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viernes, 21 de octubre de 2022

El Negro Detrás de la Oreja

 

EL NEGRO DETRAS DE LA OREJA

Análisis Social Terrenero

Por José R. Bourget Tactuk, 21 de octubre, 2022

“Por encima de todo, mantengamos la dignidad”

En algunos medios de las redes sociales se nota un incremento de quejas sobre la presencia de haitianos presuntamente indocumentados en Las Terrenas y otras zonas de la provincia de Samaná.

Lo que vemos hoy en cuanto a la presencia de ciudadanos haitianos es el resultado de un viejo, extenso y complejo conflicto.  Se podría identificar que ese conflicto ha sido resultado de:

1)      La inoperancia del control migratorio dominicano en las fronteras por parte de civiles y militares;

2)     - La facilidad existente para el tráfico humano haitiano por parte de traficantes tanto haitianos como dominicanos;

3)     - La dependencia de la mano de obra haitiana por parte de los empleadores dominicanos que necesitan obreros (construcción, agricultura, seguridad, etc.);

4)     - La visible indisponibilidad de obreros dominicanos dispuestos a realizar labores que ahora realizan los haitianos.

Aunque resulte duro y difícil aceptarlo, hay áreas del crecimiento económico dominicano que no podrían operar ni tener éxito sin la mano de obra haitiana, documentada o no.  Similarmente, tanto el gobierno central como los empresarios dominicanos beneficiados por el tráfico de haitianos, aparentan no estar dispuestos a tomar el toro por los cuernos.  Esa realidad no es de ahora y data por lo menos desde el tiempo del acuerdo para obtener braceros haitianos para que trabajaran en los ingenios del Estado (dígase, ingenios de Trujillo).  El primer acuerdo formal fue realizado el 23 de febrero del 1952 y ratificado luego en dos ocasiones por Duvalier y Trujillo.  Los doce ingenios del tirano fueron nacionalizados en el 1962 y al constituirse el CEA el congreso dominicano ratificó los convenios.  O sea, la contrata o arrendamiento de obreros haitianos se constituyó en un acto formal del Estado Dominicano, condiciones tales que ameritó condenas de organismos internacionales por más de tres décadas, incluyendo una última condena hace apenas un año, por las condiciones deshumanizantes en la que muchos de ellos trabajaban y vivían.

Aparte de todo lo que implica analizar, estudiar y evaluar la evolución de ese tráfico formal, también debemos reflexionar sobre las implicaciones del tráfico humano informal, sobre todo después del desplome de la producción azucarera estatal.  Aunque resulte duro y difícil aceptarlo, sin el tráfico informal de haitianos la economía dominicana sufriría un efecto devastador.  No se trata sólo de la mano de obra disponible para el inversionista dominicano, sino también del envío de remesas a Haití que luego regresa en múltiples formas al país porque los haitianos se suplen de la producción dominicana para gran parte de sus necesidades hogareñas (alimentos y productos del hogar).

Los profundos impactos sociales y económicos del tráfico haitiano de las últimas décadas son igualmente conocidos, como lo es en la inversión que realiza el Estado en los servicios médicos provistos gratuitamente a ciudadanos haitianos y a la presencia de descendientes haitianos en las escuelas dominicanas.  El dominicano promedio se refiere a esos dos impactos de manera muy negativa. 

Es posible que cada vez que leemos a personas quejarse de la presencia de indocumentados haitianos en nuestro medio se hace como una respuesta emocional y de opinión prejuiciada en cuanto a los haitianos, su color de piel, su cultura, sus costumbres, su estilo de vida y su origen.  Rara vez se comenta los impactos de otros factores cercanamente relacionados a la realidad terrenera, como el económico.  Por mencionar un solo ejemplo, si en Las Terrenas existieran 2,000 indocumentados haitianos, alquilando habitaciones, consumiendo productos del comercio local (alquileres, comida, ropa, electricidad, transporte, gasolina, medicinas, efectos eléctricos y del hogar, etc.), es muy posible que cada uno de ellos gasta de su bolsillo un promedio de 10,000 por persona.  Eso representa 20,000,000 (veinte millones) de pesos al mes que circula en la economía terrenera.  Pero si en lugar de 10,000 al mes gastan 20,000 pesos, entonces hablamos de 40 millones al mes de impacto económico.  ¿Podrían mantenerse los dueños de habitaciones, del comercio y otros sin 20-40 millones al mes?  De hecho, es posible que el impacto económico de la presencia haitiana en Las Terrenas se acerque al millón de dólares al mes por la relación que existe no solamente con su trabajo en específico, sino con toda la cadena de producción y los beneficios que su mano de obra trae a otros inversionistas y residentes.  Es lo que se llama “valor agregado”.  ¿Cuántos negociantes se quejarían y cuántos quebrarían si ese millón de dólares desaparece?  Ese es un análisis superficial, pero vale la pena considerarlo como un factor importante.

