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viernes, 21 de octubre de 2022

El Negro Detrás de la Oreja

 

EL NEGRO DETRAS DE LA OREJA

Análisis Social Terrenero

Por José R. Bourget Tactuk, 21 de octubre, 2022

“Por encima de todo, mantengamos la dignidad”

En algunos medios de las redes sociales se nota un incremento de quejas sobre la presencia de haitianos presuntamente indocumentados en Las Terrenas y otras zonas de la provincia de Samaná.

Lo que vemos hoy en cuanto a la presencia de ciudadanos haitianos es el resultado de un viejo, extenso y complejo conflicto.  Se podría identificar que ese conflicto ha sido resultado de:

1)      La inoperancia del control migratorio dominicano en las fronteras por parte de civiles y militares;

2)     - La facilidad existente para el tráfico humano haitiano por parte de traficantes tanto haitianos como dominicanos;

3)     - La dependencia de la mano de obra haitiana por parte de los empleadores dominicanos que necesitan obreros (construcción, agricultura, seguridad, etc.);

4)     - La visible indisponibilidad de obreros dominicanos dispuestos a realizar labores que ahora realizan los haitianos.

Aunque resulte duro y difícil aceptarlo, hay áreas del crecimiento económico dominicano que no podrían operar ni tener éxito sin la mano de obra haitiana, documentada o no.  Similarmente, tanto el gobierno central como los empresarios dominicanos beneficiados por el tráfico de haitianos, aparentan no estar dispuestos a tomar el toro por los cuernos.  Esa realidad no es de ahora y data por lo menos desde el tiempo del acuerdo para obtener braceros haitianos para que trabajaran en los ingenios del Estado (dígase, ingenios de Trujillo).  El primer acuerdo formal fue realizado el 23 de febrero del 1952 y ratificado luego en dos ocasiones por Duvalier y Trujillo.  Los doce ingenios del tirano fueron nacionalizados en el 1962 y al constituirse el CEA el congreso dominicano ratificó los convenios.  O sea, la contrata o arrendamiento de obreros haitianos se constituyó en un acto formal del Estado Dominicano, condiciones tales que ameritó condenas de organismos internacionales por más de tres décadas, incluyendo una última condena hace apenas un año, por las condiciones deshumanizantes en la que muchos de ellos trabajaban y vivían.

Aparte de todo lo que implica analizar, estudiar y evaluar la evolución de ese tráfico formal, también debemos reflexionar sobre las implicaciones del tráfico humano informal, sobre todo después del desplome de la producción azucarera estatal.  Aunque resulte duro y difícil aceptarlo, sin el tráfico informal de haitianos la economía dominicana sufriría un efecto devastador.  No se trata sólo de la mano de obra disponible para el inversionista dominicano, sino también del envío de remesas a Haití que luego regresa en múltiples formas al país porque los haitianos se suplen de la producción dominicana para gran parte de sus necesidades hogareñas (alimentos y productos del hogar).

Los profundos impactos sociales y económicos del tráfico haitiano de las últimas décadas son igualmente conocidos, como lo es en la inversión que realiza el Estado en los servicios médicos provistos gratuitamente a ciudadanos haitianos y a la presencia de descendientes haitianos en las escuelas dominicanas.  El dominicano promedio se refiere a esos dos impactos de manera muy negativa. 

Es posible que cada vez que leemos a personas quejarse de la presencia de indocumentados haitianos en nuestro medio se hace como una respuesta emocional y de opinión prejuiciada en cuanto a los haitianos, su color de piel, su cultura, sus costumbres, su estilo de vida y su origen.  Rara vez se comenta los impactos de otros factores cercanamente relacionados a la realidad terrenera, como el económico.  Por mencionar un solo ejemplo, si en Las Terrenas existieran 2,000 indocumentados haitianos, alquilando habitaciones, consumiendo productos del comercio local (alquileres, comida, ropa, electricidad, transporte, gasolina, medicinas, efectos eléctricos y del hogar, etc.), es muy posible que cada uno de ellos gasta de su bolsillo un promedio de 10,000 por persona.  Eso representa 20,000,000 (veinte millones) de pesos al mes que circula en la economía terrenera.  Pero si en lugar de 10,000 al mes gastan 20,000 pesos, entonces hablamos de 40 millones al mes de impacto económico.  ¿Podrían mantenerse los dueños de habitaciones, del comercio y otros sin 20-40 millones al mes?  De hecho, es posible que el impacto económico de la presencia haitiana en Las Terrenas se acerque al millón de dólares al mes por la relación que existe no solamente con su trabajo en específico, sino con toda la cadena de producción y los beneficios que su mano de obra trae a otros inversionistas y residentes.  Es lo que se llama “valor agregado”.  ¿Cuántos negociantes se quejarían y cuántos quebrarían si ese millón de dólares desaparece?  Ese es un análisis superficial, pero vale la pena considerarlo como un factor importante.

