jueves, 24 de septiembre de 2015

Gas, Gasolineras, Antenas y Otras Espinitas

Recientemente se realizó una protesta en el sector de Abra Grande—El Manantial en relación a la construcción de una estación de gas.  La protesta, según entiendo, se realizó por considerar algunos que ponía en peligro a la Playa Punta Popy o porque no representa los mejores intereses de un destino turístico.  Personalmente no conozco todos los detalles sobre esa estación de expendio en particular pero sí creo que sería apropiado comentar algunas cosas dentro de su contexto más amplio.

Las Terrenas es, sin duda alguna, un destino turístico inigualable y el uso de sus predios debe tomar en cuenta sus riquezas naturales y el impacto que obras de cualquier tipo puedan tener sobre su medio ambiente.  En años recientes Las Terrenas se ha visto severamente amenazada por la erosión de sus costas, la muerte de sus corales, las destrucciones de manglares y árboles y el relleno indiscriminado de humedales.  Además sus ríos y cañadas confrontan una notable degradación causada por la contaminación y las construcciones informales.  En medio de todas esas cosas las autoridades correspondientes no han hecho nada notable para mitigar, remediar o cambiar lo que está ocurriendo y, ciertamente, las autoridades municipales también adolecen de los conocimientos, recursos, decisiones y prácticas que ayudarían a alterar significativamente lo que está ocurriendo.


Por ello es que lo que ocurre con la construcción de la envasadora de gas, al igual que cualquier otro tema similar, debe ser mirado desde un contexto amplio e integral.

En primer lugar, todas las estaciones de expendio en Las Terrenas, tanto de gas como de gasolina, están en zonas de alto riesgo tanto para la naturaleza como para el medio ambiente.  Las estaciones Esso y Coastal, así como las estaciones de gas licuado en La Granja y en La Ceiba, están muy cerca de cañadas y riachuelos, o en zonas de alto densidad de población.  En ese sentido, la estación de expendio de gas en Abra Grande no es diferente a ninguna de las otras, cada una presenta riesgos
notables.

En segundo lugar, si vamos a cuestionar las estaciones de expendio de combustibles por razones de salud y medioambientales, deberíamos también cuestionar la presencia del cableado de alta tensión, antenas de radio y TV y el creciente número de antenas de telefonía en el centro urbano.  Aunque cada célula del cuerpo humano está rodeada por un campo electromagnético, décadas de estudios revelan que ondas electromagnéticas superiores a los 10 Hertz puede tener efectos adversos.  Una antena de teléfono emite frecuencias al nivel de 1,900 MHZ (http://www.safespaceprotection.com/electrostress-from-cell-towers.aspx).  Los riesgos incluyen leucemia y otros tipos de cáncer, al igual que alteraciones a las hormonas y a los genes, al DNA, dolores de cabeza, bajo conteo en la esperma, defectos de nacimiento, pérdida de la memoria, Alzheimer y hasta pérdida del apetito.  Es muy posible que las aprobaciones emitidas para autorizar el levantamiento de las torres de telefonías no contó con un entendimiento razonable de las consecuencias a la salud que tendrán sobre las personas.


En tercer lugar, la contaminación urbana ha llegado a niveles altamente peligrosos a juzgar por lo que se ve alrededor de los vertederos en las calles, al frente de algunos restaurantes que venden pollo horneado y por el notable incremento de carnicerías informales y ventas de comida en las calzadas.  Nuestras calles, contenes y calzadas requieren limpieza profunda y las zonas de impacto de ríos y cañadas están llenas de basura.  Desde hace mucho tiempo el ayuntamiento mantiene vertederos formales e informales en los alrededores del Caño Seco y del río Las Terrenas, los que eventualmente terminan en la playa.  Todo eso sin mencionar los escapes del malogrado sistema sanitario de Las Terrenas.


Lo que intento decir con estos factores es que Las Terrenas amerita una respuesta integral a sus problemas medioambientales.  Es cierto que ni la alcaldesa, ni los regidores, ni las autoridades provinciales o nacionales han hecho lo indispensable.  Por años hemos vivido bajo mensajes, anuncios, reuniones, iniciativas, comisiones y alegatos de acciones para proteger al medio ambiente que no han llevado a nada.  Aunque la retórica predica que valoramos el medio ambiente y que dependemos de él para nuestras excelentes condiciones turísticas, no menos cierto es que oficialmente y en la práctica ni se ha hecho ni se está haciendo nada significativo.  Si esperamos que la actual Alcaldía haga algo al respecto podemos irnos a dormir porque no hay ni conocimientos, ni destrezas, ni presupuestos, ni se percibe intenciones de hacer lo que se debe hacer.  Las condiciones y las necesidades superan las capacidades existentes y ha sido así desde hace mucho.


Cabe notar que en julio pasado el Ministerio de Turismo anunció una iniciativa para proteger el medio ambiente en las costas bajo un acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).  El “proyecto de conservación de la diversidad en las en las áreas costeras amenazadas por el rápido desarrollo del turismo y la infraestructura física" que tiene un costo de 2.8 millones de dólares incluirá a Las Terrenas.  Eso quiere decir que prontamente veremos algunos trabajos en nuestras costas, pero eso no implica que también se atacarán los otros factores igualmente importantes.


Las Terrenas es un lugar hermoso que amerita una mejor atención al conjunto de sus condiciones medioambientales.  No debiera ser la labor de la Alcaldía solamente, sino que el ciudadano común debe alterar conductas depredadoras y contaminantes, los empresarios turísticos deben aportar y contribuir al cambio, las escuelas deben ayudar a que sus 5,000 alumnos (un 25% de la población local) esté debidamente instruído sobre protección medioambiental y todos debiéramos despertar a la realidad de que si no tomamos acción muy prontamente podríamos tener una tragedia medioambiental y de salud con terribles consecuencias sociales y económicas.  (Der. foto de Pit Hanke, "Cosón")

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