No nos equivoquemos, el gobierno haitiano tiene una obligación de proveerle a sus ciudadanos de documentos de identidad y el gobierno dominicano tiene la obligación de ejercer controles migratorios para toda persona extranjera.  Hay grandes debilidades en esas dos obligaciones, lo cual me dirige a considerar otra factor igualmente importante y relevante.

Aunque en Las Terrenas existen también otros extranjeros indocumentados que viven en calidad migratoria irregular (como los que se quedan más de los 30 días permitidos por la visa de turista), aunque hay algunos otros de conducta reprochable y aunque haya algunos más cuyo historial y cualidades personales son potencialmente cuestionables, el dominicano promedio que critica la presencia de indocumentados no los incluye a ellos.  Igualmente, cuando los autobuses de migración vienen a recoger a indocumentados sólo recoge a los haitianos.  Hay algo cuestionable en ese cuadro.

Además, las quejas públicas más visibles no siempre se limitan al aspecto legal y migratorio, sino que tienden a reflejar actitudes, creencias y prejuicios denigrantes y deshumanizantes en contra de los haitianos.  Los epítetos, adjetivos negativos y los insultos son dirigidos solamente en contra de los haitianos.  Por eso creo que cada uno de nosotros debe hacer un profundo análisis de conciencia y considerar que las condiciones irregulares de los haitianos en el país NO TIENEN QUE RESULTAR en actitudes deshumanizantes e indignas por parte de nosotros en contra de ellos como seres humanos.  Podemos protestar y podemos exigir un mayor respeto a las leyes dominicanas y demandar que nuestras autoridades cumplan con la ley y su ejecución, pero nunca deberíamos recurrir a lo más pútrido e indignante que pueda existir dentro de nosotros para referirnos a otros seres humanos en condición de fragilidad.

Los ciudadanos dominicanos que se amparan bajo el lema de DIOS, Patria y Libertad deberían ampararse más a menudo en las cualidades de ese Dios en el cual creen, el que los llama a ser ciudadanos fieles a la ley y a exigir que su gobierno haga cumplir la ley, pero sin desatar contra los indocumentados improperios, acusaciones, indignidades profundamente deshumanizantes.  Condenemos el “pecado” en ambos gobiernos, pero en ese proceso no deshumanicemos al “pecador” como si fuera un pedazo de basura para echarse al zafacón.  Es lo menos que podemos hacer porque es lo correcto, pero también por ser un país con cerca de tres millones de emigrantes en todas partes del mundo, muchos de los cuales están en la misma condición de indocumentación.

Mi llamada es a que mantengamos la dignidad mutua aún cuando hagamos lo que hay que hacer: demandar la regularización del sistema migratorio para que existan los debidos controles, la protección a la mano de obra dominicana y las debidas seguridades a todas las entidades envueltas en el crecimiento económico del país.  No nos convirtamos en indignos representantes de Duarte y sus valores, tampoco subyuguemos nuestros corazones a actitudes y prejuicios totalmente desligados a la bondad y a la compasión promovidas por la ética cívica y la cristiana.  Pero, más que nada, no nos deshumanicemos deshumanizando a los demás, vengan de donde vengan.  Ante la patria y ante Dios, preservemos la dignidad en todo ser humano, documentado o no!