No nos equivoquemos, el gobierno haitiano tiene una obligación de proveerle a sus ciudadanos de documentos de identidad y el gobierno dominicano tiene la obligación de ejercer controles migratorios para toda persona extranjera.  Hay grandes debilidades en esas dos obligaciones, lo cual me dirige a considerar otra factor igualmente importante y relevante.

Aunque en Las Terrenas existen también otros extranjeros indocumentados que viven en calidad migratoria irregular (como los que se quedan más de los 30 días permitidos por la visa de turista), aunque hay algunos otros de conducta reprochable y aunque haya algunos más cuyo historial y cualidades personales son potencialmente cuestionables, el dominicano promedio que critica la presencia de indocumentados no los incluye a ellos.  Igualmente, cuando los autobuses de migración vienen a recoger a indocumentados sólo recoge a los haitianos.  Hay algo cuestionable en ese cuadro.

Además, las quejas públicas más visibles no siempre se limitan al aspecto legal y migratorio, sino que tienden a reflejar actitudes, creencias y prejuicios denigrantes y deshumanizantes en contra de los haitianos.  Los epítetos, adjetivos negativos y los insultos son dirigidos solamente en contra de los haitianos.  Por eso creo que cada uno de nosotros debe hacer un profundo análisis de conciencia y considerar que las condiciones irregulares de los haitianos en el país NO TIENEN QUE RESULTAR en actitudes deshumanizantes e indignas por parte de nosotros en contra de ellos como seres humanos.  Podemos protestar y podemos exigir un mayor respeto a las leyes dominicanas y demandar que nuestras autoridades cumplan con la ley y su ejecución, pero nunca deberíamos recurrir a lo más pútrido e indignante que pueda existir dentro de nosotros para referirnos a otros seres humanos en condición de fragilidad.

Los ciudadanos dominicanos que se amparan bajo el lema de DIOS, Patria y Libertad deberían ampararse más a menudo en las cualidades de ese Dios en el cual creen, el que los llama a ser ciudadanos fieles a la ley y a exigir que su gobierno haga cumplir la ley, pero sin desatar contra los indocumentados improperios, acusaciones, indignidades profundamente deshumanizantes.  Condenemos el “pecado” en ambos gobiernos, pero en ese proceso no deshumanicemos al “pecador” como si fuera un pedazo de basura para echarse al zafacón.  Es lo menos que podemos hacer porque es lo correcto, pero también por ser un país con cerca de tres millones de emigrantes en todas partes del mundo, muchos de los cuales están en la misma condición de indocumentación.

Mi llamada es a que mantengamos la dignidad mutua aún cuando hagamos lo que hay que hacer: demandar la regularización del sistema migratorio para que existan los debidos controles, la protección a la mano de obra dominicana y las debidas seguridades a todas las entidades envueltas en el crecimiento económico del país.  No nos convirtamos en indignos representantes de Duarte y sus valores, tampoco subyuguemos nuestros corazones a actitudes y prejuicios totalmente desligados a la bondad y a la compasión promovidas por la ética cívica y la cristiana.  Pero, más que nada, no nos deshumanicemos deshumanizando a los demás, vengan de donde vengan.  Ante la patria y ante Dios, preservemos la dignidad en todo ser humano, documentado o no!

 


miércoles, 20 de octubre de 2010

Chivo Expiatorio

Tengo temor de que las crecientes tensiones sociales y económicas en la comunidad desembocarán en profundas consecuencias que serán a la vez traumáticas y dolorosas.

En el esquema general de las cosas los individuos, las organizaciones, las comunidades y los gobiernos toman acciones desesperadas cuando las condiciones son desesperantes. Los que analizamos a la sociedad podemos darnos cuenta la creciente tensión racial entre algunos dominicanos y la comunidad haitiana.

Me temo que las desesperantes condiciones locales causadas por la incapacidad del ayuntamiento local, junto a causas externas algunas de las cuales son prevenibles y otras posibles de alteración, harán que muchas personas utilicen a la comunidad haitiana como chivo expiatorio, echándole la culpa de todo y viendo en ellos la manera más fácil de solucionar algunas cosas.

