sábado, 13 de abril de 2019

Desafío Juvenil Terrenero


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Desafío Juvenil Terrenero

José R. Bourget Tactuk

Fue el filósofo español Ortega y Gasset quien llamó a los jóvenes a meterse en política, porque si no lo hacían otros lo harían y probablemente contra ellos. No debe sorprendernos que de todos los males en nuestra sociedad política, el peor de ellos sea la negación y el ninguneo que se le hace a las realidades socio-económicas, a las necesidades educativas y a las urgencias de realización personal que tienen nuestros jóvenes.

Simplemente preguntémonos, ¿qué aportes VERDADERAMENTE significativos han hecho los poderes políticos de Las Terrenas para la mejoría de los jóvenes, o para atender a sus necesidades más pertinentes en los últimos diez años?  Algo se ha hecho, claro, mayormente relativo a la pelota, pero muy poco en términos de garantías educativas, capacitación vocacional, desarrollo creativo, instrucción en liderazgo, preparación para el empleo, seguridad social, inclusión económica, formación socio-cultural, ferias de empleo, protección contra el acoso y la explotación sexual y, sobretodo, la muy importante formación cívico-política.  Por esas ausencias, muchos de nuestros jóvenes entienden que las respuestas están en la delincuencia, en el uso y tráfico de drogas, en la explotación de sus senos, vaginas, penes y en el cautiverio de sus mentes a las orgías baratas del entretenimiento vacuo que les ofrecen sus celulares. 
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Napoleón aseveró que cada momento perdido en la juventud es una posibilidad más de desgracia en la adultez y si algo se puede decir de la juventud terrenera es que, en gran parte, se la pasa perdiendo el tiempo.  La pregunta clave es, entonces, si quisiéramos cambiar las condiciones actuales, ¿qué puede hacer la política partidista para transformar las cosas hacia algo mejor?

Para mi, el inicio obligado es la elaboración de una clara valoración de los jóvenes como parte esencial de la realidad social, económica, política y cultural en el municipio.  La respuesta no es nombrar gente o darles “poder” representativo como una regiduría, sino sentarse a definir la realidad que deseamos ofrecerles a los jóvenes y establecer una estrategia realizable para realizarlo.  Eso implica diagnósticos, análisis, explorar modelos de buenas prácticas existentes, hacer las adaptaciones necesarias y empezar poco a poco pero de manera constante y persistente, apuntando hacia el futuro deseado y realizable. 

En el mundo político-partidista actual lo que tenemos es un “amague” de participación juvenil, un clientelismo crudo y, en el fondo, una desestimación de las verdaderas ansias de realización en los jóvenes.  En base a mi experiencia de quince años en Las Terrenas creo que para hacerlo diferente necesitamos tres cosas para empezar:
1) Crear un mecanismo de participación juvenil que les permita expresar, en sus propios términos, la realidad que viven, la realidad que desean y los impedimentos que confrontan para su realización.  En ese proceso, es extremadamente importante que haya equidad de voces entre los géneros.  Esto podría tomar la forma de un “Encuentro Juvenil” tipo seminario/taller.
2) Utilizar los resultados del Encuentro Juvenil para elaborar borradores de estrategias, comparándolas con buenas prácticas en nuestro patio, en el ámbito nacional y en el internacional, siempre contando con los aportes de entidades especializadas en la juventud para no tener que “reinventar la rueda”.  El hecho de que los politicuchos locales no sepan qué hacer no quiere decir que no hayan prácticas deseables, realizables y exitosas.  Las hay y muchas, lo único es que los políticuchos partidistas locales se conforman con la exaltación de su obvia ignorancia y la exaltación de sus constantes improvisaciones.
3) Que se apropien los fondos necesarios, mientras igualmente se buscan fondos externos, para que de manera transparente se ejecuten acciones de empoderamiento a través del uso adecuado de los recursos existentes localmente, a través del gobierno central (y sus ministerios) y de fuentes externas.  Si esos fondos y recursos no han llegado a Las Terrenas es porque nadie se ha dedicado a diagnosticar las condiciones, a formular las estrategias y a someter propuestas viables con el indispensable seguimiento/ejecución aceptable.
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Jóvenes terreneras con Selena Gómez
El Che Guevara decía que la juventud era la arcilla fundamental de la labor revolucionaria.  Los líderes políticos partidistas así lo saben.  Por eso es que en las últimas semanas se ha visto como algunos jóvenes se han adentrado en el haber político partidista, uniéndose a movimientos y tendencias político-partidistas y ejecutando acciones sociales de cierta trascendencia.  No han hecho revoluciones, pero comienzan a decir “presente”.  Para mi empezaron mal, porque comenzaron vendiendo parte de su alma al mismo diablo que los ha mantenido ignorados y pisoteados:  el sistema político partidista tradicional.  En lugar de revolucionarios se han vuelto contra-revolucionarios.  Debieron organizarse primero en torno a ideas e ideales, antes de escoger atarse a un líder mesiánico que les ofrece el amparo clientelista tradicional.  No es que no participen de la política partidista, sino que lo hagan creyendo que la única forma de hacerlo es entregando su lealtad a los politicuchos locales en lugar de entregarlo a la búsqueda del bien común.
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Líderes terreneros/as
La juventud politizada partidariamente sin una formación socio-política es una aberración.  En el contexto actual de las cosas, que jóvenes promisorios empiecen entregando su alma a la política partidista constituye la mejor predicción de que repetirán los mismos errores de sus líderes bajo cuya tutela se han colocado.

“Pero”, dirán algunos, “es que no hay ma’ná” y les doy toda la razón.  Algunos, incluso, se dedican a aprender de maestros espúreos, copiando de ellos la ingratitud, la injuria, el ninguneo y la denigración de su propia humanidad y la de otros.  El partidismo político crea las condiciones para que no haya más nada, para que el joven aprenda que su futuro depende de sus amarres partidista, sobre todo con los que están arriba.  De esa forma aprenden que su lealtad es hacia el líder mesiánico, no hacia la comunidad.  Después que se pegan de la teta nunca maduran lo suficiente como para producir su propia leche.

Yo espero que los líderes juveniles emergentes adquieran suficiente conciencia, tengan una visión suficientemente amplia, para que encuentren la sinergia necesaria que los lleve a conocer mejor sobre lo posible, sueñen y entonces dirigían sus energías hacia el bien común, no hacia el “poder” vendible, comprable y degenerante que nos rodea por todas partes.

Yo admiro a los jóvenes que se han “tirado a la política”.  Los admiraría mucho más si logran mantener su independencia, si no se someten a la teta mortal y trágica del clientelismo partidista y si se forjan de conciencia en la búsqueda del mayor bien común posible.

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