Recientemente se realizó
una protesta en el sector de Abra Grande—El Manantial en relación a la construcción
de una estación de gas. La protesta,
según entiendo, se realizó por considerar algunos que ponía en peligro a la
Playa Punta Popy o porque no representa los mejores intereses de un destino
turístico. Personalmente no conozco
todos los detalles sobre esa estación de expendio en particular pero sí creo
que sería apropiado comentar algunas cosas dentro de su contexto más amplio.
Las Terrenas es, sin duda
alguna, un destino turístico inigualable y el uso de sus predios debe tomar en
cuenta sus riquezas naturales y el impacto que obras de cualquier tipo puedan
tener sobre su medio ambiente. En años
recientes Las Terrenas se ha visto severamente amenazada por la erosión de sus
costas, la muerte de sus corales, las destrucciones de manglares y árboles y el
relleno indiscriminado de humedales.
Además sus ríos y cañadas confrontan una notable degradación causada por
la contaminación y las construcciones informales. En medio de todas esas cosas las autoridades
correspondientes no han hecho nada notable para mitigar, remediar o cambiar lo
que está ocurriendo y, ciertamente, las autoridades municipales también
adolecen de los conocimientos, recursos, decisiones y prácticas que ayudarían a
alterar significativamente lo que está ocurriendo.
Por ello es que lo que
ocurre con la construcción de la envasadora de gas, al igual que cualquier otro
tema similar, debe ser mirado desde un contexto amplio e integral.
En primer lugar, todas
las estaciones de expendio en Las Terrenas, tanto de gas como de gasolina,
están en zonas de alto riesgo tanto para la naturaleza como para el medio
ambiente. Las estaciones Esso y Coastal,
así como las estaciones de gas licuado en La Granja y en La Ceiba, están muy
cerca de cañadas y riachuelos, o en zonas de alto densidad de población. En ese sentido, la estación de expendio de
gas en Abra Grande no es diferente a ninguna de las otras, cada una presenta
riesgos
notables.
En segundo lugar, si
vamos a cuestionar las estaciones de expendio de combustibles por razones de
salud y medioambientales, deberíamos también cuestionar la presencia del
cableado de alta tensión, antenas de radio y TV y el creciente número de
antenas de telefonía en el centro urbano.
Aunque cada célula del cuerpo humano está rodeada por un campo
electromagnético, décadas de estudios revelan que ondas electromagnéticas
superiores a los 10 Hertz puede tener efectos adversos. Una antena de teléfono emite frecuencias al
nivel de 1,900 MHZ (http://www.safespaceprotection.com/electrostress-from-cell-towers.aspx). Los
riesgos incluyen leucemia y otros tipos de cáncer, al igual que alteraciones a
las hormonas y a los genes, al DNA, dolores de cabeza, bajo conteo en la
esperma, defectos de nacimiento, pérdida de la memoria, Alzheimer y hasta
pérdida del apetito. Es muy posible que
las aprobaciones emitidas para autorizar el levantamiento de las torres de
telefonías no contó con un entendimiento razonable de las consecuencias a la
salud que tendrán sobre las personas.
En tercer lugar, la
contaminación urbana ha llegado a niveles altamente peligrosos a juzgar por lo
que se ve alrededor de los vertederos en las calles, al frente de algunos
restaurantes que venden pollo horneado y por el notable incremento de
carnicerías informales y ventas de comida en las calzadas. Nuestras calles, contenes y calzadas
requieren limpieza profunda y las zonas de impacto de ríos y cañadas están
llenas de basura. Desde hace mucho
tiempo el ayuntamiento mantiene vertederos formales e informales en los
alrededores del Caño Seco y del río Las Terrenas, los que eventualmente
terminan en la playa. Todo eso sin
mencionar los escapes del malogrado sistema sanitario de Las Terrenas.
Lo que intento decir con
estos factores es que Las Terrenas amerita una respuesta integral a sus
problemas medioambientales. Es cierto que
ni la alcaldesa, ni los regidores, ni las autoridades provinciales o nacionales
han hecho lo indispensable. Por años
hemos vivido bajo mensajes, anuncios, reuniones, iniciativas, comisiones y
alegatos de acciones para proteger al medio ambiente que no han llevado a
nada. Aunque la retórica predica que
valoramos el medio ambiente y que dependemos de él para nuestras excelentes
condiciones turísticas, no menos cierto es que oficialmente y en la práctica ni
se ha hecho ni se está haciendo nada significativo. Si esperamos que la actual Alcaldía haga algo
al respecto podemos irnos a dormir porque no hay ni conocimientos, ni
destrezas, ni presupuestos, ni se percibe intenciones de hacer lo que se debe
hacer. Las condiciones y las necesidades
superan las capacidades existentes y ha sido así desde hace mucho.
Cabe notar que en julio
pasado el Ministerio de Turismo anunció una iniciativa para proteger el medio
ambiente en las costas bajo un acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD). El “proyecto
de conservación de la diversidad en las en las áreas
costeras amenazadas por el rápido desarrollo del turismo y la infraestructura
física" que tiene un costo de 2.8 millones de dólares incluirá a
Las Terrenas. Eso quiere decir que
prontamente veremos algunos trabajos en nuestras costas, pero eso no implica
que también se atacarán los otros factores igualmente importantes.
Las Terrenas es un lugar
hermoso que amerita una mejor atención al conjunto de sus condiciones
medioambientales. No debiera ser la
labor de la Alcaldía solamente, sino que el ciudadano común debe alterar
conductas depredadoras y contaminantes, los empresarios turísticos deben
aportar y contribuir al cambio, las escuelas deben ayudar a que sus 5,000
alumnos (un 25% de la población local) esté debidamente instruído sobre
protección medioambiental y todos debiéramos despertar a la realidad de que si
no tomamos acción muy prontamente podríamos tener una tragedia medioambiental y
de salud con terribles consecuencias sociales y económicas. (Der. foto de Pit Hanke, "Cosón")