Es un análisis supérfluo y peligroso el pensar que castigando a un grupo se resuelven los problemas de todos los demás. Así hicieron los Fariseos con Jesús, prefiriendo que muriera uno para preservar el status quo de la mayoría. Las personas sensatas, de conciencia, las personas de convicciones éticas profundas deben comenzar a visualizar el peligro y motivarse a tomar acción social para prevenir que una desgracia social ocurra en nombre de “Las Terrenas” o de “los terreneros.”

Terreneros somos todos.

Hace ya unos diez años que Las Terrenas es más multicultural que monocultural, más políglota que monolinguista, más interdependiente que dependiente de un solo grupo social y más multinacional y étnicamente pluralista que el pseudo nazismo purificador de los que ven a los haitianos como sus enemigos.

Es curioso, porque algunos podríamos argumentar que un análisis de la evolución social y económica de Las Terrenas en los últimos 20 años revelaría que muchas más personas extranjeras de piel blanca han causado mayores problemas sociales y económicos, siendo personas pudientes, que lo que han causado la gran cantidad de personas extranjeras de piel negra, mayormente pobres y haitianos, en ese mismo tiempo.

Pero a nuestro racismo internalizado le resulta más fácil culpar a los haitianos y olvidarnos de las complejidades sociales en nuestro medio.

Evitemos el chivo expiatorio, en ninguna parte del mundo ha servido de nada el utilizar a un grupo social como culpable de sus males (la Alemania nazi echó culpa a los judíos de todas sus penosas condiciones sociales y económicas antes de la Segunda Guerra Mundial) y no resultará aquí tampoco.

La búsqueda de la solución debe ser constructiva, no racista, los resultados deben resultar en una mayor confraternidad y multiculturalidad, no en crear condiciones sociales extremas ni antagonistas.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Impacto Económico

En resumidas cuentas hay dos mil de ellos. Mínimamente y en números redondos cada uno gasta cerca de 150 pesos al día en comida o cuatro mil pesos por mes y unos mil pesos al mes en alquiler. Cada mes gastan por lo menos otros mil pesos en ropa, zapatos, bombillos, transporte, detergente, escobas, toallas y en doscientas otras cosas posibles. Eso quiere decir que cada mes cada uno de ellos gasta unos seis mil pesos por persona y como son dos mil de ellos eso quiere decir que gastan doce millones de pesos al mes, 144 millones de pesos al año. Esas son cifras ultra-conservadoras.

Yo pienso que Las Terrenas se beneficia mucho del impacto económico de esas personas, que muchos dependen del alquiler de sus habitaciones, de sus compras en los colmados, de sus gastos variados y de la manera en que contribuyen a reducir la inflación real en la comunidad. El ayuntamiento municipal recibe unos 14 millones de pesos al año de parte del gobierno central, lo que quiere decir que lo que “ellos” aportan, 144 millones al año, es diez veces mayor a lo que manda el gobierno. Si usted piensa que 144 millones no son necesarios en esta economía entonces pongámoslos todos en camiones y llevémoslos ya ustedes saben dónde.

lunes, 2 de agosto de 2010

Desalojos, Haitianos y Chinatown

Recientemente se efectuó en Las Terrenas la destrucción y/o remoción de casetas, casuchas, ventorrillos y mesas de vendedores ambulantes en diversos puntos del centro, principalmente en la Calle El Carmen y la Calle Duarte. Según informaciones dadas por radio el operativo contó con la participación del Ministerio de Turismo, del Ministerio de Medio Ambiente, de la policía municipal y del CEIZTUR.

Lo primero que me vino a la mente fue, “qué bueno, entidades del Estado están trabajando conjuntamente por el mejoramiento del pueblo.” O sea, el hecho de que entidades diversas encontraron una actividad afin en la cual trabajar juntos es algo novedoso, deseable y esperanzador. Me puse a soñar despierto y me imaginé al nuevo gobernador o gobernadora, al director provincial de medio ambiente, al vice ministro o vice ministra de turismo, a todos los síndicos de los municipios y distritos municipales en la provincia, al senador y a los diputados, reunidos toditos bajo el baluarte morado-oro del PLD al que todos pertenecen menos uno y colocando frente a ellos la pregunta, “¿cómo trabajamos juntos para hacer de la provincia de Samaná el mejor lugar para vivir y hacer negocios en todo el pais?” Me llené de ambiciones y puse otra pregunta sobre el tapete, “¿cómo hacemos para reducir la pobreza?” En la provincia una de cada dos personas vive en la pobreza y una de cada tres vive en pobreza extrema. Creo que si estas personas claves, junto a sus entidades, ponen a un lado sus egos, sus tendencias políticas, sus ambiciones personales y su hambre por poder y dinero es muy posible que puedan producir una transformación ejemplar de magnitudes inimaginables. Bueno, ya decía yo que estaba soñando despierto.