 


lunes, 3 de octubre de 2022

Un Llamado a la Conciencia

 


(Puedes compartirlo si gustas)

UN LLAMADO A LA CONCIENCIA

Por José Bourget

Con todo el respeto que la libertad de opiniones permite, me tomo yo la libertad de igualmente expresarme amparado por el mismo criterio en respuesta a ese lamentable anuncio.

-creo que la República de Haití debe proveer a sus ciudadanos todos los estamentos de ciudadanía de tal manera que tengan registro civil y legal aceptables en cualquier parte del mundo.

-creo que la República Dominicana, al igual que todo otro miembro de la comunidad de naciones, debe establecer claras pautas de migración, inmigración, tránsito, comercio y turismo.

-creo que el anuncio en cuestión es lo más feo, pútrido, obsceno, racista, xenófobo, indecente, inmoral, ofensivo y repudiable que se pueda hacer en contra de cualquier grupo étnico, racial o nacional en calidad de los más esenciales valores humanos y en base a la fragilidad social y política como es el caso de Haití. 

Esos valores negativos expresados en esa arenga visual se CUADRUPLICAN cuando provienen de una población (la dominicana) con millones de ciudadanos residentes en todas las naciones del mundo, una buena parte de los cuales carecen de documentos de residencia legal.  Ellos son también refugiados económicos y comparten muchas condiciones similares a la de haitianos en este país.

Hacer aquí lo que dice ese anuncio seria demostrar una doble moral y una destructiva hipocresía amparada bajo un pseudo patriotismo que no es mas que un reflejo de ignorancia, analfabetismo histórico y una expresa carencia de compasión y de cordura.

Como es el caso de muchos dominicanos y dominicanas en el exterior, muchos haitianos documentados o no, son refugiados involuntarios cuya participación económica en nuestro país contribuye al bienestar económico en Haití a través de las remesas, tal como sucede con la mayoría de los dominicanos en el exterior.

Los haitianos que venden, compran y alquilan son parte del desarrollo económico nacional.  Saque a un millón  de haitianos de aquí y se cae gran parte de la economía dominicana.

La solución a la crisis haitiana que se refleja en una variedad de incidentes lamentables en Haití y en nuestro país debe impulsarnos a presionar por el cambio fundamental que se necesita con el concurso de tres naciones claves: Francia, Estados Unidos y Canadá.  Son las que tienen los recursos y la acusación de la historia por las condiciones existentes en Haití.  

Es un caso complejo y mientras compartamos la isla tendremos que vivir con todas las condiciones que esas grandes naciones y otros factores lamentables crean en el territorio vecino.  Ningún muro podrá separarnos de condiciones históricas, políticas y económicas entre nuestros dos países.

La nación dominicana ha sido a la vez auxilio y causa de las condiciones en Haití.  Creo que somos la nación que más ayuda directa ha provisto a ciudadanos haitianos en condiciones de fragilidad, pero debemos igualmente reconocer que el dominicano promedio mantiene concepciones racistas, xenófobas y prejuicios en contra de los Haitianos, gracias a nuestra educación y cultura trujillista y pist-trujillista, que todavía llevamos en la sangre.  

Hemos sido practicantes del genocidio cultural y social en contra de los haitianos y, aparte del genocidio de Trujillo en el 1937, también hemos amparado actuaciones esclavizantes por casi un siglo en relación con la mano de obra haitiana.  Entonces colgamos de un hilo flojo y frágil, por un lado compasivos y por otro opresores.

Aunque lo anterior es lamentable, lo considero ínfimo comparado a las acciones y ausencias imperdonables de Francia, USA y Canadá, sin dejar aparte las acciones de los mismos haitianos privilegiados dentro y fuera de Haití.  Sin el concurso de esos potentados haitianos privilegiados no habría el Haití de hoy.

Considero escandalizante que personas de confesión cristiana, en las redes y en los medios de comunicación de nuestro medio, se expresen como lo hacen sobre los haitianos y sus condiciones aquí y allá, como si no fueran seres humanos y que apoyen expresiones, actitudes y conductas anti-evangelio, anti-compasivas y anti-humanistas. ¿Quién lo diría?  Eso es sumamente peligroso porque contribuyen a crear opinión pública parcializada, desbalanceada, racistas y prejuiciosas.

