El poeta griego Homero quien vivió hace 2700 años relata en su libro la Ilíada la manera en que cayó la ciudad de Troya. La guerra entre griegos y troyanos empezó cuando París, príncipe de Troya, se robó a la hermosa reina Helena, esposa de Menelao, considerada la mujer más hermosa del mundo de ese entonces. Los griegos atacaron a Troya junto a muchos aliados pero durante los 10 años que duró la guerra no la pudieron vencer. Finalmente engañaron a los Troyanos al preparar un caballo de madera dentro del cual se escondieron muchos guerreros. Fingieron huir del lugar dejando al caballo detrás. Los troyanos salieron de la ciudad y encontraron que los griegos se habían ido dejando a este majestuoso e impresionante caballo de madera sobre el campo de batalla. Se sintieron totalmente fascinados y a pesar de sus dudas iniciales lo entraron dentro de las fortísimas y altas murallas que rodeaban y protegían la ciudad.
Para celebrar, el rey Príamo condujo al reino a la borrachera colectiva, los generales, capitanes y sacerdotisas lo acompañaron, todos alababan sus propias proezas, se mofaban del enemigo que sin haber sido derrotado se había marchado diezmado y cansado. Miraron a su alrededor, a su gran ciudad-reino y se dijeron que jamás serían vencidos por nadie. Sin embargo, esa noche los griegos aprovecharon que los Troyanos dormían la borrachera de la victoria y salieron del caballo para quemar la ciudad, destruyendo para siempre a este rico reino del rey Príamo. Desde ese entonces el “caballo de Troya” es sinónimo de astucia militar al tiempo que ilustra la forma de esconder sabiamente a un propósito deseado.
El caballo de Troya es usado como metáfora de muchas otras cosas. En el decir dominicano tenemos la expresión “debajo de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán.” Es decir, uno no debe porfiarse ni de lo imprevisto ni de lo desconocido. A veces, el encanto de la victoria percibida es suficiente para crear vanas ilusiones y la perfidia humana es tal que se nos llenan los ojos con cualquier cosa, con tal que sea majestuosa e impresionante. Para el que nunca haya probado champagne el Seven Up le sabe a gloria!!
La noche de la fiesta y de la borrachera todo el mundo en Troya estaba maravillado de que los griegos habían abandonado la batalla. Todas las sacerdotisas del tempo de Atena repartían bendiciones y arengas sin ton ni son, con excepción de una sacerdotisa muy joven que se llamaba Casandra, la que salió por la calle como una loca gritando “ha llegado el fin, ha llegado el fin.” Nadie le hizo caso y pensaron que había enloquecido. La tragedia y destrucción de esa noche probaría la certeza de su visión.
Quiero convertirme en un Casandra y advertir que tenemos un Caballo de Troya en nuestro medio. Todos los anuncios de desarrollo y progreso en las construcciones inmobiliarias, en la expansión del comercio y del turismo traen, de manera muy soslayada, las señas de un gran cataclismo social. Vivimos fascinados con las edificios, los centros comerciales, las villas y los grandes proyectos mientras nos olvidamos que esta borrachera de ensueños nos facilita olvidar que en el seno mismo de la sociedad existe una diarrea de desgracias sociales que muy fácilmente la podrían destruir. Mientras los edificios suben nuestros jóvenes y señoritas (sin importar nacionalidad) se arrodillan ante las drogas sin que nadie ni nada diga ni “ji” al respecto (¿por miedo? ¿Por ignorancia?).
Mientras las plazas se multiplican nuestra niñez es abusada y maltratada, mientras se amplían y remodelan los bares y restaurantes Las Terrenas se sigue convirtiendo en un centro de promoción a modalidades recreativas socialmente destructivas como la proliferación reciente de clubes para hacer strip tease (o “strik-tis”). Pronto seremos conocidos como el Sosúa del nordeste, el lugar donde lo que se vende es carne y sangre humanas, más y más joven cada vez, engalanadas con el bikini más exhibidor.
No sólo nos destruímos a nosotros mismos, también acabamos con el mundo natural que nos rodea y todo en nombre de la victoria económica, dormidos en los laureles de ser el eje comercial y económico no sólo de la provincia sino también del nordeste. Y eso no lo es todo, nuevas autopistas y nuevos accesos nos han convertido en un barrio de la capital, aumentando el potencial para el bien y, desgraciadamente, también para el mal.
Mientras todas esas cosas ocurren nuestros líderes y generales duermen en la borrachera de sus nuevas realidades económicas. ¿Dónde están los Casandras que se levanten para crear conciencia y aportar visos de realidades innegables? Cuando se abra la puerta secreta del caballo de Troya dentro de nuestras puertas, ¿quién estará ahí para defendernos? Si no lo hacemos nosotros mismos, ¿quién lo hará?
Escribo por si acaso se me olvidan ciertas cosas, como la vida en comunidad, lo real, lo imaginado, lo bueno, lo malo, uno mismo y otras cosas. Desde Las Terrenas, Latitude: 19.3167 | Longitude: -69.5333. Poesías y otros sondeos en http://misegundapersona.blogspot.com.
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lunes, 13 de abril de 2009
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