Lo segundo que me vino a la mente fue, “qué bueno, necesitamos una ciudad más limpia y más ordenada y si resulta que podremos transitar mejor, caminar mejor sobre las aceras y tener menos contaminación visual pues sería una gran cosa.” Por meses y años muchas personas hemos insistido en la necesidad de un ordenamiento general y, en particular, de los espacios públicos. Si la estrategia es sensata, auténtica, efectiva y persistente, entonces puede que logre los objetivos esperados. Ojalá que no sea una de tantas medidas temporarias e inútiles como las que hemos visto en el pasado.

Lo tercero que me vino a la mente fue una impresión leve de que se trató simplemente de una medida impulsiva. Dudo que las personas envueltas en la decisión se sentaron a considerar todas las posibilidades de manera creativa y abierta, teniendo en cuenta las terribles condiciones sociales y económicas que actualmente confronta el municipio y los impactos sociales, económicos y morales que las acciones realizadas podrían tener. Acciones como las realizadas tienen un profundo impacto económico y es posible ponerle pesos y centavos. Pudo haber sido un asunto de “vamos a hacer esto y sacar a esta y a esta gente de la calle, y para que no digan esto o aquello vamos también a remover esto de aquí y aquello de allá.” Eso es impulsividad, alguien con voz fuerte simplemente dijo “esto hay que acabarlo,” añadiendo algunos gentilicios despectivos. Sin duda alguna, un buen líder, o un líder cualquiera, necesita de cierta medida de impulsividad y de presteza para actuar.
Pero cualesquiera las cualidades de un líder, sobretodo en el caso de una comunidad, si no se tuvo en consideración el factor humano entonces ese líder le hace un servicio muy pobre al bienestar general.

Hoy, como resultado de las acciones antes mencionadas, hay decenas de familias afectadas y algunas de ellas, desastrosamente afectadas. Me pregunto si se consideró otras alternativas que pudieron haber producido los buenos objetivos de limpieza y ordenamiento, al tiempo que ayudaran a preservar la integridad física y económica de los que hoy han sido afectados.

A nadie es secreto que para algunos de nuestros encumbrados líderes los ciudadanos haitianos son un “problema que hay que resolver.” Muchos haitianos son dueños de tarantines y son vendedores ambulantes y una buena parte de ellos fueron afectados por los desalojos. ¿Alternativa creativa? Si en lugar de verlos como problema lo vemos como ventaja para el pueblo se pudo haber hecho un esfuerzo en conseguir espacio para crear una plaza de vendedores ambulantes con un matiz turístico que ayudara a fomentar el negocio local y atraer al turismo interno, ofreciendo un ambiente multicultural, multinacional y multiétnico. O sea, lo que algunos consideran un problema es realmente un potencial económico, turístico y social. Es como si dijéramos “hay que sacar a los chinos de este país,” pero después de verlo creativa y auténticamente la resolución final es “vamos a hacer un Chinatown.”
Hablando pragmáticamente, Las Terrenas necesita una mayor evolución de dinero, no una reducción.

Sin poder discutir todos los detalles, lo importante es que de haberse hecho algo de mínimo impacto sobre la integridad humana y de máximo impacto económico nadie sale perdiendo y todos salimos ganando. En la manera en que se hicieron las cosas muchos salieron perdiendo y no hay garantía de que ninguno de nosotros saldremos ganando, siendo la razón principal el que acciones tales generalmente no son seguidas por medidas efectivas y persistentes de mejoría, sino que muchas veces son actos desesperados, impulsivos, con visos de racismo y de falta de creatividad.

sábado, 6 de marzo de 2010

La Maldición Blanca

Escrito por Eduardo Galeano
Publicado en Abril 2004 en varios periódicos latinoamericanos http://www.kaosenlared.net/noticia/haiti-la-maldicion-blanca


El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo.
Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.
Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones.
Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo. Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien. Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental.
Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.
De la maldición blanca, no se habló. La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado: -¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias? -El anterior. -Pues, que se restablezca. Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados. Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”.
Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro.
El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos. A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.
Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.
En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854. En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas.
Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe. Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País Sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros.
Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios. Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.
En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes. En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.
Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Derechos Humanos