Si no te gusta mi opinión (es tu derecho) te doy permiso a que me insultes como escojas, como llamándome pro-haitiano; pero también llámame pro-palestino, pro-refugiado, pro-armenio, pro-mejicano, pro-centroamericano, pro-indígena, pro-ruso, pro-ucraniano y pro cualquier otro grupo étnico, social, cultural y nacional en condición de fragilidad por causa de la desigualdad social, de la explotación o del imperialismo económico y político.

Animo a todo buen dominicano y Dominicana  a repudiar arengas y anuncios tales, que son un oprobio a la concepción patriótica de Duarte, que son un insulto a los valores del evangelio y que son una bofetada a los principios humanísticos más fundamentales.

miércoles, 27 de julio de 2011

Lecciones desde Oslo

Anders Behring Breivik
 Ocupados como estamos con las crecientes y perturbantes condiciones sociales dentro del municipio (robos, asesinatos, desempleo, problemas económicos, corrupción y la dictadura sin respaldo popular de Luz y Fuerza) ha sido muy fácil no poner atención a lo que ocurrió en Oslo, Noruega, el pasado viernes 22 de julio cuando una persona colocó un coche bomba cerca del complejo gubernamental matando a varias personas.  Esto fue seguido por una masacre ese mismo día en un campamento juvenil en la isla de Utoya,cerca de la capital, en la que fallecieron cerca de 100 personas, en su mayoría entre 14 y 19 años. 

El responsable lo fue Anders Behring Breivik, de 32 años, quien llegó a la isla vestido de policía y procedió a disparar a personas durante 30 minutos antes de que pudiera llegar la policía y apresarlo.  El Sr. Breivik confesó su crimen y el haber colocado la bomba y lo atribuyó a sus creencias cristianas fundamentalistas amparadas bajo un concepto anti-migratorio y anti-multicultural. 

Las ideas de Breivik expresan que hay una guerra entre el cristianismo y el islam, que lo más peligroso para Europa es la multiculturalidad y que hay que pagarles a los musulmanes para que se vayan de Europa (hasta 25,000 euros a cada uno) y si no se van hay que matarlos.  Todo eso en nombre de Cristo.  Hay muchos en todas partes de Europa que creen igual.  

La respuesta de los noruegos no se hizo esperar.  El primer ministro de Noruega, Lens  Stoltenberg, quien gobierna el pais con la más alta calidad de vida en el mundo, dijo que lo que Noruega necesita es todavía más democracia y más tolerancia y el noruego promedio en la calle, mientras agradece las tremendas manifestaciones de solidaridad internacional ante la tragedia, insiste en que al terrorismo se le responde no con odio sino sembrando la paz porque de lo contrario el terrorismo triunfa. 
Ofrenda floral en el campamento juvenil

Los noruegos van a reedificar el campamento juvenil destruído por el terrorista para que la juventud pueda seguir asistiendo al mismo y ayer 200,000 de ellos acudieron con una rosa en la mano bajo una invitación abierta por medio del Facebook para celebrar la vida de las cerca de 100 personas que fallecieron por causa del coche bomba y en el campamento juvenil. 

Es posible que en esta historia algunos de nosotros podamos aprender algo y aplicarlos al contexto local, sobretodo cuando hay algunos en nuestro medio que pretenden hacernos creer bajo una mámpara nacionalista, terrenista, dominicanista y obviamente racista que todo lo que sufrimos se resuelve de una sola manera:  resolviendo el problema haitiano.  

Eso mismo decía Hitler en cuanto a "resolver el problema judío" (y mató a 6 millones de ellos) y eso mismo dice el Sr. Breivik en cuanto a los musulmanes y para eso mató a 100 noruegos rubios, ojos azules y cristianos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Chivo Expiatorio

Tengo temor de que las crecientes tensiones sociales y económicas en la comunidad desembocarán en profundas consecuencias que serán a la vez traumáticas y dolorosas.

En el esquema general de las cosas los individuos, las organizaciones, las comunidades y los gobiernos toman acciones desesperadas cuando las condiciones son desesperantes. Los que analizamos a la sociedad podemos darnos cuenta la creciente tensión racial entre algunos dominicanos y la comunidad haitiana.

