Alguien me hizo ayer la
pregunta equivocada. La pregunta fue,
“¿cuál piensa que sería el mejor candidato
a síndico de Las Terrenas?” Mi
respuesta fue, “ninguno”. Esa también
fue una respuesta equivocada, pero enseguida añadí la idea de que más que
pensar en quién podría ser el próximo alcalde (o alcaldesa) en Las Terrenas
debiéramos enfocarnos en lo que deseamos ver en Las Terrenas en los próximos 20
años. Nuestra idea de comunidad para la
generación presente y futura es lo que debiera determinar el alcalde o
alcaldesa que merecemos.
Hasta ahora hay dos
categorías de candidatos o de candidatos potenciales: a) los probados, o sea, los que han tenido
función pública en el marco local, como Mario Yunior Anderson, Guillermo
Alcéquiez, Porfirio Rosario (Alcibíades), Juan de Peña, Agustín Tavarez y la
actual incumbente interina, Mariana Vanderhorst, entre otr@s; b) y los no
probados como Eduardo Esteban (Willy) y JMC Castillo (Pi). Hay otros no mencionados aquí que son
aspirantes o podrían llegar a ser aspirantes y caerían igualmente en una de
esas dos categorías.
El primer indicador de
posible desempeño en el futuro es el desempeño que han tenido en el
pasado. Generalmente, en términos de
perfiles humanos, la conducta anterior es el primer vaticinador de la conducta
futura, por lo que el análisis de cualquier candidato potencial debe llevarnos
a una ponderación de su conducta anterior y, como en Las Terrenas nos conocemos
todos, creo que hay amplias y variadas informaciones de las cuales partir para
intentar vaticinar lo que sería una eventual gestión de los ya “probados”. Todo ciudadano políticamente activo,
partidista o no, debe hacerse la pregunta, “Si miro a la conducta anterior de fulano
de tal, ¿cómo sería su gestión como alcalde/alcaldesa en el municipio?” Nadie puede responder por nadie, sino que
cada uno de nosotros con nuestro conocimiento y nuestras conciencias (algunos
con sus estómagos) tendremos que elegir.
En el caso de los “no probados”, nadie crece o se desarrolla en un
vacío, por lo que esa pregunta aplica a ellos también.
El segundo indicador de
posible desempeño es la edad. Con la
excepción de la Dra. Vanderhorst, ese campo de candidatos está medio
verde. Con los años entran una serie de
cualidades indispensables para un buen desempeño público y, aunque no se cumple
en todos los casos, la edad provee más capacidad de reflexión, menos
impulsividad, más sopeso en la toma de decisiones y, además, más paciencia y
sabiduría. Una cualidad de la madurez es
saber decir “no”. Algunos pre-candidatos
se les conoce como incapaces de saber escoger entre un “sí” y un “no”, con sus
temibles consecuencias para ellos y para los demás. Prometer es barato. Por eso creo que a una buena parte de esos
precandidatos le hace falta por lo menos cuatro añitos más de pulimiento, de
servicio público desinteresado, de intenciones y acciones manifiestas, de
madurez y de probatoria ante la presión del público, para que demuestren su
capacidad no de decir “sí” sino de saber cuándo decir “no”. Algunos ya se han quemado prematuramente y en
lugar de cualidades humanizantes vemos en ellos simples caricaturas de lo que
pudieran haber sido y garabatos de lo que verdaderamente son.
El tercer indicador y
el más importante es la honestidad. No
tengo ninguna base para calificar la honestidad de ninguna de esas personas,
pero cuando mi amigo me hizo la pregunta sobre el mejor candidato para el 2016
lo que afirmé de manera más específica fue, “lo que más necesitamos en Las
Terrenas es un candidato honesto, alguien que con su honestidad siente las
pautas para los próximos 20 años, el que con su honradez nos ayude a superar
las torpezas del pasado y nos empuje hacia un futuro promisorio”. La honestidad no depende ni del partido, ni
de la edad, ni de las experiencias, sino de las cualidades intrínsecas en la
persona. Le hice referencia a Pepe
Mujica, presidente de Uruguay, quien en los últimos años se ha convertido en un
paradigma de servidor público. Lo admiramos
y lo deseamos porque vemos en él más que cualquier otra cosa a una persona
honesta, o sea, a una persona decente, justa, razonable y honrosa, cuya
integridad identifica cada uno de sus pasos y que cumple con sus palabras; o
sea, una persona cuyas acciones reflejan su decir y su pensar sin dejar dudas
sobre sus cualidades humanas y sobre su vocación de servicio. Pero no nos engañemos. Pepe Mujica no se auto
eligió, los uruguayos lo eligieron por mayoría.
Para nosotros elegir a alguien honesto el pueblo tiene que demandar
honestidad de sus candidatos y entonces votar por la honestidad.
No tenemos a un Pepe
Mujica en Las Terrenas, ¿pero sería demasiado pedir que encontremos a alguien
que por lo menos despliegue un 10% de sus cualidades humanas, de su integridad
y de su honestidad? Mujica está entrado
en años y tiene un historial de lucha innegable y ejemplar. Yo sueño con que dentro de 10 años Las
Terrenas pueda producir a alguien como él.
Por el momento, no lo encuentro en nuestro medio, lamentablemente, pero
eso no quita los deseos de que hagamos lo posible para que en nuestro medio
nazca, florezca y se despierte el más profundo deseo de que nuestro futuro
gerente municipal sea, más que cualquier otra cosa, una persona cabalmente
honesta.
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