Este es un municipio bendecido demuchas maneras, algo que reconocen nativos y extranjeros. Deberíamos vivir en una constante alabanza por todas las cosas que disfrutamos en esta, nuestra esquina del paraíso. Sin embargo, como lo hemos aprendido todos, las cosas no siempre son como nos gustaría que fueran. Algunos ejemplos.
Me preocupa la calidad de los nuevos contenedores de basura colocados alrededor de la ciudad. Algunas de las tapas ya se han roto, algunas de las ruedas ya han perdido suutilidad y no se ha logrado establecer un sistema que mantenga los vertedores cumpliendo su función de manera efectiva. Al contrario, ahora se han convertido en igual o mayores focos de insalubridad en casi todos los puntos donde han sido colocados. Esta costosa inversión es muy probable que no dure más de unos meses, parecido a un intento anterior cuando se colocaron casi 100 estructuras metálicas cilíndricas en nuestras calles dizque para ayudar con la recogida de la basura, inversión tal que no rindió ningún bien ni fruto porque nunca se implementó. Estos contenedores van por el mismo camino, no se cuidan, no se lavan, no se reparan y no se los utiliza como deberíamos, lamentablemente.
El Presidente Leonel Fernández prometió hace meses que 40,000 millones de pesos serían utilizados para asfaltar las calles del pais (una promesa que fue hecha haceaños a los municipios). Aquí vimos en los últimos tres meses como rápida y aparatosamente se encalicharon calles en barrios y en partes céntricas, pero horas antes a las elecciones se suspendió todo. Ya va a ser casi un mes y las calles polvorientas y amarillas no se han vuelto a tocar. ¿Vendrá la brea en camino para entalviar las calles que hoy son fuentes de polvo, contaminación y desespero para los que viven cerca de ellas?
¿Qué ha pasado con el segundo camión de bomberos y con el millón de pesos que se usaría como seguridad para reparaciones y mantenimiento? De hecho, serían dos camiones más si se toma en cuenta el camión aquél que viajó entre aduanas, Miami y España y hoy no sabemos ni dónde está ni qué se hizo conlos cuartos.
Desde que se abrieron las tuberías del nuevo acueducto Las Terrenas ha vivido bañada en agua. Literalmente. Cientos de millones de galones se han desperdiciado por causa de tuberías rotas, con agua que brota desde hoyos en las calles y calzadas, corriendo calle abajo hasta el Río Las Terrenas, enlodando solares, calles y hasta casas, destruyendo sigilosamente el fundamento de calles y registros sanitarios. Se han reparado algunas pocas vertientes de aguas, pero ¿a quién en INAPA le ha dolido el indecente desperdicio de agua que hemos visto en nuestro medio? Después de múltiples llamadas, ya la Ing. Xiomara de INAPA no me responde al teléfono. Ojalá aprovechen esta terrible seca para reparar las que faltan.
Cuando estaba siendo construído muchos reclamamos abiertamente que el sistema de desague sanitario no estaba siendo instalado adecuadamente y que teníamos en nuestras manos un potencial desastre sanitario. El problema persiste y nada transcendental o permanente, que yo sepa, se ha hecho al respecto. La bomba de m--rda sigue latente bajo el subsuelo, bajo nuestras calles, aunque ya ha aflorado en varias partes, pero un día de éstos el volcán va a erupcionar y a Dios que reparta suerte. Es otro ejemplo más de obras de infraestructuras inefectivas, sobrevaloradas pero que contribuyen al espejismo de que mucho se ha hecho. Ni el acueducto ni el sistema de desague trabajan efectivamente, el dinero fue invertido pero la población no tiene acceso al buen servicio esperado y deseado.
Creo que voy a unirme a muchas personas, la mayoría, seguramente, quienen viven totalmente ajenos a estas cosas y a quienes parecen no importarles porque el espejismo del paraíso los ciega, los enmudece, los ensordece y les impide sentir y sufrir. Muchos no buscan lo mejor porque creen que ya lo tienen. O, quizás, es todo parte del mágico realismo al que el Caribe (y los partidos políticos en el poder) nos tienen acostumbrados.
Creo que voy a cambiar mis espejuelos y me pondré unos bien oscuros. Así dejaré de ver lo que veo y, a partir de ese entonces, abandonaré la insípida e infructuosa búsqueda de “lo mejor.”
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