Me temo que las desesperantes condiciones locales causadas por la incapacidad del ayuntamiento local, junto a causas externas algunas de las cuales son prevenibles y otras posibles de alteración, harán que muchas personas utilicen a la comunidad haitiana como chivo expiatorio, echándole la culpa de todo y viendo en ellos la manera más fácil de solucionar algunas cosas.

Es un análisis supérfluo y peligroso el pensar que castigando a un grupo se resuelven los problemas de todos los demás. Así hicieron los Fariseos con Jesús, prefiriendo que muriera uno para preservar el status quo de la mayoría. Las personas sensatas, de conciencia, las personas de convicciones éticas profundas deben comenzar a visualizar el peligro y motivarse a tomar acción social para prevenir que una desgracia social ocurra en nombre de “Las Terrenas” o de “los terreneros.”

Terreneros somos todos.

Hace ya unos diez años que Las Terrenas es más multicultural que monocultural, más políglota que monolinguista, más interdependiente que dependiente de un solo grupo social y más multinacional y étnicamente pluralista que el pseudo nazismo purificador de los que ven a los haitianos como sus enemigos.

Es curioso, porque algunos podríamos argumentar que un análisis de la evolución social y económica de Las Terrenas en los últimos 20 años revelaría que muchas más personas extranjeras de piel blanca han causado mayores problemas sociales y económicos, siendo personas pudientes, que lo que han causado la gran cantidad de personas extranjeras de piel negra, mayormente pobres y haitianos, en ese mismo tiempo.

Pero a nuestro racismo internalizado le resulta más fácil culpar a los haitianos y olvidarnos de las complejidades sociales en nuestro medio.

Evitemos el chivo expiatorio, en ninguna parte del mundo ha servido de nada el utilizar a un grupo social como culpable de sus males (la Alemania nazi echó culpa a los judíos de todas sus penosas condiciones sociales y económicas antes de la Segunda Guerra Mundial) y no resultará aquí tampoco.

La búsqueda de la solución debe ser constructiva, no racista, los resultados deben resultar en una mayor confraternidad y multiculturalidad, no en crear condiciones sociales extremas ni antagonistas.

lunes, 2 de agosto de 2010

Desalojos, Haitianos y Chinatown

Recientemente se efectuó en Las Terrenas la destrucción y/o remoción de casetas, casuchas, ventorrillos y mesas de vendedores ambulantes en diversos puntos del centro, principalmente en la Calle El Carmen y la Calle Duarte. Según informaciones dadas por radio el operativo contó con la participación del Ministerio de Turismo, del Ministerio de Medio Ambiente, de la policía municipal y del CEIZTUR.

Lo primero que me vino a la mente fue, “qué bueno, entidades del Estado están trabajando conjuntamente por el mejoramiento del pueblo.” O sea, el hecho de que entidades diversas encontraron una actividad afin en la cual trabajar juntos es algo novedoso, deseable y esperanzador. Me puse a soñar despierto y me imaginé al nuevo gobernador o gobernadora, al director provincial de medio ambiente, al vice ministro o vice ministra de turismo, a todos los síndicos de los municipios y distritos municipales en la provincia, al senador y a los diputados, reunidos toditos bajo el baluarte morado-oro del PLD al que todos pertenecen menos uno y colocando frente a ellos la pregunta, “¿cómo trabajamos juntos para hacer de la provincia de Samaná el mejor lugar para vivir y hacer negocios en todo el pais?” Me llené de ambiciones y puse otra pregunta sobre el tapete, “¿cómo hacemos para reducir la pobreza?” En la provincia una de cada dos personas vive en la pobreza y una de cada tres vive en pobreza extrema. Creo que si estas personas claves, junto a sus entidades, ponen a un lado sus egos, sus tendencias políticas, sus ambiciones personales y su hambre por poder y dinero es muy posible que puedan producir una transformación ejemplar de magnitudes inimaginables. Bueno, ya decía yo que estaba soñando despierto.