La promoción y protección de los derechos humanos ha sido una de las mayores preocupaciones para las Naciones Unidas desde 1945, fecha en la cual los países fundadores de la Organización, acordaron impedir que los horrores de la Segunda Guerra Mundial se reproduzcan. Tres años después, en la Declaración Universal de los Derechos, la Asamblea General exprimió que el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de la persona humana "son los fundamentos para la libertad, justicia y paz en el mundo".
En 1950 la Asamblea General invitó a todos los Estados miembros y a las organizaciones interesadas a que observaran el 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos (resolución 423(V)). Con el Día se conmemora el aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General en 1948. Con el transcurso del tiempo, se han desarrollado un conjunto de instrumentos y mecanismos desarrollados para asegurar la primacía de los derechos humanos y para hacer frente a las violaciones de los derechos humanos dondequiera que ocurran. (fuente de lo anterior: http://www.un.org/depts/dhl/spanish/humanrights/).
A mi entender los derechos humanos abarcan áreas importantes para la preservación de la dignidad humana: educación, salud, protección laboral, protección a la niñez, protección a la mujer y promoción de la igualdad de género. Detrás de esas áreas radican fundamentalmente la prevención del abuso, de la desigualdad, de la explotación y de la pérdida de la integridad física, emocional y espiritual de todas las personas, sin importar características de diferencia como lo son el género, la orientación religiosa, sexual o política, la clase social, el color de la piel, la etnia, el nivel educativo, los apariencias o destrezas físicas.
En la República Dominicana las áreas de mayor notoriedad que guardan relación con el status de los derechos humanos son: los femenicidios y constantes violaciones a la integridad física de mujeres, las violaciones a la integridad física de personas detenidas o perseguidas por organismos policiales o castrenses, las violaciones a ciertas garantías civiles a ciudadanos y ciudadanas haitianas, la explotación sexual y comercial de menores y adolescentes, la ausencia de servicios mínimos y de calidad en las áreas de salud y de educación, las condiciones de las personas minusválidas y de los envejecientes. Yo diría también que la desigualdad en el otorgamiento de privilegios entre las iglesias que operan en el pais tiene profundas consecuencias en los derechos humanos ya que el grupo religioso mayoritario (los católicos romanos) reciben formalmente muchos bienes y servicios del gobierno en comparación a lo que reciben congregaciones no católicas, tanto a nivel de constitución como de regulaciones y de beneficios. Y, quizás, la condición más preocupante es la creciente población de pobres y las condiciones macro-sociales que revelan que a pesar de los grandes endeudamientos externos y del crecimiento económico no hay avance sostenido en la creación de equidad social, sino que los pobres siguen pobres y hay más de ellos de manera sostenida.
Como miembro de la organización Amnesty Internacional trato de mantenerme al tanto de lo que ocurre tanto a nivel mundial como nacional. Las condiciones no son alentadoras y pareciera que los seres humanos tenemos una lucha constante en contra de nosotros mismos porque, tal como dijo Mahatma Gandhi, la deshonra contra uno es la deshonra contra todos.

Aquí en Las Terrenas hay, en mi opinión, seis áreas de importancia que ameritan la atención: a) la explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes; b) las actitudes y disposiciones en contra de ciudadanos y ciudadanas haitianas, sobretodo los que trabajan en la construcción, c) la creciente pobreza en sectores marginados de la comunidad, los que se hacen cada vez más invisibles por vivir en sectores apartados del pueblo, d) los recientes femenicidios y constantes abusos de mujeres por parte de sus esposos, amantes o compañeros, e) la pérdida de derechos civiles manifestada en la compra y venta de votos, reduciendo la capacidad de las personas de votar por conciencia, tal como se manifestó en las recientes elecciones primarias de los dos partidos mayoritarios, y, finalmente, f) las escandalosas limitaciones del sistema educativo público, las que contribuyen a la presencia de profundas deficiencias académicas y sociales, forzando a cientos de niños y niñas, jóvenes y señoritas, a permanecer en la pobreza por la obvia carencia de destrezas cognitivas, sociales, culturales y conductuales.

Mejorar la condición humana puede ser solamente el reflejo de un análisis profundo y objetivo, de un cometido personal e institucional, de una vocación de preservar la dignidad humana a toda costa, sostenida por convicciones profundamente espirituales. Cuando los más pobres y marginados mejoran en sus condiciones de vida toda la sociedad se beneficia. Mejorar las condiciones de los pobres y marginados constituye una loable meta para la comunidad y ojalá que el recordar la celebración del Día de los Derechos Humanos nos ayude a crear la mejor comunidad posible para Las Terrenas.

Carta Abierta Para los Concejales

  Carta abierta a los concejales de Las Terrenas CONCEJALES PARA UN FUTURO MÁS CERTERO Por José Bourget, comunitario Querid@s Concejales: Si...