije que por un momento pensara que era dominicano. Yo todo lo que tenía era un pareo alrededor de mi cintura y una camisilla, estaba descalzo al igual que los demás. Yo le dije que yo me había transformado en kiribatino ese día y quería que él se convirtiera en dominicano por unos momentos. El hombre asintió. Entonces yo hice pasar a un niño al frente y le dije al hombre que el niño se había portado mal y que él debía hacer lo que hacen los dominicanos con un niño malcriado, darle un cocotazo. El pobre hombre miraba al niño y me miraba a mi. Simplemente no pudo hacerlo, el valor cultural de preservar la integridad de la cabeza fue más fuerte.
Yo aproveché esa lección para hacer múltiples aplicaciones al desarrollo comunitario y creo que ni ellos ni yo hemos olvidado lo que ocurrió. A veces pensamos que para lograr lo que queremos hay que violentar hasta lo más sagrado. No. A veces los mejores y más profundos cambios son resultado de preservar lo más sagrado en el ser humano: la vida, el respeto, la dignidad, la verdad y el medio ambiente.
En Las Terrenas, en asunto de meses, se ha notado una contínua desintegración de valores en la manera en que se violentan el respeto, la paz, los recursos naturales y la integridad física de niños y adultos. Además, vivimos en medio de la más completa corrupción e instransparencia y las consecuencias de esas violencias en contra de la dignidad humana no se harán esperar.
El universo se encargará de darle unos buenos cocotazos a unas cuantas gentes que se merecen eso y más.

martes, 11 de noviembre de 2008

Diez Promesas

(la gente y su entorno son el meollo de la política)

Primera, prometo que el bienestar de la comunidad va por encima del bienestar personal. Esto quiere decir que prometo que antes de tomar cualquier decisión lo primero que pienso hacer es pensar en cómo beneficia y en cómo perjudica a las personas. Comprendo que mis decisiones afectarán a varios en buena o mala manera, pero me comprometo a buscar la mejor solución posible para la mayor cantidad de personas posibles.
Segunda, prometo que para ayudar a la gente tengo que dejar de “ayudar” a la gente. O sea, la “ayuda” común es darle regalos a la gente y tratar de resolverle un problemita por el que puedan estar pasando. Comprendo que de vez en cuando hay que resolver emergencias, pero mi patrón de conducta y mi manera de gobernar estaré enfocada en resolver las causas de la pobreza, las causas de los dolores, las causas de las deficiencias. La mejor manera de ayudar a la gente es con dignidad y respeto, no con arreglitos y regalitos temporales.
Tercera, prometo que los recursos a mi alcance será utilizados con total limpieza y transparencia. Soy un mayordomo, un gerente, un administrador de los bienes del pueblo. Esos bienes no son míos y como no son míos no puedo disponer de ellos como me de mi santa y grandísima gana. La mejor manera de preservarme limpio es haciendo todo lo que esté a mi alcance por manejar las finanzas de manera transparente, que la gente sepa por qué, cómo, dónde, cuándo, quién y qué se gastó. El que no tiene nada que ocultar no tiene nada que temer.
Cuarta, prometo que las personas que trabajen conmigo no nacieron sabiendo (como yo tampoco nací sabiendo) y que parte de mi responsabilidad hacia mí mismo y hacia mi pueblo es capacitar a mi personal y capacitarme a mi mismo para ser cada vez más capaz de hacer un buen trabajo. El desarrollo humano es la mayor riqueza con la que puede contar una comunidad, porque es un desarrollo permanente, siempre presente y que nunca se para de beneficiar. Mis empleados mejores capacitados serán mejores empleados, ganarán mejor, se sentirán más orgullosos de lo que hacen y podrán contribuir mejor a su comunidad.
Quinta, prometo hacer lo posible por comprender mejor las necesidades natas y netas entre la gente. Comprendo que hay mucha demagogia y que muchos líderes hacen lo que hacen para manipular las cosas y para que eventualmente resulten en el mayor beneficio político posible. Me comprometo a que el bienestar de mi gente ha de ser la responsabilidad principal de mi gestión y voy a hacerlo con respeto, comprensión y con responsabilidad, yendo a la gente para poder comprender mejor sus circunstancias.
Sexta, prometo descubrir todos los recursos habidos y por haber disponibles para mi gestión, no limitados a lo que me manda el gobierno central ni a lo que pueda recoger en el municipio. Sé que hay cientos de fuentes externas disponibles en la forma de fondos y recursos humanos y es simplemente una lástima que no lleguen a nuestro medio cuando podrían beneficiar a tantas personas.
Séptima, prometo abrir mis puertas a la información, conociendo que esta es una comunidad compleja y que necesita de una variedad de formas para llegar hasta ella. Voy a hacer lo posible por utilizar los recursos disponibles a mi alcance para mantener informada a la gente y para recibir del público ideas, sugerencias, aportes y contribuciones de manera abierta y transparente.
Octava, prometo preservar el recurso más importante en toda la comunidad: el medio ambiente. Sin el cuidado adecuado al medio ambiente la vida peligra y la calidad de vida peligra y el futuro de la comunidad peligra y peligran las familias, los niños y los recursos naturales. Reconozco que lo que perdemos en el medio ambiente no se compara con lo que se pueda perder de otras maneras. Sin un balance adecuado en el medio ambiente peligra la vida.
Novena, el futuro de la comunidad está en la niñez. Yo sé que la niñez no vota, pero sin una niñez educada, sana y bien recreada no habrán buenos votantes en el futuro. Prometo dar a la niñez la importancia que se merecen y bajo mi dirección voy a buscar todos los medios posibles para que nuestra niñez pueda disfrutar de su infancia y pueda evolucionar en ciudadanos educados, formados, saludables y productivos.
Finalmente, prometo hacer posible por salvar a nuestra juventud. Me duele ver como nuestra juventud se pierde, atraída por las tentaciones pasajeras de una sociedad que tiene muy poco que ofrecerles. Me comprometo a que nuestros jóvenes tengan medios de desarrollar sus talentos sin explotación y sin abuso. Usaré todos los medios a mi alcance para asegurarme de que ningún joven y ninguna señorita tenga que caer en las garras y las jaulas de la drogadicción, la prostitución, la inanición espiritual y la falta de empleos.

FIRMA: EL CANDIDATO!!!
(Quizás no salga electo, pero nunca es tarde para empezar haciéndolo bién)

Carta Abierta Para los Concejales

  Carta abierta a los concejales de Las Terrenas CONCEJALES PARA UN FUTURO MÁS CERTERO Por José Bourget, comunitario Querid@s Concejales: Si...