Lo segundo que me vino a la mente fue, “qué bueno, necesitamos una ciudad más limpia y más ordenada y si resulta que podremos transitar mejor, caminar mejor sobre las aceras y tener menos contaminación visual pues sería una gran cosa.” Por meses y años muchas personas hemos insistido en la necesidad de un ordenamiento general y, en particular, de los espacios públicos. Si la estrategia es sensata, auténtica, efectiva y persistente, entonces puede que logre los objetivos esperados. Ojalá que no sea una de tantas medidas temporarias e inútiles como las que hemos visto en el pasado.

Lo tercero que me vino a la mente fue una impresión leve de que se trató simplemente de una medida impulsiva. Dudo que las personas envueltas en la decisión se sentaron a considerar todas las posibilidades de manera creativa y abierta, teniendo en cuenta las terribles condiciones sociales y económicas que actualmente confronta el municipio y los impactos sociales, económicos y morales que las acciones realizadas podrían tener. Acciones como las realizadas tienen un profundo impacto económico y es posible ponerle pesos y centavos. Pudo haber sido un asunto de “vamos a hacer esto y sacar a esta y a esta gente de la calle, y para que no digan esto o aquello vamos también a remover esto de aquí y aquello de allá.” Eso es impulsividad, alguien con voz fuerte simplemente dijo “esto hay que acabarlo,” añadiendo algunos gentilicios despectivos. Sin duda alguna, un buen líder, o un líder cualquiera, necesita de cierta medida de impulsividad y de presteza para actuar.
Pero cualesquiera las cualidades de un líder, sobretodo en el caso de una comunidad, si no se tuvo en consideración el factor humano entonces ese líder le hace un servicio muy pobre al bienestar general.

Hoy, como resultado de las acciones antes mencionadas, hay decenas de familias afectadas y algunas de ellas, desastrosamente afectadas. Me pregunto si se consideró otras alternativas que pudieron haber producido los buenos objetivos de limpieza y ordenamiento, al tiempo que ayudaran a preservar la integridad física y económica de los que hoy han sido afectados.

A nadie es secreto que para algunos de nuestros encumbrados líderes los ciudadanos haitianos son un “problema que hay que resolver.” Muchos haitianos son dueños de tarantines y son vendedores ambulantes y una buena parte de ellos fueron afectados por los desalojos. ¿Alternativa creativa? Si en lugar de verlos como problema lo vemos como ventaja para el pueblo se pudo haber hecho un esfuerzo en conseguir espacio para crear una plaza de vendedores ambulantes con un matiz turístico que ayudara a fomentar el negocio local y atraer al turismo interno, ofreciendo un ambiente multicultural, multinacional y multiétnico. O sea, lo que algunos consideran un problema es realmente un potencial económico, turístico y social. Es como si dijéramos “hay que sacar a los chinos de este país,” pero después de verlo creativa y auténticamente la resolución final es “vamos a hacer un Chinatown.”
Hablando pragmáticamente, Las Terrenas necesita una mayor evolución de dinero, no una reducción.

Sin poder discutir todos los detalles, lo importante es que de haberse hecho algo de mínimo impacto sobre la integridad humana y de máximo impacto económico nadie sale perdiendo y todos salimos ganando. En la manera en que se hicieron las cosas muchos salieron perdiendo y no hay garantía de que ninguno de nosotros saldremos ganando, siendo la razón principal el que acciones tales generalmente no son seguidas por medidas efectivas y persistentes de mejoría, sino que muchas veces son actos desesperados, impulsivos, con visos de racismo y de falta de creatividad.

martes, 13 de julio de 2010

La Prueba del Lápiz

Hace varios años visité al pais sudafricano de Namibia, un lugar impresionante, fascinante y lleno de emociones, al que volvería varias veces por razones de trabajo. Allí me enteré de “la prueba del lápiz”, un sistema de medición racial implementado por los opresores blancos creadores del Apartheid. La prueba consistía en colocar un lápiz a través del pelo de la persona. Si el lápiz se caía solo del pelo la persona era declarada “blanca,” pero si el lápiz se quedaba entre el pelo la persona era declarada “negra” y era tratada como tal. Era un sistema profundamente racista e imperfecto porque aunque el lápiz de cayera del pelo si el color de la piel no era totalmente blanca entonces la persona era considerada “de color” y tratada discriminatoriamente.

