"En nombre de la historia, la identidad y la cultura se ha cometido una palpable desgracia"
Por José R. Bourget
Tactuk, 20 de mayo del 2022
En ninguno de esos
días se juntó nadie en Las Terrenas para estudiar, analizar, ponderar y decidir
sobre todos los factores que inciden en la ya aprobada reconstrucción.
El alcalde no llamó
a una reunión.
Ni uno de los
regidores llamó a una reunión.
El MITUR no llamó a
una reunión.
La Unión de Juntas
de Vecinos no llamó a una reunión.
La Federación de
Clubes de Madres no llamó a una reunión.
La Confederación de
Pastores Evangélicos de Las Terrenas no llamó a una reunión.
ASONAHORES no llamó
a una reunión.
La Asociación de
Taxistas no llamó a una reunión.
La Asociación de
Motoconchistas no llamó a una reunión.
El Sindicato de
Camioneros no llamó a una reunión.
La Asociación de
Ferreteros no llamó a una reunión.
El Ministerio de
Medio Ambiente y Recursos Naturales no llamó a una reunión.
La “Asociación de
Historia y Preservación de la Cultura Terrenera” no llamó a una reunión.
Y tampoco llamó a una reunión la “Asociación Pro Defensa de Las Terrenas en Contra de Todos los que Opinan en Contra de los Intereses del Pueblo de Las Terrenas, Inc.”
Hubo reuniones aquí y allí, sobre todo en los últimos días antes del 19 de mayo, para ir a “defender la cultura, la esencia y la identidad terrenera”, pero en ninguna de ellas se escuchaban a profundidad los temas vitales que tienen que ver con cultura, con identidad, con esencia, con impacto ambiental, con cambio climático, con gerencia, con municipalidad y, mucho menos, para explorar, analizar, estudiar cómo casar los temas cruciales (que sin duda alguna incluye consideraciones medio ambientales) para beneficio de todos. Lo que vimos fue algo reaccionario e impulsivo, ciego e irracional.
En nombre de la cultura, de la historia y de la identidad terrenera se cometió una gigantesca tragedia ese 19 de mayo del 2022. No fue tanto el que se aprobara la reconstrucción en ese mismo sitio, sino que se haya hecho con el desnudo extremismo populista, sin verdaderamente considerar todas las implicaciones para el municipio a mediano y largo plazo. A corto plazo se va a construir (según el plano aprobado por David Collado y a todo color), pero es trágico ver cómo se llevó el proceso como chivo al matadero. Los líderes sociales, habilitados por los políticos, escogieron el camino más fácil pero el más desinformado e inconsciente.
No sólo fue una tragedia al desnudo, sino que en defensa de la historia, de la cultura y de la identidad terrenera se acribillaron personas e ideas, denigrando y sacrificando lo más sacrosanto: la integridad humana. La peor de las falacias, ad hominem, en la que se ataca a la persona y no las ideas, fue el proceso común empleado. “Si no estás conmigo te ataco y voy a llevar a los míos a atacarte también. Y te atacaremos si tratas de opinar algo diferente en el mitin” (realmente no fue una vista pública. Ganó el vox populi pero perdimos lo esencial en el proceso de toma de decisiones en una comunidad.
¿Cuál hubiera sido la alternativa constructiva? ¿Qué pudo haber ocurrido en esos 257 días? Que la alcaldía o el MITUR, las principales voces cantantes en la toma de decisiones, llamaran a conversatorios donde se exploraran todos los factores en juego, que se invitaran especialistas, que se conocieran más a fondos los temas y que se sopesaran las pérdidas y las ganancias. Una vez se supo que el gobierno iba a asumir la reconstrucción ese mismo gobierno debió procurar la búsqueda de un consenso consciente. Debió realizar verdaderas vistas públicas (no mítines políticos) en los que los participantes consideraran opciones e implicaciones, ponderaran los riesgos y los beneficios y luego consensuaran respuestas. Pero 257 días después de la tragedia fue terrible ver cómo colocaron a las juntas de vecinos, clubes de madres, organizaciones sociales y a la mayoría de los que estaban ahí en una posición insostenible en las que no les quedó otra alternativa que disparar desde los cojones y desde los ovarios. Disparar así ocurre muy a menudo en Las Terrenas y es muy probable que por causa de ello tengamos muchos de los problemas que afrontamos.
Y si la próxima tormenta del 2022 se mete en el recién reconstruído Pueblo de los Pescadores, o si el río se entra y se lo lleva, o si viene una marejada y lo destruye, ¿iremos al mismo sitio a decir que si no se reconstruye ahí mismo perderemos la historia, la cultura, la identidad y la esencia terrenera?
¿Cuántas veces
tendrá que ser destruido para que entendamos que sin buenos conocimientos y
prácticas no tendremos ni historia, ni cultura, ni identidad, ni la esencia,
porque si no se las lleva el mar se las llevará el viento?