miércoles, 20 de octubre de 2010

Chivo Expiatorio

Tengo temor de que las crecientes tensiones sociales y económicas en la comunidad desembocarán en profundas consecuencias que serán a la vez traumáticas y dolorosas.

En el esquema general de las cosas los individuos, las organizaciones, las comunidades y los gobiernos toman acciones desesperadas cuando las condiciones son desesperantes. Los que analizamos a la sociedad podemos darnos cuenta la creciente tensión racial entre algunos dominicanos y la comunidad haitiana.

Me temo que las desesperantes condiciones locales causadas por la incapacidad del ayuntamiento local, junto a causas externas algunas de las cuales son prevenibles y otras posibles de alteración, harán que muchas personas utilicen a la comunidad haitiana como chivo expiatorio, echándole la culpa de todo y viendo en ellos la manera más fácil de solucionar algunas cosas.

Es un análisis supérfluo y peligroso el pensar que castigando a un grupo se resuelven los problemas de todos los demás. Así hicieron los Fariseos con Jesús, prefiriendo que muriera uno para preservar el status quo de la mayoría. Las personas sensatas, de conciencia, las personas de convicciones éticas profundas deben comenzar a visualizar el peligro y motivarse a tomar acción social para prevenir que una desgracia social ocurra en nombre de “Las Terrenas” o de “los terreneros.”

Terreneros somos todos.

Hace ya unos diez años que Las Terrenas es más multicultural que monocultural, más políglota que monolinguista, más interdependiente que dependiente de un solo grupo social y más multinacional y étnicamente pluralista que el pseudo nazismo purificador de los que ven a los haitianos como sus enemigos.

Es curioso, porque algunos podríamos argumentar que un análisis de la evolución social y económica de Las Terrenas en los últimos 20 años revelaría que muchas más personas extranjeras de piel blanca han causado mayores problemas sociales y económicos, siendo personas pudientes, que lo que han causado la gran cantidad de personas extranjeras de piel negra, mayormente pobres y haitianos, en ese mismo tiempo.

Pero a nuestro racismo internalizado le resulta más fácil culpar a los haitianos y olvidarnos de las complejidades sociales en nuestro medio.

Evitemos el chivo expiatorio, en ninguna parte del mundo ha servido de nada el utilizar a un grupo social como culpable de sus males (la Alemania nazi echó culpa a los judíos de todas sus penosas condiciones sociales y económicas antes de la Segunda Guerra Mundial) y no resultará aquí tampoco.

La búsqueda de la solución debe ser constructiva, no racista, los resultados deben resultar en una mayor confraternidad y multiculturalidad, no en crear condiciones sociales extremas ni antagonistas.

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