¿Tenemos la prueba del lápiz en la República Dominicana? Teóricamente no y ciertamente no en la misma manera en que se llevó a cabo en Namibia y en Sudáfrica bajo el régimen del Apartheid. Sin embargo, hay pruebas parecidas por razones parecidas. Todo sistema de desigualdad social tiene su “prueba del lápiz.” Por ejemplo, la tarjeta Solidaridad y la de Bono Gas son utilizadas por el gobierno actual para atraer y mantener membresías políticas, ayudando a presionar a su favor en situaciones como en las pasadas elecciones. Si tienes el Bono Gas y la tarjeta Solidaridad es porque se espera que devuelvas el favor a través de tu lealtad al que te la dió, de esa forma eres declarado “de los nuestros.” Así pasas “la prueba del lápiz”. Igualmente, las así llamadas “botellas,” personas que no hacen nada pero reciben salarios o “ayudas” del gobierno municipal, o del provincial, o del central, ya han pasado la prueba de la membresía política, convirtiéndose en beneficiarios de un régimen desigual que sólo recompensa y beneficia a los que son compañeritos.
Los huacales de botellas no nacieron bajo este gobierno, han existido siempre, sin importar el partido gobernante, así que existen hoy y seguirán existiendo, porque son parte del sistema de desigualdad que es la sociedad dominicana.
Un sistema económico tiene su “prueba del lápiz” ya que algunas empresas benefician más a unos que a otros dependiendo de cuán bien pasan “la prueba del lápiz.” En este caso la prueba se basa sobre el nivel de lealtad a la empresa, o sea, cuán bien usted vive de acuerdo a lo que ellos digan, sin criticar y apoyando lo que ellos hagan. Consecuentemente, las empresas dan descuentos, rebajas y hasta anulan cobros a personas o entidades consideradas “amigas” de la empresa.

De manera similar, algunas empresas usan el eufemismo “buena presencia” para expresar el deseo de emplear a una mujer atractiva y sexy, opuesto a una fémina fea y poco atractiva. Aunque la ley impide la discriminación la realidad es otra, la gran mayoría de las empresas prefieren emplear a mujeres consideradas atractivas. Si usted es fea o es considerada insuficientemente atractiva para la empresa usted no pasa “la prueba del lápiz” del sexismo.

Los que vivimos a la merced de los poderosos frecuentemente hemos sido probados con el lápiz y hemos sido hallados faltos. Bajo el régimen del Apartheid cuán profundamente entraba el lápiz en el pelo determinaba el “township” o poblado donde vivirías. Mientras más duro era para el lápiz entrar entre tu pelo eras considerado más negro y eras relegado a los pueblos de menos privilegios. De esa forma los blancos vivían en el centro del pueblo y en las mejores tierras, rodeados de un círculo de barrios de personas casi blancas, seguidas por otro círculo de personas y barrios “de color,” y finalmente al final, en la parte más lejos, estaban los pueblos de los negros, los más negros y los bién negros. Cuando visité la ciudad costera de Swakopmund, en Namibia, tuve la oportunidad de ver el mapa de planificación maestra de la ciudad, un centro vacacional próspero y rico, con todos sus círculos de barrios y zonas, todos debidamente organizados en base a la prueba del lápiz.

Aunque no tengamos una “prueba del lápiz” tal como fue usada en Namibia, tenemos otras pruebas de desplazamiento social, de distribución social sistemática, tanto en lo político como en lo religioso y también en lo económico. Déle un vistazo a Las Terrenas y aunque no estén arreglados en círculos concéntricos alrededor de una “zona blanca,” pregúntese quiénes son considerados menos que otros, quiénes son beneficiados más que otros y a quiénes les llegan los beneficios del régimen de desigualdad social en el que vivimos.
Y para darnos cuenta del alcance social que tiene el posicionamiento político, pregúntese quiénes son los más privilegiados en esta comunidad, por qué y en qué manera. Si a usted no le molesta pues siga como está. Si a usted le molesta, bueno, ¿qué piensa hacer al respecto?

Carta Abierta Para los Concejales

  Carta abierta a los concejales de Las Terrenas CONCEJALES PARA UN FUTURO MÁS CERTERO Por José Bourget, comunitario Querid@s Concejales: Si...