Por José Bourget
“Yo soy yo y mis circunstancias”, Ortega y Gasset
La pregunta obligada es, ¿qué hace uno con el poder? El poder es en verdad una cualidad imaginada hecha realidad a través de su ejercicio. Me imagino que Willy pasó meses (o años) pensando lo que haría, sobre todo desde marzo pasado cuando resultó obvio que era el ganador de las elecciones municipales. Ahora comenzará a traducir lo imaginado en todo ese tiempo a su estilo de ejercicio del poder otorgado. Antes era un simple soñador, ahora es un “empoderado.”
Lo primero a considerar es que el poder político es sólo una de las múltiples expresiones del poder. Lo segundo es que lo que se puede hacer con el poder resulta obvio a los que toman tiempo para ver, escuchar, sentir y reflexionar sobre sus cualidades, oportunidades, características y potencial. Si Willy no lee y depende sólo de lo que piensa él y los que le acompañen entonces “tamo frito”. Ojalá que a Willy le guste leer y aprender. Por suerte para Willy y para cualquier otro “empoderado”, hay muy buenos ejemplos en la historia, en la literatura y a nuestro alrededor de los cuales aprender, copiar, ponderar y enriquecerse. Una de mis preguntas es “Willy, ¿qué estás leyendo?” Porque si no lee, ay mi madre!! La lectura de buenas obras ayuda a formar buenas opiniones, ideas y valores, porque cuando los tales no existen entonces siempre aparecerán otros que le dirán qué pensar, qué hacer y qué decir.
Una de las maneras más sencillas y efectivas de aprender es “en contexto”. A manera de ejemplo, a Willy le conviene mucho pensar en lo que hizo el pasado alcalde Lic. José Alexis Martínez (quien terminó destronado y actualmente acusado de corrupción en las cortes), como también lo que hizo el alcalde saliente Lic. Antonio García George (después de una pésima gestión y de una desvalorada apreciación después de obtener los números de votantes más altos en la historia de Las Terrenas). Ambos llegaron al poder, ¿y qué hicieron con él? ¿Qué hará Willy con lo mismo, cómo se manejará y cómo terminará?
Lo tercero a considerar es, ¿qué hará el elegido con el poder que los votantes le han otorgado? Porque, a fin de cuentas, todo el que votó por Willy le cedió parte de su “poder ciudadano” para que él ahora lo ejerza como piense y desee. Todos los demás votantes, en virtud del proceso eleccionario y de manera indirecta también le han otorgado poder a Willy en base al acuerdo inferido de que el perdedor acepta los resultados aunque no le guste. Bajo el sistema de elecciones en un régimen “democrático”, los votantes ceden parte de su poder y libertad a los gobernantes. Ese traspaso de “poder” y de libertades es muy significativo y tiene amplias consecuencias, las que no discutiremos aquí por el momento.
Yo soy de los que pienso que el poder mismo, como entidad tangible, transforma a las personas. El poder es como un gusanito que se mete por dentro y anda por todas partes. Deja huevos en muchos órganos y recovecos y se reproduce de manera insoslayable, constante, persistente e inevitable. El gusanito no es necesariamente ni bueno ni malo en sí, aunque algunos expertos argumentan lo contrario afirmando que el poder por su propia naturaleza es destructivo. Lo que sí sé es que cuando el gusanito encuentra terreno fértil es cuando más se reproduce.
Por tanto, la naturaleza del terreno interior es lo que determina el nivel reproductivo del gusanito. Si el terreno es bondadoso, humilde, solidario, amante y confiable, entre muchas otras virtudes, entonces el gusanito se reproduce con características similares al terreno que lo nutre. Pero si el terreno es avaricioso, corrupto, enfermo, necio, egocéntrico, autocrático, despreciable, malicioso y lleno de maldad, entonces el gusanito se reproducirá con iguales características. Tarde o temprano, el gusanito del poder se hará evidente en la manera en que el empoderado actúa, habla, se mueve, decide, otorga y funciona. De hecho, el manejo del poder es un desafío constante porque ningún ser humano es 100% perfecto ni bueno en todas sus partes, por lo que a veces el gusanito encuentra un buen terreno por un lado y otro terreno no tan bueno por otro lado. El empoderado muchas veces sentirá un conflicto interno constante por las tensiones creadas por esas fuerzas internas.
Aunque a Willy lo mercadearon bien, casi como a un santo, ahora le va a costar un poco de trabajo bajar desde el trono de las imágenes creadas y aterrizar para enfrentar su obvia humanidad en todas sus formas. Ningún empoderado sube solo y, francamente, el éxito del gusanito o de los gusanitos internos en hacer sus trabajos a menudo depende MUCHO de las voces, corazones, sentimientos, mentes y aportes de las personas que rodean al empoderado. Si se rodea de adulones y corruptos (como ha ocurrido en el pasado), entonces el empoderado sentirá la trágica rapidez con la que los gusanitos malditos se reproducen en su interior hasta el punto de sentirse intocable y soberano. Por otro lado, si se dedica a la reflexión, a escuchar a la voz de la sabiduría, de la templanza y de tantas otras virtudes, entonces es posible que los buenos gusanitos se reproduzcan más y más rápidamente que los malditos. No es por nada que el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres” tiene tanta validez entre los que llegan al poder.
No hay ser humano puro. Ejercer el poder de manera sabia y justa es un constante desafío. Aunque deseemos evitarlo, a veces los buitres se posan sobre nuestros hombros y escuchamos sus voces. Y ningún líder podrá hacer bien quien primero no admita sus incapacidades y su necesidad de aprender de otros. Afortunadamente, si Willy carece de buenos ejemplos, de buenas obras y de buenas fuentes para su pensar, también puede aprender de los idiotas de líderes que ha tenido su partido y todos los partidos, de los tantos que han usado el poder para creerse reyes y dioses, obviando el más sagrado deber de ser de servicio para el bien mayor y común. Se aprende de los buenos y se aprende de los malos. A veces esos canallas enseñan más que los buenos. Como infirió el filósofo, ensayista y poeta Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, mejor conocido como Jorge Santayana, si Willy no aprende de ese pasado entonces estará condenado a repetirlo.
El mayor desafío que enfrenta Willy es, en mi opinión, escoger de quién y en qué forma va a aprender porque, lamentablemente, el PLD, el partido que lo llevó al poder, está podrido por dentro y lleno de gusanos malévolos. ¿Estoy prejuiciado en eso? Claro que sí y lo admito, pero eso no me impide desearle éxitos e invitarlo a que se separe de los gusanos malditos dentro y fuera del PLD.