Me pregunto qué vió el ladrón. Hace casi dos meses uno o más ladrones rompieron unas ventanas en la Biblioteca Anacaona y entre otras cosas se llevaron un abanico, mi sierra eléctrica y un taladro nuevecito. Las pérdidas no fueron extremas, excepto una nueva pérdida de la inocencia y del sentido de seguridad. Fue un gran choque para las 7 voluntarias y voluntarios del exterior que trabajan con niños y niñas en la biblioteca. La pregunta obligada era, ¿pero por qué robar a la biblioteca, esto es un lugar de servicio a la comunidad?
La semana pasada, mi señora y yo junto a 7 voluntarios y voluntarias llevábamos a 28 niños, niñas y adolescentes de 5 barrios de Las Terrenas a la Feria del Libro en Santo Domingo. Mientras regresábamos a Las Terrenas se metieron en mi casa. Rompieron una puerta de hierro, la ventana de madera y anduvieron por todas las habitaciones. Se llevaron la computadora portátil, la proyectora usada el día anterior en la presentación en el Hotel Aligio de la Carrera de Las Terrenas 10K. También nuestra cámara de video familiar y dos cámaras digitales, una vieja y dañada y la otra la cámara que usamos en la familia y para la Fundación. Cargaron con un dinero que no pude depositar en el banco el día anterior por falta de tiempo.
Nos dejaron sin la tecnología necesaria para hacer parte de nuestro trabajo, casi todo de uso en la Biblioteca Anacaona y para los fines de la misma. En la computadora teníamos el listado de los libros y otros archivos. La proyectora la compramos para usarla en los talleres y actividades del nuevo Centro de Protección a los Derechos de la Niñez y la Adolescencia. Ahora tampoco tenemos cámara digital para tomar fotos para nuestro sitio Web.
Lamentablemente, hace dos semanas también se metieron en Casa Paz, nuestra residencia de voluntarias, robándole el dinerito de la comida a una de nuestras voluntarias que viene de Alemania y tiene 3 meses aquí trabajando con los niños y niñas terreneras.
Han sido duros golpes, inusitados y frustrantes. Estamos empobrecidos y limitados en el trabajo. Uno a veces tiene que reirse de esas cosas. A veces, entre sueño y velar despierto, me pongo a pensar en lo que pueda significar. Dos meses y tres robos. En 7 años de vivir aquí nunca nos había ocurrido semejante cosa. ¿Qué propósitos pueden existir ocultos? ¿Serán la misma gente? ¿Qué están tratando de hacer? Como soy aspirante a síndico por un partido independiente uno tiene que pensar en las posibles motivaciones políticas, sobretodo en base a las declaraciones que hacemos sobre condiciones y situaciones en Las Terrenas. A nuestro aspirante a regidor, César Mieses, también le robaron en su casa, hace 6 semanas. Pero no tengo pruebas de ningún plan funesto y todo se queda en el burbujeante ciclo de las especulaciones.
Constantemente me persigue una pregunta, ¿qué vieron los ladrones cuando entraron en casa? Quizás se pararon a ver la foto de mi familia: mi madre, mi esposa, mi hijo mayor, José René, con su esposa e hijos, su hermano Salim, ambos viven en USA, también Kiran y Ana Evelyn. ¿Tomaron tiempo para ver la foto o sólo les preocupaba lo que se iban a llevar? Si vieron la foto, ¿qué pensaron?
Igualmente me pregunto si vieron los juguetes de la niña en el piso, el pequeño pianito, la pelota de fútbol de Kiran, su colección de corales. Cuando entraron a mi oficina, ¿se llevaron uno de mis libros? ¿Por qué se llevaron una computadora y dejaron la otra? Quizás porque la mía, desde la cual escribo estas líneas, está toda despintada, no le funcionan todas las techas y está llena de polvo y manchada. Tengo todos mis archivos de mis clases universitarias en esta computadora, qué bueno que no se llevaron la viejita!
Subieron a los aposentos, caminaron entre las camas de Kiran y de Ana Evelyn. Vieron sus libros, sus juguetes, los regalos de los abuelitos. Me pregunto si vieron el microscopio de Kiran o la cortina que le tejió su abuela con una media luna y un bebé durmiendo. La niña tiene una colección de peluches, regalos de sus tías. ¿Vieron al caballito rosado con quien le gusta dormir? Abrieron todas nuestras gavetas, vieron mi ropa interior, mis medias y mis camisetas, al igual que algunos libros sobre la mesita de noche. Probablemente se preguntaron, ¿qué quiere decir “Three Cups of Tea”? Ese es el libro que leo actualmente, sobre el trabajo de Greg Mortenson contra viento y marea, construyendo escuelas para niños en la Pakistán rural.
A mi esposa le rebuscaron los aretes y, hasta donde sepamos, no se llevaron ninguno. Anduvieron por sus gavetas, su ropa interior y la dejaron toda bien arregladita.
Me imagino que bajaron por la misma escalera y quizás tocaron la alfombra de Turquía que cuelga de la pared. Salieron por donde mismo entraron, se llevaron dos maletines repletos de tecnología y dejaron atrás muchas miradas. Claramente se fijaron en todo, vieron todo, tocaron todo. A la policía no vale la pena ir, aunque los llamé.
La pregunta que me concierne sigue siendo qué vieron, qué sintieron. Quizás no sintieron nada. Es posible que los ladrones no tengan alma. Conozco otras personas que tampoco la tienen.